La Graílla
Cuando has sido feliz
Habías recibido con cansancio lo que está a punto de empezar y pensabas que quizá se esté gestando un empacho por no saber esperar
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De pueblo
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Iniciar sesiónPRONTO hará veinte años. Sonaba 'Salve Regina Martyrum', todavía reciente y difícil de entender en ese oído que la había buscando tanto en un tiempo en que la música no aparecía convocada por un teclado con la facilidad de una fórmula. El palio mecía, ... amaba y cantaba a la Virgen con una cadencia que sólo fue de aquel día y que por lo tanto no deja de recordarse en el rincón de los gozos. En tu memoria quedaron, aquella noche y para siempre, el encuentro en Las Tendillas en que conociste aquel son imborrable, la salida de San Pedro y la eterna 'Amarguras' en la calle Juan de Mesa y el palio llenando de luz la oscura calle Gondomar.
Lo viste y lo guardaste y por eso todos los años, con el espíritu feliz del deber cumplido y las piernas cansadas, vas a buscar a la Reina de los Mártires en otro son distinto y sin música, y como ha pasado tanto tiempo no lo echas de menos, porque no imaginas más sonido que los flecos de bellota en los varales cuando van delante sus hermanos de túnica de cola y esparto.
Sí, ahora te lo confiesas: también fue algo memorable ocho años más tarde, con la Reina y su cera rizada a la vez como epílogo de aquel otro día y como prólogo en que las hermandades tomaron el rumbo cierto de la Catedral. Viviste y revives esa noche como un delirio febril de bullas y belleza, con la textura de un sueño hasta que Aquella a la que no puedes negar nada te zarandeó y te obligó a no dejarla.
En realidad sabes que nada de lo que sucede cuando hay un paso en la calle, sobre todo en los días santos en que el aire y la primavera tejen una tienda sagrada alrededor de las imágenes, se debe a ti ni a tu voluntad. Es Dios quien decide el momento preciso en que prender el alma por el asa de los sentidos y hablarle para conseguir un cambio en la vida.
Aunque al planificar y cuadrar horarios te hagas una ilusión vana de que puedes prever hasta la emoción, es la Virgen la que te encuentra y la que te obliga a no marcharte, a mirar otra vez y a guardar lo que tienes delante de ti. Todo eso pasa, lo sabes, si Ellos quieren y cuando el corazón se abandona a lo que suceda. Si es frecuente en Semana Santa es porque es el tiempo en que las imágenes, y en ellas Aquello que representan, aparecen sin otra justificación que el haberse cumplido el tiempo en que deben salir.
Por eso habías recibido con cansancio y escepticismo lo que ahora está a punto de empezar y has pasado esta espera larga y pensando que quizá se esté gestando un empacho por no saber esperar y por querer reemplazar lo que llega al alma en sus días precisos por aquello que sólo podrá quedarse en los sentidos y su gozo efímero e incompleto. Ahora que está aquí piensas, variando a Sabina, si al lugar y al tiempo en que has sido feliz no debieras tratar de volver, pero también eres consciente de que en estos días tu dicha o desdicha casi nunca dependen de ti mismo.
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