La Graílla
Ahora que llueve
No es el momento de anunciar tierras cuarteadas, sino de pensar en embalses para guardar agua ante otra sequía
Nacer, ser, desear
Aunque tú no lo sepas
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Iniciar sesiónSequía no es un neologismo para explicar una falta de lluvia durante un tiempo largo como consecuencia del cambio climático, que es lo quieren algunos que ahora parezca. En Córdoba son tan incontables como los momentos en los que el Guadalquivir inundó la ... ciudad y se ganó el miedo de sus habitantes. La escasez de los primeros años noventa fue dura, pero Córdoba pasó por ella sin ni siquiera la amenaza de las restricciones que sí llegaban a otros lugares de Andalucía, y para eso hay dos explicaciones.
La popular y más guasona dice que en la ciudad se había disparado el consumo de agua embotellada por cierto deje distinguido de los cordobeses, y que gracias ello los embalses se mantenían. Otros aseguran que en Córdoba los pantanos del Guadalmellato y Navallana se construyeron con tanta cabeza, y se mantuvieron después con tanta cabeza, que conservan el agua en épocas de escasez, y el cuidado que ahora ponen los Ayuntamientos en la canalización ayuda a que no haya muchas pérdidas.
Ahora que no para de llover y que los ingenieros luchan por encontrar la mejor forma de soltar el agua que amenaza con desbordar los embalses sin que el Guadalquivir vuelva a lugares en los que hace daño han empezado a escucharse voces no muy distintas de aquellos predicadores de otro tiempo que encontraban pecados por todas partes y anunciaban catástrofes y plagas cuando el pueblo decidía darse una alegría.
Mientras la gente vive resignada ante la caravana de nubes negras, aguaceros y días sin ver el sol pero también feliz por saber el bien que tanta lluvia deja en los pantanos y en el campo queda todavía quien anda preocupado al pensar que durante un tiempo nadie precisará sus servicios de experto en sequía ni le llamará para ofrecer horizontes dantescos por culpa del cambio climático que ha provocado el hombre con los tubos de escape de los coches, el humo de las fábricas y la manía de criar vacas para tener calcio y proteínas.
Ahora que llueve no será el momento de pinchar el globo y anunciar tierras cuarteadas, sino de empezar a pensar que de toda el agua que se marcha al mar para no reventar las presas se podría conservar una buena parte en nuevos embalses que tardarán más de una legislatura y hasta de dos en construirse, pero que asegurarán el líquido para beber y cocinar cuando vuelvan las sequías que acompañan a esta tierra desde mucho antes de que se inventara la máquina de vapor.
Es el espíritu del ser humano: en lugar de quedarse en las cuevas utilizó el hambre para inventar la agricultura y la ganadería, la lluvia y el frío para hacerse casas y la dureza del mundo para crear herramientas con que modificarlo. La gente que vive en el Norte de Córdoba no estuvo sin agua durante un año sólo por la sequía, sino por un embalse demasiado pequeño y otro que no se usaba, y esas cosas a largo plazo necesitan solución sin demora sobre todo ahora que llueve.
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