Feria de Córdoba de 2022 | Miércoles de esplendor en El Arenal

Y allí que vamos, sin saber que vamos a ningún sitio. Porque nos perdemos. La desorientación: el efecto secundario del estrés y de los treinta y muchos grados de El Arenal . «Juan, pregúntale a la Policía , ellos seguro que saben dónde está la caseta que visita el presidente», tercia Albás . Los agentes, solícitos, hacen sus gestiones por la radio y en nada le dan la localización exacta a Marín. «A sus órdenes», se despide el de Sanlúcar . «Gracias a usted», se marcha los 'nacionales'.

Esto es así. Uno sabe cuándo y por qué traspasa la portada pero no en qué momento va a emprender el camino de vuelta. Ni con qué sorpresas se va a marchar. Hay una que es la primera: «Hola, soy el dependiente del bazar en el que compras los refrescos cada noche: me he pedido la semana libre para estar de portero en esta caseta, me merece la pena», explica un trabajador de Bonitos , la sede de la asociación empresarial BNI en el recinto, en la calle Judería. Adentro, el presidente de la Junta, Juanma Moreno, se relaja después de los apretones con su seguidores junto al alcalde, José María Bellido , y al exdelegado del Gobierno Antonio Repullo .

Más. Entre los asistentes ufanos a una de las comidas de empresa hay un amigo. «Qué alegría verte. Me dijo mi padre que vosotros dos sois amigos, y yo sin saberlo. Vamos a hacernos una foto y se la mandamos, para que sepa que estamos todos contectados», se exalta el amigo.

Es la hora de los excesos. Pero a ella le importa poco. Juanma Moreno acaba de marcharse de la sede en El Arenal de la Asociación de Jóvenes Empresarios (AJE) y ella sigue a lo suyo. Ella se llama Sofía. Treinta años. Casada. Tres hijos. Autónoma. Libre de cargas familiares en este miércoles de Feria. La música parece que se la han puesto a ella y solo a ella, 'I will survive'. Gloria Gaynor . «Los impuestos me van a matar, tengo una ruina encima porque no vendo lo que tengo que vender. Pero aquí sigo, socio», acierta a decir la mujer.

En Los Íntimos de Escalante , en la calle Mezquita , se cuece la salsa de la confraternización laboral. «Nosotros somos amigos, lo de compañeros es lo de menos», se escucha. Quienes se han reunido en torno a unos platos de arroz, de gambas con sal, de jamón y a unas raciones de churrascos son colegas de una sucursal de una compañía de seguros puntera con implantación en gran parte de la provincia. «¡Que hable el jefe, que hable el jefe, que hable el jefe!», se anima la más joven de la reunión. «Tú no le hagas caso: son las cosas de los becarios», tercia uno de los más veteranos entre los presentes, que mira a la meritoria con un gesto de desaprovación.

En El Lagarillo hay una unanidad en una cosa: en organizarse. «Señores. Por turnos. Las mujeres primero. Los niños después. Los hombres los últimos. Todos vamos a comer sentados pero hay que tener paciencia», se hace valer el líder de una reunión de amigos y de parientes que sabe de sobra de estas cosas. «La anarquía es mala, muy mala, y más en el desorden consustancial a la Feria . Hay que marcar la pauta. ¿Ves esos montaditos? No los van a tocar nada más que las señoras. Atento», se explaya antes de dar una voz y mandar a cada uno a sitio. Las cosas.