Córdoba
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Iniciar sesiónHace ya algo más de dos años que escribo esta columna de opinión, una oportunidad que agradezco enormemente al director de este periódico, por darme en él la palabra. Por mi parte, me comprometía a no faltar a la mía en la cita oportuna ... y exigente de cada viernes. Dar la palabra, tenerla, pedirla, otorgarla no es poca cosa. Es el reconocimiento del otro y de lo que tiene que decir, es conceder espacio de libertad y tiempo a sus palabras, convocar el silencio para que puedan ser oídas y presuponer el respeto ante lo que se escucha. Y quien dice, lo hace para transmitir sus opiniones, con juicio y lo mejor fundamentadas posible.
Me llega un texto de Rodari, metáfora de actualidad: «Los escolares asirios y babilonios no conocían el arte de levantar la mano para hacer una pregunta […]. Habrían querido pedir explicaciones, pero no podían, porque el arte de levantar la mano […] no se conocía aún. Un pequeño egipcio tuvo la primera intuición […] y en vez de decir que no estaba de acuerdo fingió que quería rascarse la cabeza. Los escolares griegos y romanos […] levantaban el dedo meñique, […] el profesor ni se da cuenta, y así ellos seguían callados. En la Edad Media los niños […] cuando querían hacer alguna pregunta, levantaban la espada. El maestro creía que lo desafiaban a duelo y desenvainaba la suya […]. Hoy en día […] por desgracia, muchos alumnos solo la utilizan para pedir permiso para ir al baño […]. Levantar la mano es un arte difícil de aprender. Hay mucha gente que no sabe ni siquiera que existe, y que en toda su vida nunca levanta la mano para dar su opinión».
Nunca ha habido una sociedad más conectada que la nuestra, pero la magnitud de la información es tanta que parece que fuese imposible abarcarla y poder procesarla, incluso atender y entender su multiplicidad. Tal avalancha provoca la perplejidad, el aturdimiento y la mudez. Por ello, es importante fomentar y desarrollar el pensamiento crítico, para no desertar de la posibilidad de conocer e interpretar la realidad, de hacer preguntas, de encontrar respuestas ni de la necesidad y el derecho a expresarlas, de alzar la mano. Blas de Otero pedía además de la paz, la palabra, hoy las necesitamos a ambas.
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