Desescalada sin frenos

La educación sigue importando un bledo, salvo para cuando hay que adoctrinar, y medimos la playa al milímetro, buscando un denominador común para las olas, pero seguimos sin despejar la incógnita de una ecuación que se llama vuelta a las aulas.

Barrunta colapso otoñal -si no hay rebrotes- con la puesta al día de los vagos contenidos filtrados en el confinamiento y la prisa por no perder más tiempo en poner al día a un alumnado desconectado que asiste a clase, prácticamente, sin levantarse de la cama. Desde el Ministerio se invoca al milagro de los panes y los peces a unos docentes desconcertados con clases presenciales y telemáticas. Desde el laboratorio de Sánchez se loa el viejo «pan et circus» para ir destensando caceroladas y protestas sin distancia de seguridad. Fútbol, bares, ingreso mínimo vital sin fecha de caducidad y encuentros en la tercera fase. Blindaje bajo el pretexto de un estado de alarma que se salta los principios más elementales democráticos y deja el camino expedito al matonismo de un vicepresidente que micciona su chulería bolivariana por el lodazal parlamentario , incapaz de cortarle el juego sucio y entrando en el tono de radicalización en el que se siente, junto a sus socios anticonstitucionalistas, como un marrano en un charco de porqueriza.

Un auténtico Caballo de Troya para las aspiraciones de un sistema en peligro. Pero Sánchez debe dormir más tranquilo que nunca, sabedor de que es la división y el orillamiento el estado natural de su megalomanía hueca y su simpleza discursiva de buenos y malos. Mientras los sanitarios de este país y otros servicios esenciales seguían reclamando test de coronavirus , el factótum de la Liga tenía prestas y dispuestas desde hace muchas semanas miles de pruebas -las que no conseguía el Gobierno- para que los gladiadores del circo balompédico pudieran salir al césped del espectáculo sin riesgos. Asistimos a la paradoja -una de tantas que pueblan la calle cada día- de veladores con reuniones enfervorecidas y sin cortapisas de distanciamiento ni profilaxis alguna, como si no hubiera pasado nada, mientras la mascarilla obligatoria se convierte en objeto de fiscalización de todo hijo de vecino con el que te cruzas por la misma avenida a seis metros.

No hay zonas comunes en los hoteles... La Policía decidió relajar el bolígrafo desde que entramos en la fase uno, así lo testimonian las propias estadísticas del Ayuntamiento de Córdoba por ejemplo. Salvo hechos clamorosos, embestidas de los hombres del trapicheo o fiestuquis irresponsables de alta y baja condición, la desescalada avanza sin frenos por delante de la propia letra impresa del BOE, inflado de normas genéricas, ambigüas cuando no contradictorias. A modo de manual de instrucciones de aparataje indonesio mal traducido. Y hay turistas deambulando por la Judería, y no son, precisamente, gentiles moradores de Pedro Abad. El modo de contabilizar la pandemia entra en un desbarajuste justo cuando se acerca el final del desconfinamiento, y más atentos hay que estar al comportamiento del virus, simulando entre el choque de criterios y la particular mecánica epidemiológica pequeños rebrotes que van apareciendo en las estadísticas que no vemos . Desescalda sin frenos.