Marchita dignidad

De Susana Díaz no puede decirse nada que no sea lo anterior. Y uno ya tiene dicho sobre ella todo lo anterior. Cualquier nueva crítica literaria sería una repetición. A pesar de que me han pagado siempre por repetirme. Lo de la «fiel espada triunfadora», el alcalde de Sevilla, tampoco resulta difícil de explicar. Contradiciendo la bizarría de su apellido, parece un hombre bien dispuesto para la genuflexión, que no ve inconveniente en hablar por boca de ganso. Que acostumbra a ser la boca del poder. Sus motivos tendrá. «Los motivos del lobo: ¡Es duro el invierno, y es horrible el hambre!». Ya ves que los lobos son como nosotros, Caperucita. Se trata de un hombre de buen conformar, cuya amplitud de criterio lo hace aprovechable por cualquier ideología.

Sobre los indultos a los mártires de la independencia catalana ha venido a decir que a él le da lo mismo una cosa que otra, que lo importante es obedecer al Gobierno. Decida lo que decida, el que manda siempre tiene razón. Eso evita muchas discusiones. Así hablaría quien no ha pensado por su cuenta antes de hablar. Quien es militante antes que socialista, fanático en vez de aficionado.

Moreno Bonilla , por el contrario y por el momento, parece haber llevado un lema político más digno a la Moncloa, en su reciente visita: Andaluces, levantaos . Le ha dicho al presidente del Gobierno que Andalucía pierde dinero con Pedro Sánchez. Y la ministra de Hacienda estuvo de acuerdo. Estuvo de acuerdo cuando era consejera de Hacienda del gobierno andaluz. Ahora se limita a obedecer a Sánchez, que es lo que da derecho a indemnización.

El pueblo español lleva tanto tiempo expuesto a la intemperie moral - Rodríguez, Rajoy, Sánchez -, que se le ha marchitado la dignidad. Somos un pueblo silencioso y obediente, como los obispos y los empresarios. Cualquiera puede gobernarnos. Los españoles de hoy tenemos fofos los principios, nos han convencido de que hay un paraíso para los blandos y los sumisos. Con dos suspensos. Los mismos obispos catalanes son partidarios de cualquier indignidad antes que volver a la parroquia, que es donde está la Iglesia verdadera. Los poderes se tocan, y también el poder espiritual es un poder terrenal. O sea, político. Sánchez va a desenmascarillar a los españoles el sábado próximo. Para verles bien la cara a los que la den. Calla, pueblo, calla. Que es muy duro el invierno.