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Rafael Aguilar - El Norte del Sur

Patio de San Jacinto

La luz de una mañana espléndida de Viernes de Dolores hirió los muros de cal retocada de Capuchinos

ESE patio del convento de San Jacinto en la mañana espléndida que hizo ayer. El sol en todo lo alto picando como tiene que picar porque ha llegado su hora, la luz intensa de las vísperas hiriendo como cada Viernes de Dolores los ... muros de cal retocada que van a dar a la puerta de la iglesia, las mujeres y los hombres mayores -pero sobre todo mujeres- con bastón, arrugas y sonrisas generosas y sabias en alegrías y penas que se ayudan del pasamanos, el incienso que hace suya la plaza de Capuchinos palmo a palmo y piedra a piedra del piso irregular. Dentro, la penumbra calculada y discreta, el rezo en voz muy baja y casi imperceptible, el perdón, la culpa y la acción de gracias, los rosarios entre los dedos, los jóvenes con trajes de chaqueta, los hermanos veteranos en la mesa petit oria, las estampitas, las monedas en una bandeja de metal bien lustrada, los turistas que no saben muy bien dónde ponerse porque se sienten incómodos de repente, entrometidos amables y voluntariosos en un mundo que comprenden de pronto que no es el suyo pero al que son bienvenidos, cómo no.

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