La tarde extraordinaria de la Virgen de los Dolores

Sobre unas andas cedidas por una hermandad de Écija, la iluminaban cuatro candeleros y otras tantas tulipas, recuperadas este año. La Virgen ha llevado la saya del Espíritu Santo, la misma que tuvo el 9 de mayo de 1965, y el manto negro de camarín. Calas blancas y rosas de pitiminí en su color estaban en sus jarras, mientras andaba con sencillez, escoltada por una refinada selección de música vocal interpretada por la coral Cantabile.

Un nutrido grupo de fieles la ha acompañado, sobre todo a partir del Bailío, y muchos han disfrutado de una forma de estar en la calle que sin dejar de ser la de la Virgen de los Dolores de siempre, ha recordado las estampas antiguas de las parihuelas y la música vocal, aunque su imagen siempre sea inmutable. Rezos murmurados y devoción en los ojos han sido estaciones en todo el camino.

Por Alfaros y Santa Marina ha llegado al primero de sus estaciones: el convento de Santa Isabel de los Ángeles, donde las religiosas clarisas la han recibido con el «magnificat». Poco después, por la estrechez de Juan Rufo y Conde de Arenales, ha llegado a Santa Marta, y ha quedado en el patio, donde le han rezado las monjas jerónimas. Las Hermanas de la Cruz, las Capuchinas, las religiosas de Santa Victoria, las carmelitas de Santa Ana y las Siervas de María son las siguientes etapas hasta llegar a la Catedral, donde este jueves comienza el triduo.