Beatriz Flamini sale de la cueva de Motril en la que ha permanecido aislada 500 días: «Ha sido una experiencia insuperable»

Entre aplausos y una gran expectación de los medios de comunicación, Flamini ha aparecido desde el subsuelo luciendo una gran sonrisa y visiblemente emocionada. Se ha fundido en un abrazo con los miembros del equipo que, desde arriba, la ha acompañado durante todo este tiempo en el que ha durado su aventura.

«Ha sido una experiencia excelente e insuperable», ha afirmado Flamini tras salir de la cueva, emplazando a los medios allí concitados a la rueda de prensa que concederá en torno a las once.

«Llevo un año y medio en silencio, sin hablar con nadie, sólo conmigo misma. Quiero poder ser amable y contestar, pero dadme un tiempo», ha contestado. Primero, dice, «quiero darme una ducha, que hace tiempo ya», ha dicho, entre las risas de los presentes.

La deportista ha estado enterrada durante el último año y cinco meses, desde que se introdujera en esta cueva de la Costa Tropical granadina el 20 de noviembre de 2021. Han sido por tanto 16 meses de aislamiento total.

Con ella, un equipo formado por investigadores de la Universidad de Granada y liderado por el psicólogo Julio Santiago, registrando todo lo que le ha ocurrido analizándolo desde la superficie. Lo interesante en este experimento no es tanto lo que sucede a nivel físico, sino a nivel mental.

De ella, sus compañeros destacan «su voluntad de hierro» y, lo más difícil, lidiar todo este tiempo con sus propios pensamientos en la sola noche oscura que al mismo tiempo ha significado más de un año de su vida.

Su equipo le ha suministrado todo desde el exterior. Alimento, agua, todo. Siempre a través de intercambios que se realizaban en un punto intermedio de la cavidad donde no es posible cruzarse ni mantener comunicación. Han sido necesarios una tonelada y media de material y alimentos para esta experiencia; y se han consumido 1.000 litros de agua. Beatriz, en esa inmersión personal y física, ha leído 60 libros.

Todo quedará recogido en un documental. Horas y horas de grabación que explicarán con imágenes algo difícilmente explicable de otra forma. Fue la propia Beatriz quien hace dos años se puso en contacto con la productora Dokumalia y se ofreció para este reto, prestándose además a participar en esos diversos estudios científicos dirigidos a evaluar la repercusión mental y física de las condiciones extremas a las que se iba a enfrentar. Durante estos 500 días ha estado acompañada de dos cámaras GoPro, sin pantalla que contenga referencias de horas ni días, para narrar paso a paso sus vivencias.

La serie reflejará su vida cotidiana bajo tierra; comidas, ejercicios, sus días malos y buenos, sus problemas y dificultades, sus dudas, los cambios en su cuerpo y su mente, la longitud de sus días y noches, su sensación de haber entrado en un bucle eterno de tiempo detenido a las cuatro de la mañana, momentos de terror y euforia. También, la falta de memoria y concentración, alucinaciones, cambios de humor e incidentes imprevistos, asuntos todos ellos que han sido analizados desde el ámbito científico.