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La pandemia deja a Córdoba en el eje de la despoblación más severa
Datos
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Una calle de Valsequillo, en el norte de Córdoba, prácticamente vacía, al mediodía
La despoblación está asociada en España a una imagen de un páramo castellano. Casas de piedra abandonadas y un silencio atronador. Pequeñas aldeas gallegas, húmedas y apesadumbradas, animales y mayores arreando tras ellas. Lo que no podríamos imaginar hace pocos años es que el bello ... paisaje de una dehesa o el rosario de casas encaladas entre un mar de olivos podría empezar a sumarse al puzzle de una sangría demográfica cada vez más acuciante en el país.
Los últimos datos del Padrón Continuo del Instituto Nacional de Estadística (INE) encienden las alarmas rojas para la provincia de Córdoba. Muy especialmente en los tres últimos años, donde la tendencia interanual alcanza las cotas, prácticamente, del eje donde la pérdida de habitantes se muestra de forma más severa: León, Zamora, Palencia, Lugo, Asturias, Ceuta o Melilla... Unos indicadores que no se veían desde hace mucho tiempo y que han encadenado entre 2019 y 2021 la falta de más de 11.000 cordobeses hasta el último dato oficial a 1 de enero de 2022, con 772.464 integrantes de la provincia.
El análisis desagregado de los últimos cinco años registrados en el INE por provincias retratan un camino vertiginoso —pese a lo cortas que puedan parecer las cifras—. Durante 2021 y 2020, fue la séptima provincia española con más caída de un año a otro de habitantes, en una banda de 4.000 a 5.000 cada uno de esos años, para ser más exactos.
Castilla y León, Asturias y Galicia acogen zonas donde ese descenso se acerca al 1 por ciento (Zamora, sobre todas las demás). Y el caso de Melilla es también de los peores, por encima ligeramente de ese 1%. La provincia de Córdoba se queda en la banda del 0,60 por ciento durante los dos últimos años. Y hasta Jaén está a punto de colarse en este furgón de cola por el impacto del coronavirus.
Caída de 11.000 cordobeses
Hay que tener presente que en los últimos tres ejercicios, de esos 11.000 cordobeses que han desaparecido de los censos, la proporción entre españoles y extranjeros es desproporcionado en detrimento de los primeros. Entre 2019 y 2021 se fueron 8.049 personas nacidas en España por 939 de procedencia foránea. En términos relativos tiene más peso específico esta pérdida de extranjeros que la primera.
Pero, sobre todo, porque entre 2018 y 2017 la población venida de fuera del país creció casi un 7%. Eran esos compases de salida definitiva de la gran crisis financiera. El resto del territorio perdía ya décimas en cuanto a nacionales. El descenso de los extranjeros es más abrupto proporcionalmente. El de los cordobeses o de otros puntos de España, más sostenido en el tiempo. El primero más coyuntural y económico o sanitario. El segundo, una tendencia que va ganando terreno en los últimos tiempos.
Un estudio de la Fundación de las Cajas de Ahorros (Funcas) titulado 'La despoblación de la España interior' analizó con minuciosidad hace apenas dos años la situación de 23 provincias, entre ellas Córdoba, atendiendo a las principales características demográficas y económicas en su evolución desde 1950 hasta el año 2019.
De este informe salían tres grupos: 'La España despoblada que decrece', compuesto por las provincias que conforman el núcleo duro de la despoblación en el territorio nacional; 'La España despoblada que se estanca', formado por los territorios que aún con buenos niveles de población han sufrido importantes procesos migratorios y están en una situación de estancamiento; y el grupo de la 'España despoblada que remonta', que como su propio nombre indica presenta los mejores registros económicos, un elevado peso de la industria y mejores datos de densidad demográfica.
¿Dónde catalogó el estudio de Funcas a Córdoba? En ninguno de los extremos. La provincia formaba parte entonces de la España que se estanca. Puede que en estos momentos esté más cerca del primer grupo.
La otra Andalucía
El contraste de la situación de Córdoba es aún mayor cuando se enfrentan sus datos a la evolución de las otras provincias andaluzas, exceptuando a Jaén. Las seis restantes ofrecen valores en positivo en los dos años más cruentos de la pandemia. Bien es cierto que las ubicaciones en la costa han podido influir en la búsqueda de espacios más abiertos, alejados de grandes concentraciones. Por supuesto que la economía también.
Ni que decir tiene que Málaga ha crecido en porcentajes del 1,29 y 0,6 en estos dos últimos años. Pero hay otras provincias andaluzas de interior como Sevilla donde, pese a registrar un crecimiento más ajustado de apenas una décima en 2021 (ligeramente negativo en 2020), no llega a la intensidad de Córdoba.
El caso de la capital es muy similar. Según los datos del INE, entre 2019 y 2021 ha perdido en torno a 6.500 habitantes con la dualidad de un casco urbano que decae en esa misma magnitud frente a una periferia (con barriadas y parcelaciones) que se mantiene o crece en algunos puntos.
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