LA CERA QUE ARDE
Las perífrasis
La postal navideña de Ambrosio muestra las imposturas de nuestra época, de cristianos escondidos
Extracto del «crismas» navideño de la alcaldesa de Córdoba, Isabel Ambrosio
Una de las felicitaciones navideñas que me han llegado por whatsapp me desea que una estrella ilumine mi hogar, y me he acongojado. El Sol , por ejemplo, es una estrella y ya quema lo bastante en Los Boliches en agosto como ... para que un cuerpo celeste de esas características ilumine mi piso. Me quemaría las sábanas de franela y mi colección de llaveros. Seguramente a Endesa no le molaría por otra parte el ahorro en calefacción y creo recordar que el Gobierno de Mariano -con el que empezamos el año que ahora termina- penalizó lo de las energías alternativas, o renovables, o verdes, o sostenibles. Mariano, en el recuerdo.
Pues sí, que una estrella ilumine mi hogar y que la fraternidad se haga patente en el seno de mi corazón, y la solidaridad nos haga más justos y tal y cual. Otro amigo me desea básicamente lo mismo con un fondo de olivos en el campo. No sabía que mi amigo tenía nada cultivado y no lo veo como terrateniente, la verdad. Ni tan siquiera en la foto aparece un rumano vareando aceitunas, por si la cosa tenía carácter de solidaridad y acogimiento y mensaje social. Busco entre los olivos a un Niño Jesús , pero no está. Sólo buenos deseos, que no es poco, por un mundo más justo y hermoso.
Antes los «crismas» había que currárselos, comprarlos a Unicef , darle al bolígrafo, hacerte con sellos y acercarse a la oficina de Correos más próxima. Ahora te mandan un meme. Nada que objetar: el signo de los tiempos. Renovarse o morir. Adaptarse al entorno. Somo animales en evolución salvo los de Mujeres, Hombres y Viceversa, que es una rama humana que va a la deriva. Felicitaciones navideñas laicas. Ni rastro de cristianismo en ellas. O sí, pero sin un Misterio . Ni mula ni buey.
Hace tiempo que no felicito la Navidad porque hay demasiado de mensaje hueco en ello. Prefiero acordarme de alguna gente en fin de año, por aquello del reto que supone haber superado 265 días pagando impuestos y el que supone tener otra añada por delante, en la que igual no lo contamos. Tampoco lo hago por no herir sensibilidades laicas aunque observo con estupor como los más laicos ganan por goleada en mensajes enviados. Un cristianismo sin Cristo. Una Navidad sin Espíritu Santo . El solsticio, debe ser. La rasca por las mañanas, las luces, la copa de anís y los mantecados. El ambiente, que nos emociona.
Yo, que soy creyente, he optado por felicitar de corazón en estos días a los que de verdad saben apreciar el carácter de estas fiestas. Suelo ir a la Misa del Gallo solo, y si es en una parroquia de «kikos», mejor, porque hacen de la liturgia una fiesta hermosísima. Es algo íntimo entre Él y yo y hermanos desconocidos que mantienen la fe, la esperanza y la caridad , además de la buena voluntad.
La otra buena voluntad, la que viene envuelta en perífrasis solidaria, como el anual «crisma» de la alcaldesa , ya no me la creo porque es otra de las imposturas de nuestra época, de cristianos escondidos , de gente que en realidad no está el resto del año cuando la necesitas, de quiero y no puedo demostrar mis creencias.
Por cierto: Feliz Navidad . Sin eufemismos ni perífrasis. Que el Niño Jesús nos ayude a todos, que falta hace.
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