Hermandades en alerta

De esta opinión son en la Huerta de la Reina, donde la hermandad de la Estrella ha aligerado sus planes de instalar una alarma. Ya manejaban varios presupuestos, pero el suceso en Ánimas les ha hecho decantarse por la que más garantías les dé, aunque quizá resulte algo más cara.

Como explica su hermano mayor, José Marín, «no tenemos aún piezas ni joyas de tanto valor» como para que los ladrones puedan lucrarse con ellas. Pero ante la posibilidad de que alguien entre aunque sea con afán de causar destrozos, su junta de gobierno la instalará.

El de Ánimas no es el primer asalto sufrido por una cofradía, aunque sí el que se ha saldado con mayores pérdidas en la capital, y el que más está haciendo reflexionar a los cofrades. Sobre todo a quienes cuentan con piezas de oro entre sus enseres. De este material están hechas las coronas de la Virgen del Socorro y el Niño Jesús que lleva en brazos, y la de la Virgen del Rosario, de la hermandad de la Expiración. Las precauciones existen en ambas corporaciones hace años.

Lugar secreto

La ermita del Socorro dispone de una alarma desde 1996, que fue mejorada en 2003, cuando se coronó canónicamente a la Alcaldesa Perpetua de Córdoba, que vio cómo descalzaban al Niño hace pocos años para robarle los zapatos de plata, que finalmente aparecieron.

Pero la mayor precaución que toman es guardar el ajuar de la Virgen en un lugar secreto que muy pocas personas conocen. Además, la imagen no pasa ni una sola noche con objetos de valor puestos, y no guardan nada en el pequeño templo del arco bajo de la Corredera.

En cuanto a la corona que realizó Díaz Roncero para la Virgen del Rosario, se protege en una caja fuerte de características especiales desde 1993. Construirla obligó a la hermandad a hacer un importante desembolso económico, recuerda Rafael Zafra, vice-hermano mayor de la Expiración.

Está incrustada en la pared y fabricada con unos materiales «a prueba de bombas», resalta. No obstante, han decidido instalar una alarma en la puerta para reforzar aún más la protección con la que ya cuenta. La Expiración juega, además, con un elemento a su favor: su ubicación. Su sede canónica (y social) está situada frente al Ayuntamiento, donde hay vigilancia constantemente.

Lo comenta el hermano mayor de las Angustias, Rafael de la Calzada, radicada también en la iglesia de San Pablo. «Aquí siempre hay policías. Además, no es lo mismo entrar en una casa que en una iglesia antigua, que tiene unos muros muy fuertes y unas puertas que hace falta un camión para tirarlas», explica.

Respeto a lo religioso

Además, «el que fuera a nuestra hermandad tendría que saber muy bien dónde están guardadas las piezas porque no es fácil acceder al lugar», argumento que le hace estar algo más tranquilo. También que «lo que más tenemos nosotros es plata, y con eso los ladrones no van a ninguna parte». En cuanto a las joyas de la Virgen, «están a muy buen recaudo», asegura.

El robo en la hermandad de Ánimas le ha hecho comprobar que no hay límites para ciertas personas. «Yo pensaba que se respetaba el mundo religioso», se lamenta, consciente de que podía pasarle a cualquiera. Por ello, cree que sería positivo que las cofradías ayudaran a la hermandad.

Sin protección al cien por cien

Pese a todo, reconoce que la seguridad cien por cien «no existe». Y en eso coincide con el hermano mayor de la Paz, Manuel Quirós. Por esto, ni las suyas ni otras hermandades dejan dinero en las sedes de noche. Incluso en el caso de la Paz, las joyas de la Virgen están guardadas en una entidad bancaria. «Las herramientas y métodos que existen para robar son más eficaces que la seguridad», comenta Quirós, quien recuerda que «una hermandad no puede tener la seguridad que hay en un banco». Ni cámaras, pues sería costoso y no podría pagarlo.

Por tanto, junto a los sistemas con que ya cuentan, lo más efectivo sigue siendo que los cacos pasen de largo y no se lleven lo que con esfuerzo adquieren las cofradías sólo pensando en sus titulares, a quienes en realidad se está robando.