Cultura
El nuevo Museo de Bellas Artes de Córdoba, 12 años en el olvido y ahora fuera de los presupuestos
El Gobierno no consigna nada para el edificio que tiene que terminar con los problemas de espacio del actual
El proyecto estuvo en la agenda desde 2006, pero el Ayuntamiento de IU nunca consiguió el suelo necesario
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Córdoba
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Iniciar sesiónSI Córdoba fue en cierto momento la ciudad de las maquetas por la cantidad de grandes edificios culturales y sociales que se proyectaron, no hay proyecto más virtual que el del nuevo Museo de Bellas Artes, que se tendría que haber levantado junto ... a la Calahorra.
El C3A tardó, pero al fin está activo, el Palacio del Sur tuvo proyecto y lugar en la ciudad aunque al final fuera imposible conseguir quien lo financiara, pero el Museo de Bellas Artes no fue más que una línea en los Presupuestos Generales del Estado que nunca llegó a ejecutarse. No hubo movimientos para que fuera realidad y ya ni siquiera aparece en las líneas maestras del Ministerio de Cultura para los próximos años.
El edificio apareció por primera vez en los Presupuestos Generales del Estado para 2006, con la cordobesa Carmen Calvo como ministra de Cultura en el Gobierno de José Luis Rodríguez Zapatero. El Gobierno consignó 300.000 euros, que entonces serían imposibles de ejecutar, pero que al menos daban cuenta de que había interés en hacer la nueva sede.
Hacía mucha falta: el Museo de Bellas Artes vivía y vive lastrado por la falta de espacio en su lugar actual, el antiguo hospital de la Caridad. No tiene sitio para exposiciones temporales fuera de un pequeño pasillo y una gran parte de sus fondos, entre ellos su importante colección de dibujos y obras en papel, no se pueden mostrar.
En 2007 se consignó un millón de euros, en 2008 fueron 2,74 y en 2009 llegaron a 2,98 sin que se ejecutase un céntimo. Y algo más importante que eso: no hubo movimientos para que el nuevo Museo de Bellas Artes se pudiera construir. Hacían falta, porque lo más necesario era el suelo.
Junto a la Calahorra
La idea era que el nuevo centro cultural estuviera en una parcela entre la avenida de Cádiz y la de Fray Albino, muy cerca de la torre de la Calahorra y del colegio Rey Heredia. La mitad de ese solar ya pertenecía al Ayuntamiento de Córdoba, mientras que la otra tenía viviendas y locales de restauración (algunos muy emblemáticos) que era necesario expropiar para que el Ministerio de Cultura pudiese construir el museo en el terreno.
Sus apenas 646 metros para mostrar colecciones están muy lejos de los 1.116 del museo de Granada y de los más de 3.400 que tiene el de Sevilla
La expropiación siempre tiene una tramitación complicada y con resistencia, porque los vecinos ya habían dicho que no estaban conformes, así que el Ayuntamiento encontró una solución imaginativa.
Al oeste del lugar en que tenía que construirse el Museo de Bellas Artes había un solar de un tamaño parecido en que estaba previsto construir Viviendas de Protección Oficial (VPO). La Gerencia de Urbanismo, en aquellos años en manos de Andrés Ocaña, habló de ofrecer a los propietarios del solar que había que expropiar los pisos que se construyeran, como compensación por tener que derribar sus casas.
La solución nunca se llegó a plantear en firme y el tiempo apremiaba: Córdoba aspiraba a ser Capital Europea de la Cultura en el año 2016 y necesitaba mejorar sus equipamientos. En 2009, poco antes de ser alcalde, Ocaña reconocía que el Ayuntamiento no tenía más que la mitad del terreno, pero habló de entregarlo al Gobierno para que allí se comenzase la obra mientras el Consistorio iniciaba el procedimiento para la expropiación.
La entonces delegada de Cultura de la Junta de Andalucía (la entidad que tiene que gestionarlo, aunque el Ministerio sea el propietario), Mercedes Mudarra, decía que este sitio era «más que suficiente».
Tampoco aquellos 200.000 euros de 2009 se llegaron a ejecutar nunca y en 2011, el año en que se tenía que decidir la Capitalidad Cultural, los Presupuestos Generales del Estado no hablaban del Museo de Bellas Artes.
En aquel tiempo también se buscaba un lugar a la colección Circa XX, que había ofrecido Pilar Citoler. Ante la negativa de la Junta de Andalucía de ceder el Centro de Creación Comporánea de Andalucía, entonces en construcción, se planteó el futuro Bellas Artes, con un diálogo entre las obras antiguas y las más actuales. No fue posible.
José Antonio Nieto intentó recuperar el proyecto en sus años como alcalde e ideó una nueva plaza en que se integraría el edificio, pero eran los peores años de la crisis económica y el Gobierno dio prioridad a la nueva Biblioteca Pública del Estado.
El último capítulo se escribió en 2018, cuando Íñigo Méndez de Vigo, ministro de Cultura con Rajoy, confirmó en respuesta parlamentaria que no era un proyecto prioritario y que no había crédito para los 14 millones que costaba. Muy poco después llegó la moción de censura que aupó a Pedro Sánchez al Gobierno y desde entonces no ha habido cambios.
El centro está entre los que menos visitas reciben de Córdoba, con 37.000 en el primer semestre de este año
El museo, el primero que tuvo Córdoba en el siglo XIX, sigue abierto y sus cifras no hacen más que insistir en la necesidad de un traslado. El área pública con colecciones tiene 646 metros cuadrados, muy lejos del centro del mismo nombre en Granada, que tiene 1.116 metros y una intervención en 2009 que lo ha modernizado. El de Sevilla, uno de los más importantes de España, se acerca a los 3.400 metros cuadrados.
Sin salir de Córdoba, el Museo Arqueológico, ahora en proceso de reforma, roza los 1.700 metros cuadrados para mostrar al público sus colecciones. En un tiempo en que cualquier turista hace una reseña a través de internet recomendando o dejando de recomendar un museo, el número de visitas no podía ser milagroso.
En el primer semestre de 2022, por el Museo de Bellas Artes de Córdoba pasaron 37.200 personas, muy lejos de los 140.000 del Arqueológico, de los más de 200.000 del Alcázar, de los casi 108.000 de Medina Azahara, de los más de 43.000 de la torre de la Calahorra y de los 85.000 del Palacio de Viana. Sí estuvo por encima del Museo Julio Romero de Torres, que, a diferencia del Bellas Artes (y de todos los que gestiona la Junta de Andalucía) cobra entrada también a los residentes en la Unión Europea.
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