Es una zona preciosa. El sendero discurre junto al río Genil y, en su tramo más transitado, llega hasta un puente a partir del cual ya sólo se aventuran los que quieren hacer deporte algo más en serio para llegar hasta Cenes de la Vega o Pinos Genil. No hay coches ni ruido, pero sí bastante vegetación; se está muy bien.
Ya se han producido tantos episodios como el que se ve en este vídeo que podría decirse que lo anómalo se ha vuelto habitual: jabalíes que también hacen la Ruta del Colesterol. Que se suman al sendero y hacen el camino como las personas. Se diría que hasta con tranquilidad y parsimonia.
Y no lo hacen sólo cuando se va el sol y el lugar queda más despejado; las imágenes que acompañan este artículo están tomadas a las siete de la tarde de un día de septiembre, y a esa hora hay familias andando por allí y ciclistas que emprenden una ruta aprovechando que afloja el bochorno.
El motivo por el que los jabalíes llegan allí es fácil de adivinar: viven en los alrededores y allí no encuentran agua. Saben que hay un río en las inmediaciones y se acercan a beber. Normalmente lo hacen cuando no hay gente, porque no les gustan los encuentros, pero hay veces, como se observa, que eso llega a darles igual.
Para quienes se topen con jabalíes, los que saben de estas cosas aconsejan prudencia, en especial si observan que hay jabatos, que es el nombre que reciben las crías. Si su madre cree que están en riesgo no dudará en defenderlo. Y a los jabalíes no los llaman cerdos salvajes por gusto. Pueden atacar.
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