LIBRE DIRECTO
Córdoba, Patrimonio de la Humanidad
Vivir en esta ciudad es un auténtico privilegio
Mapping en la Puerta del Puente por el Aniversario de l Patrimonio de la Humanidad del Casco Histórico de Córdoba
Se cumple esta semana el 25 aniversario de la declaración del casco histórico de Córdoba como Patrimonio de la Humanidad por la Unesco. Ese Casco Histórico que Juan Bernier glosase en bellos versos: «Amarillo perfil de arquitectura / de cúpulas y torres coronado. / Torso de ... duro mármol cincelado, / estatua de ciudad, Córdoba pura». La declaración de la Unesco el 17 de diciembre de 1994 vino a certificar lo que la Historia había dado a Córdoba: capital romana, capital Omeya, capital judía, capital de la frontera cristiana y ciudad principal del Renacimiento y del Barroco.
La buena labor de la mayoría de los alcaldes del siglo XX , a partir de José Cruz Conde, cuidando esa magna herencia patrimonial y protegiendo el Casco de desmanes urbanísticos, hicieron el resto para que el organismo internacional nos concediese tal distinción. La segunda que consiguió Córdoba, tras la de la Mezquita-Catedral (1984) y que precedió a las de la Fiesta de los Patios (2012) y Medina Azahara (2018) hasta completar un póquer de inscripciones en el Patrimonio de la Humanidad, un privilegio al alcance de pocas localidades.
El Ayuntamiento ha redactado por unanimidad un manifiesto que defiende los valores de este aniversario , se compromete a seguir cuidando nuestro Casco y anima a los cordobeses a implicarse en ello también. Estamos de enhorabuena por esa defensa unánime en una ciudad tan dada a las polémicas estériles y a las banderías en asuntos esenciales. Solo falta que todas las administraciones públicas cordobesas trasladen las palabras a los hechos y cumplan el doble de deber de velar por el patrimonio cultural material y de hacer cómodo y habitable el Casco Histórico .
Los cordobeses, a su vez, deberán concienciarse de la gran ciudad donde viven, cuidarla y amarla. «Córdoba se ha transformado no en una posibilidad, sino en una oquedad. Ha tenido tanto su pasado, es tan glorioso, que siempre tiende a mirar hacia el pasado; como si su progreso fuese el regreso», es una queja que lanzó hace años Antonio Gala. ¿ Es consciente el cordobés de lo que significa vivir en una ciudad Patrimonio de la Humanidad ? ¿Sabe las ventajas que ello conlleva, a las que se añade que es la ciudad española con esa distinción internacional que más visitantes atrae? En la duda queda si el cordobés medio sigue siendo aquel que cuando un turista le pregunta por nuestro gran monumento se limita a contestar: « ¿La Mezquita? , sí, ahí está».
Disfrutemos, mientras, de este 25 aniversario y del privilegio que representa estar en Córdoba. Y es que, como escribió Ricardo Molina: « Hay ciudades que se agotan en su cuerpo . Otras que, al contrario, diríase en constante trascendencia de sí mismas: parecen hechas de sentimiento, de poesía, de nostalgia ; ciudades por donde circula un alma casi visible, casi palpable, que se adentra en ti y se confunde a tu vida en un instante, creando, en el más recóndito vergel de tu conciencia, la flor del perdurable recuerdo. A este grupo de ciudades pertenece Córdoba».
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