La cera que arde

El hombre invisible

Ricardo Rojas es cualquier cosa menos invisible y quizá por eso algunos no le quieren mirar

Ricardo Rojas en la presentación del partido Acción por Córdoba Valerio Merino

El otro día me abordó Ricardo Rojas en modo candidato . Besos y abrazos. A mí y a 500 personas que había en La Corredera y que le conocían o él conocía. Rojas en estado puro. Ricardo infatigable, bregando por la campaña electoral ... y rodeado de sus compañeros y compañeras. Hay más mujeres en la lista de Acción Por Córdoba que en cualquiera de un partido neoprogre de cuotas o feminista de macho alfa con coleta. O sea, que las mujeres están y no necesitan reivindicarse frotándose el monte de Venus y colgándose pictóricamente en el palacio de la Merced: esas son otras con las que yo personalmente no deseo ni retozar ni iniciar una conversación.

Ricardo Rojas tiene a Córdoba por iniciativa y en el corazón . Si a Fraga le cabía el Estado en la cabeza, a Rojas se le puede colocar la capital y casi toda la provincia en los hombros, porque ambas han sido pateadas y gestionadas por este hombre que se me queja de invisibilidad. Como si yo fuera el faro de Occidente, pero agradezco la confianza. Que no sale en la prensa, que no le atienden las convocatorias, que pasan de él bastante, cree entender . Hombre, si algo es Ricardo desde que dejó de fumar en cualquier cosa menos invisible, porque Rojas se ha comido a sí mismo en ese proceso de reinventarse desde que dolido, magullado, traicionado y triste salió del PP que fue su casa desde los tiempos de Alianza Popular. Así se lo tomó y así debió ser, no será un servidor quien juzgue los sentimientos ajenos. Creo que decidió dejar de rumiar movidas tóxicas y apostó por su don de gentes, que es la verdadera transversalidad en política, con los tiros, los troyanos, los vecinos de la Margaritas y los del Brillante, los de Capitulares y los de la Gerencia, los del Círculo y los de la Peña Los Califas. Quiero decir otra vez que Ricardo es cualquier cosa menos invisible y quizá por eso algunos no le quieren mirar, ni a él ni a su lista, porque es más cómodo echar la vista al sol que más calienta aunque sea con gafas oscuras.

Él se ve como el Revilla cordobés y no sé si esa es una buena autocomparación, porque Revilla, además de anchoas del Cantábrico, va regalando demagogia, oportunismo y veletismo del bueno. No me imagino a Rojas repartiendo flamenquines por los platós de televisión, la verdad . Sí lo contemplo como una excelente oportunidad de contar con alguien que conoce engranajes, enjuagues, glorias y miserias no solo de la casa consistorial sino de gran parte de esta bendita tierra. Eso que se da en denominar experiencia y que ahora se diluye entre el postureo de los tuits, la soberbia que siempre va pareja a la juventud y el marketing político . Pero parece que las encuestas de momento no lo consideran así. Quién lo diría, viendo el número de besos y abrazos en la Corredera y por donde quiera que vaya. Le pasa quizá como cuando don Julio Anguita decía aquello de «queredme menos y votadme más».

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