Son estas personas que dedican todo el año a los cuidados los que mejor pueden hablar de las especies, de cómo han brotado las flores en este año en particular o de la forma en que se han traído algunas plantas que ahora deslumbran.
En el camino de los patios conventuales, que son cinco sumando tres monasterios, un colegio de religiosas y la iglesia del Juramento de San Rafael, quienes tienen que hablar son precisamente monjas y cuidadores que ayudan a que los recintos salgan adelante.
Es el caso, por ejemplo, del colegio de la Piedad. Su directora, Petra Gómez, explica cómo han decorado su monumental patio del siglo XVIII desde el año pasado y para este año han conseguido participar en la nueva categoría. Hay que disfrutar de flores y también arquitectura.
Espiritualidad
Para las madres jerónimas del convento de Santa Marta, la idea es «que la gente que pase al patio se encuentre con Dios. Dios es belleza, es amor y está en la vida que tienen las plantas, en los animales y sobre todo en las personas».
Todo es de gran sencillez, pero se consigue que la paz pase de la clausura, de los sitios en los que se reza, pase a esos patios que no forman parte de ella y que se contagian de espiritualidad. Así lo dicen sus protagonistas.
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