Semana Santa
Jueves Santo en Córdoba, la hiel del cáliz del sacrificio
La lluvia anega de tristeza a Córdoba en una tarde fría en que ninguna cofradía tuvo otra salida que suspender
Así te hemos contado en directo el Jueves Santo de Córdoba 2024
Córdoba
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Iniciar sesiónEl arca eucarística del convento de Santa Marta tiene en el frontal un pelícano que se abre el pecho. No llovía a las siete de la tarde del Jueves Santo, pero en el monasterio de religiosas jerónimas buscaban refugio cristianos y cofrades. De ... un frío mucho peor que el del aire, de una humedad que no se calaba en el esqueleto, sino más adentro, del desamparo que apresaba por fuera.
El pelícano es uno de los símbolos eucarísticos más clásicos, porque representa a un animal que se abre el pecho para alimentar a sus hijos. Poco importa que ahora se diga que el animal no hace eso, porque alude a Cristo, que sí que lo hizo: ofreció su cuerpo para alimentar a quienes lo siguen.
Habían terminado los oficios de la Cena del Señor en Santa Marta y el Santísimo estaba reservado en la urna de plata antigua, entre flores, velas encendidas y espigas. Se arrodillaban quienes querían velar unos minutos ante Él, como había pedido a los discípulos en aquella noche que se recuerda en el Jueves Santo.
Las imágenes de la hermandad de la Caridad de la Semana Santa de Córdoba 2024
Ángel rodríguezLos legionarios han acudido este Jueves Santo lluvioso a su cita con el crucificado de San Francisco tras cinco años
No se puede comparar la resignación de un año de lluvia, ni siquiera un año excepcional en que el agua cubre a toda Córdoba con un manto de tristeza, con el camino de la cruz, pero a quienes se acercaron allí, y a quienes de camino a otros lugares entraban en una iglesia con el Santísimo en el monumento, les servía para tener un poco de consuelo y sentido.
Mientras pasaban los días y las noticias eran las mismas, en aquel lugar recoleto, tras del patio entre las calles escondidas, era posible recordar que era Jueves Santo. Sin nazarenos, sin pasos atravesando las calles, sin bullas, sin música, pero sí Jueves Santo en un rito que no son tan pocos los cofrades de verdad que sí cumplen.
No era poco consuelo para los que se habían acostado vacíos de emociones el Miércoles Santo y al subir la persiana encontraron otro paisaje plomizo de charcos y lluvia, y no necesitaban ni siquiera mirar a las pantallas para saber lo que iba a repetirse el Jueves Santo. Las nubes recorrían el cielo como estandartes funestos, rayos certeros que se encargaban de calcinar cualquier resto de esperanza.
Por la mañana las cofradías de las Angustias, Caído y Cristo de Gracia pidieron a sus hermanos que no fuesen a los templos con las túnicas puestas, que las llevasen en bolsas, para así poder protegerse de la lluvia. Querían evitar el camino entre grandes chaparrones y después se sabría si suspendían o no.
En esas horas no es que lloviera, sino que de vez en cuando había claros, breves, quizá con un poco de sol, hasta que el cielo volvía a jarrear sin piedad. A las dos de la tarde, por ejemplo, pero también a las cuatro, a las cinco, había turbiones intensos con alguna pausa. No se cansaba la lluvia de decir que no se iba a marchar de Córdoba.
Las cinco de la tarde no era una hora de gozo en que saldría una cofradía y otras dos estaban a punto, sino un momento fatídico en que no se esperaban más que comunicados de suspensiones. El de Jesús Caído madrugó bastante. El de la Caridad llegó a su hora y en San Francisco hubo el único recuerdo de Jueves Santo de siempre. Por la Cruz del Rastro llegaban los soldados del Tercio Gran Capitán, I de la Legión Española, que volvían a la ciudad un Jueves Santo.
No lo hacían desde 2019, un año en que también llovió, primero por la pandemia, luego por estar en Málaga y más tarde por el alto coste. Llovía con mucha fuerza cuando buscaron el Compás de San Francisco, pero qué podía importar eso a quienes tienen la cultura de mirar cara a cara a la muerte y saben que no necesitan ni los paraguas bien intencionados de quienes los querían tapar del aguacero.
Las imágenes de la hermandad de las Angustias de la Semana Santa de Córdoba 2024
álvaro carmonaSan Agustín ha arropado a la cofradía, que no se ha podido poner en la calle
No fue un día de demasiadas lágrimas. Lo resumió un cofrade de los que ayer tuvo que tomar la decisión de suspender sin dudarlo un momento: «Salir sería un milagro y tampoco vamos a pedir al Señor un milagro para eso».
Dentro de San Agustín, o de San Cayetano, o del Beato Álvaro de Córdoba tal vez alguien habría pedido que pasara el cáliz, pero también con la certeza de que el agua no iba a marcharse y de que además iba a ser buena. Fue el paso del Señor de la Caridad el único que se movió este Jueves Santo, y es una tradición que no suele fallar, porque se acercó a la puerta, donde esperaban los hermanos de honor.
Cuando el Crucificado aparece desborda la puerta y las calles con su presencia poderosa, y los que estaban en el compás encontraron lo mismo que ya habían visto los cofrades de la Caridad en el interior: el Señor sobre el monte de claveles y la belleza íntima de la Virgen como una gran joya de la Semana Santa de Córdoba.
No pasó el paso de la puerta, regresó al interior y los que después buscaron a la hermandad lo hicieron ya en San Francisco. Quedaba en el sagrario el Santísimo ofrecido en sacrificio y no le faltaban visitas.
Las imágenes de la hermandad de Jesús Caído de la Semana Santa de Córdoba 2024
rafael carmonaSan Cayetano ha vibrado visitando a sus titulares, pero sin que pudieran ponerse en la calle
En San Cayetano la ilusión se había desvanecido muy pronto y la cuesta de San Cayetano estuvo llena de paraguas que no iban más que a confirmar lo que sabían. Por la mañana se habían acercado muchos a ver por fin la reforma del paso de la Virgen de la Soledad, que vuelve a las dimensiones de 1930.
La lluvia evitó que quienes hubieran tenido que estar en las calles conocieran el movimiento del nuevo conjunto, ahora con las bambalinas unidas y mucho más corto, pero los hermanos de Jesús Caído que lo vieron se admiraron de la vista trasera del manto vertical negro y del nuevo techo morado, y se mostraban contentos. Ante la candelería había jarras de flores blancas en un juego de varios tamaños.
Volvía el Tercio Gran Capitán al Jueves Santo cinco años después, y entonces también llovió
Los que llegaban hasta allí tenían que buscar la mirada de Jesús Caído, imprescindible para entender lo que significa el Jueves Santo de Córdoba, y lo encontraban con el oro todavía nuevo de la túnica de San Juan de la Cruz, y entre piñas de flores que mezclaban el morado con el malva. A ratos había que cruzar la cuesta de San Cayetano entre paraguas y a ratos escampaba, pero en esos cielos abiertos quedaba la certeza de que iba a ser imposible encontrar un rayo de luz.
Rezó la hermandad de Jesús Nazareno durante un buen rato hasta que pudo anunciar que iba a suspender su estación de penitencia y que abrirá poco después de las seis de la tarde, mientras sus hermanos continuaban con las oraciones.
Las imágenes de la hermandad del Nazareno de la Semana Santa de Córdoba 2024
Álvaro CarmonaLa hermandad ha rendido culto a sus titulares en el templo tras la suspensión de la estación de penitencia
Los que habían podido llegar hasta allí habían pasado por calles vacías, como de día festivo civil, de esos que no tienen otro rito que el no ir a trabajar, de una jornada otoñal de frío y lluvia en que no hay que hacer otra cosa que quedarse en casa. Pero el caso es que en torno a las iglesias había colas y gente que quería recordar que era Jueves Santo, que esperaba encontrarse con los pasos quietos, ya que no iban a salir. Algo así como esperar igual que les espera cuando llegan moviéndose.
La cofradía de Jesús Nazareno recibía a la gente no el silencio de su Jueves Santo, sino en la espiritualidad de las oraciones. En ese ambiente, cuando uno se puede detener delante, el Señor es todavía más místico y hondo, y ahí llegaba otra vez el recuerdo de que era Jueves Santo, porque tenía el gesto del Cordero de Dios que asume el sacrificio y carga con la cruz, como cargaban resignados todos los que a esa hora se despojaban de túnicas que no se habían manchado de cera. Cruces menores, sin duda, pero también cargadas con el sentido de que no pesaban si se aceptaba.
Las imágenes de la hermandad de la Cena de la Semana Santa de Córdoba 2024
ÁNGEL RODRÍGUEZLa cofradía de Poniente se ha quedado en su templo debido a la mala climatología
En frente estaba la Nazarena, y la palidez celestial resplandecía todavía más en la penumbra del templo, encendida y alta su candelería, mientras se sucedían los rezos y el Jueves Santo cobraba un sentido distinto. Iris morados y rosas blancas, como en los últimos años, eran las ofrendas que habían puesto en los dos pasos.
No llovía a esa hora y dejó de hacerlo durante un cierto momento de la tarde, pero nadie tenía dudas de que el cielo gris oscuro volvería a descargar y a dejar la noche desolada. Muy poco después de las siete la Virgen de las Angustias recibía bajo el coro de San Agustín, cuando ya nadie tenía dudas de que la Semana Santa estaba ahogándose en frentes de lluvia.
Detenía otra vez el tiempo la imagen de Juan de Mesa y ese llanto desconsolado que termina en la aceptación parecía haber asumido el de todos los hermanos que la acompañaban en el trago, como si sus lágrimas, como tantas veces a lo largo de cuatro siglos, fuesen suficientes para llevarse el dolor de todo el mundo.
En los últimos años el color rojo es el que domina a sus plantas y este Jueves Santo se combinaban las rosas con las calas en armonía de sutileza, mientras llegaban los suyos, rezaban y le encontraban perfiles y miradas nuevas, porque saben que su Virgen es inagotable.
Las imágenes de la hermandad del Cristo de Gracia de la Semana Santa de Córdoba 2024
rafael carmonaEl Esparraguero no pudo ponerse en la calle, pero volvió a recibir el calor y el cariño de los cordobeses
Rezaron los cofrades de la Sagrada Cena a la Virgen de la Esperanza del Valle para aferrarse al ancla de la advocación, pero bien sabían mirando al oeste de su barrio que las nubes que llegaban no eran inofensivas. Si había quienes habían rezando en los monumentos de los conventos de la ciudad antigua, allí se contaba lo que resumía el pelícano: la carne y la sangre ofrecidos como precio de la redención de la humanidad, la víctima a la que se adora en los sagrarios.
Y se le adoró esa noche en la parroquia, mientras el Señor de la Fe ofrecía el cáliz derramado de sangre en el rojo de las flores y en el nuevo techo de palio, ya con la gloria bordada y un motivo sacramental. La delicadeza de las orquídeas se integraba en los detalles del paso que presidía el dolor de la Virgen.
En el Alpargate los que iban a rezar ante el Cristo de Gracia podían escuchar las marchas de la agrupación musical de la hermandad, que quiso tener algo del Jueves Santo de toda la vida aunque el Crucificado no pudiera moverse del lugar.
Algo más de tristeza se encontró allí, aunque ya estuviera asumida, y también más abrazos entre lágrmias, porque las altas horas de la noche se iban a quedar. Justo a sus pies no faltaban las flores llamadas aves del paraíso, clásicas en los últimos años, y en el friso dominaban los tonos morados. Ya era de noche y llovía otra vez en Córdoba.
Los que habían entrado a algún templo recordaban que era Jueves Santo y algunos pensaban en San Hipólito y en la evolución del tiempo. Las puertas de abrieron justo a la medianoche, pero para encontrar la oscuridad sólo iluminada por los pasos del Cristo de la Buena Muerte y la Reina de los Mártires.
Las imágenes de la Buena Muerte en la Madrugada de la Semana Santa de Córdoba 2024
Ángel RodríguezLa cofradía de San Hipólito suspendió su estación de penitencia y mostró a sus imágenes en la iglesia oscura
El Crucificado se alzaba silencioso, esta vez con los faroles de Castillo Lastrucci, entre claveles rojos que le daban la sobriedad de siempre. Los nazarenos que quedaban, todos cubiertos, rezaban en las sillas.
Enfrente estaba Nuestra Señora Reina de los Mártires, y la luz de su candelería invitaba a unir una oración con otra: «Dios te salve, María...». Tras mirar un dolor que parecía todavía más intenso, sus admiradores miraban la belleza de su ajuar y lamentaban no encontrarlo en la calle. El cáliz del sacrificio se bebió hasta el final.
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