Abastecimiento
«Esto es un sinvivir»: así se pasan los días sin agua en el norte de Córdoba
Los habitantes de Pozoblanco relatan cómo han sido los dos meses y medio que llevan desde que no se puede abrir el grifo para beber
La crisis del agua en el Norte de Córdoba: una chapuza de la que nadie responde
Juan José Caballero
Pozoblanco
Desde el lunes 26 de junio, 72.000 vecinos de los Pedroches y el Guadiato han visto cómo se agravaban los problemas que sufren con el suministro del agua. Acumulaban ya dos meses y medio sin poder beber el agua del grifo —se ... les suministra en cisternas— y el lunes una avería en el bombeo de la Colada a Sierra Boyera volvió la situación más caótica: primero, Emproacsa (empresa de aguas de Diputación) activó cortes de agua nocturnos; el martes los eliminó y apostó por reducir de noche la presión en la red.
Mientras tanto, hubo municipios que llegaron a quedarse sin agua. Emproacsa logró el viernes reparar el problema y la situación va volviendo poco a poco a la normalidad. El lunes, debe estar restablecida, aunque aún quedará por resolver el grave problema de que el agua no sea potable —la empresa de Diputación está intentando solventarlo—.
Distintos vecinos de Pozoblanco cuentan a ABC cómo les afecta la falta de agua potable en sus grifos y cómo han sido estos duros días, en los que el martes, por ejemplo, la mayoría del municipio se quedó sin suministro y hubo una manifestación de protesta. Ahora, la situación va volviendo a la normalidad tras unas jornadas en las que escaseó o directamente faltó un bien elemental como el agua.
Antonio Carrasco, ganadero con más de 160 animales, lamenta que para quienes se dedican a esta actividad este último episodio es llover sobre mojado. «Estamos viviendo una mala situación, donde la ganadería no le importa a nadie. Cada vez quedaremos menos», reflexiona.
Añade que «la única solución es que nos apoyen y nos suministren agua, ya que desde hace mucho no llueve. Este último percance está llevando a mucha gente a pensar en abandonar la ganadería».
Y relata cómo ha afrontado estas jornadas. «Ahora, tenemos dos sondeos de agua, pero estamos necesitando ayuda a través de nuestra cooperativa que nos ha proporcionado varios camiones de agua para no castigar mucho dichos sondeos», expone.
Se puede variar de sector económico pero el relato es igual de desasosegante. Elías Domínguez, propietario de la Confitería 'El Chairo', que posee varios establecimientos en Pozoblanco, atiende a ABC tras «guardar cola más de una hora y media para llenar diez garrafas de ocho litros de la cisterna, que probablemente pueda usar, como mucho, dos días».
Sostiene que «mantener los locales abiertos sin agua es muy complicado». «Tenemos que tener cubos y garrafas de agua guardadas por si alguien entra al servicio, por ejemplo, o para lavar las pinzas de los dulces y todo aquello que conlleve alimentación», explica este hostelero. Define la situación como «un sinvivir». «No podremos estar mucho tiempo así. Nos estamos planteando cerrar los establecimientos por la tarde», confiesa.
Otro hostelero sirve un relato similar. Es Jesús Redondo, uno de los propietarios de Café y Copas Moma73, un negocio que emprendió hace sólo un par de meses y que se ha topado con esta difícil situación. Cuenta que «el establecimiento está en una de las zonas más bajas de Pozoblanco, por lo que nos afecta menos que a otros negocios, ya que somos los últimos en quedarnos sin agua».
Aun así, señala que el líquido elemento en estos días complicados «no sale con la presión habitual, lo que nos impide lavar los platos y tenemos que usar agua de las garrafas para el lavavajillas, ya que a primera hora de la mañana no disponemos de suministro de agua».
Prosigue con el listado de inconvenientes: «Hemos tenido que aprovisionarnos de vasos desechables por si la falta de suministro de agua no nos permitiera limpiar la vajilla». «También nos vemos obligados a limpiar el local por la mañana, ya que por la noche es cuando menos presión de agua está habiendo», asegura Redondo.
Y en el Centro de Minusválidos Físicos de Pozoblanco, donde residen más de ochenta personas con especiales necesidades de atención. Inmaculada García, una de sus directoras, señala que «disponemos de un aljibe, que nos permite funcionar, pero con el riesgo de que tiene una capacidad de suministro de dos días, de manera que, si los cortes son más extensos, nos quedaríamos sin agua».
Para evitar ese escenario aún más complicado, «hemos tomado varias medidas: reducir los lavados de ropa o que los propios trabajadores del centro no puedan ducharse aquí»,
Añade que esta semana «por las mañanas el agua tarda en salir mucho tiempo por la falta de presión que el aljibe tiene». «A esto se le suma la falta de potabilización del agua, lo que nos está llevando a tener que comprar agua y a realizar una gran inversión de depósitos para disponer de ella para cocinar», dice.
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