movilidad
Viajeros atrapados en la estación de Córdoba por el apagón: «La noche ha sido horrorosa»
Alrededor de un millar de personas tuvieron que pernoctar en el inmueble, aliviados por el reparto de mantas y comida, y se quejan de la falta de información
Córdoba recupera poco a poco su normalidad tras un apagón histórico de más de trece horas
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Baltasar López
Córdoba
La estación de tren de Córdoba es en la mañana de este martes un ejercicio de gestión del caos, tras un apagón en la península ibérica sin precedentes vivido el lunes. La instantánea a las nueve de la mañana era un pasaje tras la ... batalla: centenares de personas habían dormido en esta infraestructura de comunicaciones. Se les distingue fácilmente por las mantas de la Cruz Roja y de la Unidad Militar de Emergencias (UME) o por los kits de comida que se repartieron.
Una de esas mantas rojas la lleva Ana Bengton. Cuando se le pregunta cómo ha pasado la noche en la estación sintetiza su sentir en una palabra: «Terrible». Su tren iba hacia Málaga y lleva en Córdoba desde las dos de la tarde del lunes. «Estoy esperando a que haya sitio en algún tren», comenta. «Sobreviví a la noche. Vinieron de la Cruz Roja a traernos mantas, agua un poco de comer. Más allá de eso nadie ha venido a ayudarnos», lamenta.
Centenares de pasajeros en la estación de Córdoba tras una noche interminable por el apagón
Valerio MerinoLa Estación Central de Córdoba fue una de las que quedaron abiertas para que los usuarios de Renfe y otros servicios afectados por el apagón pasaran la noche
A Jesús Martín se le reconoce como uno de los pasajeros que han tenido que hacer noche en la estación por el mismo distintivo. Su odisea empezó cuando su AVE se detuvo pasada la mediodía del lunes -cuando se paró toda España- por la zona de Puertollano. Estuvieron en él hasta la una de la mañana. «No podía llegar la Guardia Civil. Al final, se acercaron gente de un pueblo cercano, con su alcalde, y el personal del AVE pudo preparar algo para que comiéramos».
Llegó a las tres de la mañana a la estación de Códroba. Asegura que la noche la ha pasado «bien». «Nos recibieron con mantas y nos dieron un kit de comida», explica. Pero luego señala que se encuentra ya «muy cansado». Y sin visos de terminar un viaje a Granada que está resultando interminable: «No sabemos cuándo va salir el el próximo tren y los autobuses están colapsados», la mentan.
El personal de Renfe o de Iryo trata de poner cordura a esta locura de crisis energética. «Aquí, hay un puñetero enchufe para mil personas», comenta alguien a su interlocutor mostrando el hartazgo con la situación.
A poca distancia de él, en los asientos, el matrimonio cubano formado por Leonardo Delgado y Olga Delgado muestran hastío y cabreo a partes iguales. Viajaban desde Sevilla y tomaron un tren a Granada, que aún no ha llegado a su destino. «A las cinco de la tarde» del lunes llgaron a Córdoba y califican «la organización de lo que hay aquí como horrible». «La comunicación es terrible. Por ejemplo, no tenemos información de si nuestras maletas vienen o no vienen. No tenemos nada», lamentan.
«La noche ha sido terrible. Muy fría. Estuvimos pasando frío. Tenemos toda la ropa en las maletas. Hasta que llegaron ellos con estos trapos [por las mantas]. Y lo más malo es la comunicación. Es que no hay comunicación; no hay nada de comunicación», insisten. A los que aguardan su salida se van sumando los que tenían billete para hoy. Las colas en los puntos de atención de las compañías ferroviarias se van haciendo kilométricas.
El AVE va recuperando su actividad pero no hay servicio de Media Distancia. Las voces de los trabajadores de las compañías retrotraen a otros tiempos en los que los cortes de luz sí eran más habituales, aunque no de la extensión geográfica del de ayer. Vocean los destinos: «¡Ouigo a Málaga!». El cartel de salidas y llegadas se ha ido a negro.
No es el tren de Susana Santamaría -ella iba de Málaga a Toledo-, que es una de las, calcula, «casi quinientas» personas que han hecho noche en la estación. «No se podía caminar de la cantidad de gente que había en el suelo», rememora. Eso sí, se había quedado corta. Porque Cruz Roja informó de que atendió a alrededor de un millar de personas en ese punto -ADIF no disponía de ese dato-. Cuando se le pregunta por lo sucedido trata de tirar de humor: «Al final, bien. Pero porque los andaluces tenemos un carácter muy optimista». Pero el enfado reluce de inmediato: «Esto ha sido para darles dos bofetones a los encargados de todo esto».
«Hasta una de la mañana», denuncia, «no han llegado las mantas y la comida a las dos». «Y fue a las nueve cuando abrieron la estación. Antes de las nueve estaba cerrada. En esas cinco horas, la gente estaba literalmente en el suelo y sin abrigo y sin nada proque los tenían las maletas. Desde las tres y media de la tarde hasta poco antes de las nueve nos tuvieron en la calle, tirados como perros. No nos daban información; sólo que buscáramos hotel y que ya nos mandarían un mensaje», lamenta. Atiende mientras está en una cola a la espera, porque «a lo mejor mi tren sale en 20 minutos. Esos nos han dicho. A lo mejor. Hay mucho caos y muy poca información. Pero la gente es solidaria, entre la gente nos ayudamos y se pasan estas cosas con cierto humor».
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Davinia DelgadoLa normalidad se va restableciendo poco a poco, si bien todavía hay un gran número de circulaciones interrumpidas
Francisco Pareja también se ha visto obligado a pernoctar allí, pero él ya tiene resuelto la fórmula de terminar su viaje Madrid-Málaga: «Volvemos en coche. No había autobús». Atrás dejan él y quienes le acompañan: «Ha sido una noche bastante fría; durmiendo en el suelo. Habría unas 500 personas; padres, niños... A la una y media es cierto trajeron la UME y Cruz Roja mantas y comida. Nos han atendido bastante bien. Pero se fue también la luz. Ha sido duro pero se ve la luz al final del túnel».
Han encontrado también esa luz al final del túnel un grupo de amigas que van a volver a Almería buscándose la vida; ya no en el tren previsto, sino en autobús. Isabel González es una de ellas. Es categórica: «La noche ha sido horrorosa». Tengo un problema con una pierna y no puedo estar tumbada en el suelo. Mis amigas me dejaron una silla que buscaron. De verdad que ha sido horroroso. He dado un par de cabezadas, pero ha habido compañeras que no han dormido nada». Y, como otros interlocutores, se queja «de, sobre todo, la incertidumbre, de no estar informdaos de nada». Por eso, explica, «nos hemos gestionado un billete de bus por nuestra cuenta para volver a Almería».
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