Testando innovación

Esta falta de test tiene dos vertientes, la primera que los datos que manejamos sobre fallecidos, contagiados y curados en porcentajes no es real. Según el Imperial College de Londres , siete millones de españoles estarían infectados, por lo que la tasa de letalidad bajaría del 10% al 1,5%. Las cifras no son nada en términos absolutos. Por ejemplo, el número de contagiados no tiene relevancia si no se pone en relación al número de test hechos por cada 100.000 habitantes, si no se contabilizan los que están en seguimiento domiciliario, si los tiempos de contabilización de los datos no son los mismos o si en las causas de la muerte no se dictamina Covid-19 . Si además los criterios de medición son diferentes entre comunidades y países, no tendremos la necesaria foto real y relativa necesaria para la radiografía de la incidencia de la enfermedad y la consiguiente eficaz toma de decisiones.

Para ello, la OMS debería tener poder para establecer un único criterio para todos los países y para poder comprobar la veracidad de los datos, porque en países donde su subdesarrollo, por sus dictaduras o por sus ruedas de prensa sin preguntas ni libertad de información, los datos no son fiables. No se pueden trazar curvas reales sino propagandísticas.

La segunda vertiente de la falta de test rápidos y fiables es la imposibilidad de volver a incorporarnos a la actividad productiva cuanto antes, porque los que ya han pasado la enfermedad —que pasan a ser inmunes a la infección — y los negativos podrían recuperar paulatinamente la tan necesaria actividad económica.

Es increíble que no tener capacidad para fabricar tiras reactivas ponga en jaque a todo un país. La investigación y desarrollo, la versatilidad, la adaptación al cambio y la asignación eficiente de los recursos son las bases sobre las que debemos asentar esta Cuarta Revolución Industrial que debemos realizar a marchas forzadas.

En Córdoba , mientras, tenemos que leer noticias como que Rabanales 21 —nuestro parque científico tecnológico— se acoge al concurso de acreedores con una deuda de 13 millones de euros con la Junta, el Ministerio de Economía y Universidad de Córdoba. Lo conforman empresas punteras en agroalimentación, ingenierías, medio ambiente, TIC y en biotecnología.

Qué instrumento más formidable tenemos en nuestras manos para salir de esta crisis. La empresa Cosigein Ingeniería ha diseñado un equipo de control de calidad de mascarillas respiratorias. El Instituto Maimónides para Investigación Biomédica (Imibic) es uno de los 31 acreditados para la investigación sanitaria y acaba de coordinar una acción con 230 «makers»: ingenieros e informáticos produciendo 5.350 pantallas protectoras para sanitarios, y gracias a los materiales de empresas cordobesas como Plastienvase,y La casa de los botones gracias a la distribución de Correos y Taxis de Córdoba.Además, tenemos empresas como la antigua Calmante Vitaminado, ahora Pharmex, que fabrica medicamentos o empresas de plásticos para fabricar EPI. Y con todos estos recursos, ¿no vamos a ser capaces de fabricar tiras de reactivo que nos tienen en jaque?