Mayo Festivo

Patios de Córdoba 2023 | Cuando los propietarios 'educan' a los visitantes para enseñar la fiesta

Las colas y esperas marcan el recorrido por San Basilio, lleno siempre de visitantes pero con tesoros que sus propietarios muestran a quienes preguntan

Patios Córdoba 2023: guía completa para no perderte con las rutas y el plano de los recintos

Visitantes en San Basilio, 20 Valerio Merino

Se pasa estos días por San Basilio y el que ama los Patios se lo piensa. No sabe si bajar los escalones o cruzar los arcos de Belén y de las Caballerizas. No sabe si pasar al barrio de los Patios, al ... lugar en que se mantienen abiertos todo el año. Al sitio al que van a parar tantos visitantes del corazón monumental. Al lugar en el que siempre hay que esperar colas y a veces hay que salir pronto. A la ruta de doce patios concentrados en poco espacio y con el riesgo de ir de uno a otro como el que va de cuadro en cuadro en un museo.

Contra ello lucha Isabel Martínez, que no sólo abre las puertas de la casa de su suegra, sino que habla a los turistas, porque la mayoría no son de Córdoba, les cuenta dónde están y qué son los Patios. Está en San Basilio, 20 y cuando hay un número razonable toma la palabra: «Están ustedes en nuestra casa. Muchas casas tienen patio en todas partes, pero la diferencia es que en Córdoba las queremos compartir con los demás», dice.

Y habla del limonero en espaldera, que da tanto frescor y florece en la luna llena, de la begonia real y de muchos objetos arqueológicos, como el brocal mudéjar, la columna romana y los ladrillos visigodos.

Desde 2012, dice, las visitas se han desbordado y parece que pasan por un espacio público. Como otros vecinos, quiere recuperar la esencia de una fiesta que supone entrar en la casa de alguien. Y no deja de contar con amargura que algunos visitantes cortaron dos capullos de una flor sin el menor miramiento, después de que sus dueños estuvieran todo el año esperando a que apareciesen.

Lo dicen también en San Basilio, 14, porque sus dueñas se quejan de que haya muchas fotos y mucho reparar en la despensa antigua, pero nadie quiera mirar las plantas y fijarse en el geranio que da sus flores un año detrás de otro y que llega a los dos metros. Cantan los jilgueros en una jaula y se acentúa el aire de la vida antigua que después acompañará todo el camino.

Y al salir de aquella casa resulta que el Alcázar Viejo, con sus colas y sus esperas, sigue teniendo la mejor sangre de Patios de Córdoba. La de Martín de Roa, 7, con las pilas antiguas que sorprenden tanto como las antiguas casas vecinales que se van asomando al pavimento del bolo cordobés, tanto como el arco iris de las gitanillas en pequeñas macetas y de los claveles cayendo con sus tallos.

Tanto como las habitaciones que se asoman a cualquier rincón. Y en su hermano siamés, el número 9, encuentra las azucenas que este tiempo son como filigranas, las galerías con vigas de madera y ese recuerdo de la humilde forma de vida que un día se vistió de lujos con lo más sencillo que tenía a mano.

Desde ahí, y con los ojos de saber que las familias siguen enseñando y compartiendo, el Alcázar Viejo ya parece distinto. En Martín de Roa, 9 el canto es de un canario, y es barroco y lleno de lirismo, como le pasa a los de su especie. Tienen allí tanta importancia las plantas como el haberse construido al lado de la muralla que acentúa el carácter de barrio distinto que tiene la collación del Alcázar Viejo.

Visitantes en Duartas, 2 Valerio Merino

De pronto San Basilio no es una calle del infierno con algún chiringuito de música en que se despachan bebidas y mucho que esperar, sino un lugar en el que ir pasando a lugares con la historia de sus familias, con el rastro de la vida y con la huella de quienes labraron su rincón con los buriles de su propia personalidad.

Los números 17 y 15, con el aire nuevo de casas construidas en el siglo XX, pero teniendo presente la luz y las galerías que se vuelcan al patio, que más que un lugar al aire libre es más bien una habitación con la que se comunican las demás. En una de ellas reina Don Quijote de La Mancha, icono nacional que trajeron desde la tierra de molinos que inspiró a Cervantes. El número 22, con su aire de casa andaluza en un lugar diáfano y los colores que van ganando la partida a la cal de las fachadas.

Por allí los controladores van organizando a quienes llegan, cuentan cuántos salen y tienen que lidiar con quienes quieren pasar juntos y no quieren los cortes que muchas veces están obligados por el aforo de lugares que no siempre son grandes. Los viajeros se preguntan cómo será regar y cuidar todas las macetas y otros, los que acaso conocen un poco más la fiesta, miran y buscan novedades.

Frente a la masificación, muchos propietarios prefieren mostrar a los visitantes la esencia de la fiesta y de su casas

San Basilio, 40 es el Patio de la Costurera y conserva el aire de taller, con la vieja maquinaria de 'Fonderies Burselloises', el pozo que no falta en casi ninguna parte, porque busca en la tierra lo que, como ahora, no siempre da el cielo. Si en otros sitios hay pájaros, aquí hay peces en una pequeña alberca, y habitaciones que se abren a su estructura que tiene tanto de pasillo como de plaza.

El de la calle Duartas es siempre una sorpresa de armonía cuando se pasa debajo de su arco y se llega a su combinación sabia de sombra y de luz. La segunda, para que las plantas tomen el sol y crezcan con los colores de este tiempo; la primera, para contemplar sus muchos detalles y la forma con que juegan con la escalera.

Fuera aguarda otra vez el San Basilio bifronte. Por todas partes macetones que parecen puestos como decoración inanimada de casas que parecen sin demasiada vida. Allí no son afortunados, pero sí, por ejemplo, en Postrera, donde tienen rosas de pitiminí que enamoran mientras se espera a uno de los patios más antiguos, pequeños y sabrosos del certamen, un viaje en el tiempo a una época pasada.

Se puede acabar en el número 44, en el patio de la Asociación de Amigos, con la escenografía deslumbrante, pero para ese entonces quien camina ya se habrá dado cuenta de que el Alcázar Viejo sigue siendo bello aunque sea necesario apartar y buscar.

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