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Pasar el rato

Hijos logrados

La misión de un padre no es la ejemplaridad. Ya es bastante que ame a sus hijos sin medida

Imagen del polémico cartel del Ayuntamiento de Córdoba Valerio Merino
José Javier Amorós

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Durante mi no corta vida como padre me he esforzado por no ser un modelo para mis hijos. Y creo haberlo conseguido. Un padre ejemplar puede resultar insoportable. He aprendido muchas cosas de gente muy superior a mí, que nunca mostró interés en que ... yo aprendiera de ella. De los mejores aprendí a ser como yo mismo, no como ellos. Por eso los considero mis maestros , empezando por mi propio padre . La fórmula más acertada que conozco para el desarrollo de la personalidad individual la encontré en una respuesta de André Gide, el gran escritor francés, Premio Nobel de Literatura en 1947. Le preguntaron quién le habría gustado ser, y respondió: «Yo mismo, pero logrado». Gide únicamente se logró como escritor. Otros no llegan a tanto. Nunca he tenido interés en que mis hijos se parecieran a mí, precisamente porque quiero lo mejor para ellos. Y lo mejor para ellos es que sean ellos mismos, pero logrados. No creo que la misión de un padre sea la ejemplaridad. Ya es bastante con que ame a sus hijos sin medida, y vacíe en ellos su tiempo y sus honorarios, sus aciertos y sus errores. A fuerza de pesadez y de cariño es posible que de un padre se puedan tomar apuntes sobre en qué consiste lograrse. Yo lo hice. Y si no me he logrado, no es por culpa de mi padre.

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