Pretérito imperfecto
Haz que pase
Hora es de abrir el alma a esta explosión de sentimientos que durante unos días rememorará siglos de fe e historia cordobesa
Preparativos de un paso ayer en Córdoba
cuando las manos de un chiquillo ataviado de hebreo aprietan con fuerza las hojas de palma bajo el sol gótico de San Lorenzo , todo está a punto de estrenarse. Atrás quedó el viaje de la conversión. El tiempo preciso que nos prepara para ... el último camino. El tiempo precioso que en cada casa de Córdoba va rescatando las particulares historias de cada familia , sus costumbres y su manera de compartir la misma fe. La expectante espera que en sí misma llena de sentido todo. Cuando el eco de los tuyos te va citando al momento irrevocable y sagrado de la Semana Santa. Es hora de estrenarse, pues, de la mano de ese chiquillo agarrado a su palma y que dirigirá los pasos a la «Tierra Prometida» , como describe Luis Miranda en su magnífica «Historia de la Semana Santa de Córdoba» , donde las masas acudirán a hallar su verdadera identidad.
No hay manifestación popular de igual calado, capaz de ensamblar en una misma expresión las singularidades de un territorio. No hay movimiento social capaz de igualar el poder de convocatoria de las cofradías. No hay mayor rezo que el que congrega a miles y miles de fieles que elevan su plegaria a su manera, bajo una trabajadera, bajo una túnica, en los acordes de una marcha, en el bello dolor de una plañidera o en los conmovidos ojos que miran la imagen de una Virgen al pasar delante de su balcón. No hay creación estética y artística de similares connotaciones. Un ejercicio de embellecimiento del dolor, de la muerte para alcanzar la esperanza y de sublimes trazos. La teatralidad del barroco, su riqueza plástica y su escenificación como simple oración. No hay guía más atractiva para recorrer Córdoba estos días a pie , dejándose llevar a merced de la primavera triunfante, de collación en collación, de recoleta plaza a callejuela perdida en mitad de la medianoche, del aromático sendero del azahar a la envolvente estela del incienso , en un incomparable escenario patrimonial que, incluso, transporta a la verosimilitud de aquellos días en que todo sucedió. Con la majestuosa luna convertida en calendario místico del trance final.
Es la hora de vivir cada instante como si ya no hubiese más . De entremezclarse en la bulla fraterna del Amor camino del Puente Romano desde el corazón del Sur o de seguir la cadencia solemne de un reo llamado Rescatado con todo su barrio cargando tras él la misma condena. De emocionarse a las puertas de San Andrés con la hondura del «Gitano» y la dulce tristeza de María Santísima de la Esperanza. De contemplar el sabor añejo de las Penas por Santiago clavado en la faz geométrica de la Corredera. O de hincar las rodillas y mirar al cielo en el Getsemaní de naranjos de la calle San Fernando junto a la Oración del Huerto. Hora es de abrir el alma a esta explosión de sentimientos que durante unos días rememorará siglos de fe e historia cordobesa por la enjundia de las grandes hermandades que completarán su estación de penitencia.
Y por tercer año podremos disfrutar de la Mezquita-Catedral como epicentro de la religiosidad popular y arca central de la fe cristiana en estos días de la Pasión. El vibrante paso por las cinco puertas que marcan la carrera oficial: desde la Puerta del Puente a la Puerta de Santa Catalina . Una estampa única, incomparable, que confiere más valor al denodado trabajo de hermandades, Cabildo y Obispado, con la colaboración del Ayuntamiento, estos años por situar a la Semana Santa de Córdoba en su máximo apogeo. Con el único propósito de no conformarse y seguir velando por este preciado tesoro... Señor, haz que pase.
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