CÓRDOBA ENTRE LÍNEAS
Lourdes Giménez Conde (cazadora): «Oigo una ladra en una montería y se me pone el corazón en la boca»
Fue a la primera cacería con su padre, que coincidía con Franco y el Rey Emérito, con seis años y con casi ochenta vive por y para la cinegética
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A unos cientos de metros de la estación del AVE de Villanueva de Córdoba, en el corazón de Los Pedroches, hay una rotonda con un monolito que da la bienvenida al viajero a la comarca y una señal que indica la dirección de un camino rural: al final de esa senda sinuosa y con cambios de rasante, a unos ocho kilómetros del punto de partida, está la cancela de la finca 'El Valle', asegurada con un candado con una contraseña numérica.
-Se la he mandado hace un momento por el 'whatsapp' Póngala, abra solo una hoja de la puerta, vuélvala a cerrar si es tan amable y le cambia los números. Suba un poco y verá la casa. Aquí le espero. Si no atina voy yo y le abro.
Puro carácter
Lourdes Giménez Conde es pura energía, puro carácter. A sus setenta y nueve años. Divorciada desde hace décadas, con cuatro hijos y seis nietos, vive a su aire en una propiedad que se compró hace veintitrés años y que en sus más de mil cien hectáreas acoge a unas seiscientas reses -venados y ciervas- que son una tentación para los furtivos y para el mosquito, que ha acabado con la vida de más de doscientos treinta en pocas semanas.
Un sofisticado sistema de seguridad, consistente en la instalación de cámaras de viograbación por toda la propiedad, registra cualquier movimiento en ella. Pero hay quien se cuela. Y ella se da cuenta. Por favor. «La otra noche estuve hasta las cuatro de la madrugada persiguiendo a dos que se metieron. Íbamos el guarda y yo con los vecinos de al lado. Veíamos los dos cigarritos en la oscuridad. Yo sé quienes son. Les entrego las cintas a la Guardia Civil, para que ellos lo sepan también», comenta la mujer, una de los nueve hijos que tuvo Antonio Giménez Muñoz, el heredero de la Banca Giménez, que luego adquirió José María Ruiz Mateos y que se convirtió con el tiempo en el Banco de Jerez.
El rellano que precede al porche de la casa está decorado con un retorcido tronco seco y pintado de añil y coronado con una enseña nacional. «A mí me gusta mirarla, es la de mi época, la de los Reyes Católicos», sonríe la cazadora veterana, a la que progenitor llevó a su primera montería, en Hornachuelos, cuando tenía seis años. Desde entonces no ha parado.
En el salón de su hogar, profusamente exornado con motivos cinegéticos, hay decenas de cuernos de venados y una piel de cebra que ella abatió en África, además de fotos de su padre en cacerías con Franco y con el Rey Emérito.
Afuera, en la zona descubierta del inmueble, luce un kudu que ella se echó al zurrón en un safari, que asegura que no le gustan. Este fin de semana está en la finca Jandilla, con María Domecq y Ángeles Queipo de Llano -la nieta del general- entre otras amigas a las que considera como hermanas tras décadas de experiencias en torno al rifle. A la charla con ABC asiste Pirata, su perra inseparable, una 'jack russell' vencida ya por la edad, y a unas decenas de metros del periodista y de la entrevistada se pasean venados en plena berrea. «A ellos les pongo nombres: a uno, que era muy malo, le llamé Bin Laden».

-¿La caza es su afición principal?
-Sí. Total. Cada año organizo una montería de invitación al año en el Valle, y nos juntamos unas cien personas. Vienen nada más que mis amigos.
-Es su vida, entonces.
-Sí.
-Por qué.
-Más que la caza, el estar aquí viendo las reses… Esta mañana he visto que se han dejado caer unos buitres y me he ido a ver si es que los furtivos me han matado alguno. Anteanoche estuve hasta las cuatro de la mañana detrás de unos furtivos que habían entrado, estuve con el guarda, y los vecinos también ayudándonos: los estábamos viendo desde la finca de los vecinos y desde la mía. Esto es un sinvivir.
-¿Por qué le gusta tanto la caza?
-Pues no lo sé. Desde que iba con mi padre, y desde entonces siempre, siempre, siempre. Ya digo, cuando oyes una ladra se te pone el corazón en la boca, es que no puedes ni respirar: yo pienso que el día que ya no sienta eso no me compensará ir, porque yo me sigo poniendo igual de nerviosa que cuando era joven. Hay días que me oigo el corazón. Me lo oigo, ¿sabe? La caza hay que aprenderla, yo la aprendí de mi padre. Hay mucha gente que no sabe, que se abre en los puestos, con un rifle para cada lado. Eso no puede ser.
-Cuántas armas tiene.
-Ya nada más que un Blaser 3006. Me compré el primero que salió. No quiero tener nada más. Mi padre tenía uno hecho a mano, que son muy pesados.
-¿No caza con escopeta?
-Con rifle siempre, con escopeta no sé. No me gusta. Como tampoco me gusta la caza menor. En mi finca no tiro ni una a perdiz. Aquí he matado a un solo venado en todos estos años, porque los estoy viendo todo el día y lo paso muy mal. En las monterías tiro cochinos, eso sí. Mis hijos no son aficionados ninguno a la caza, es una pena. Les digo que cuando yo me muera no van a esperar ni a enterrarme, porque en mi velatorio ya van a estar vendiendo la finca. Esto que he dicho es un disparate.
«La caza hay que aprenderla: yo lo hice de mi padre»
-Entonces no lo pongo.
-(Risas) Como usted vea.
-¿La caza es cultura?
-Total. Además, es que si no se cazara nos quedábamos sin flora. Mire este año como está el campo, no ha llovido apenas nada. Imagínese que no se mataran las reses, aunque estuviera la finca abierta...
-¿Ha cazado fuera de España?
-Sí, he estado en África, en Sudáfrica, pero los safaris no me gustan. Lo que a mí me gusta es estar en un puesto, lo bonito que es cuando una rehala empieza a ladrar detrás de una res: se te pone el corazón aquí [se señala la garganta con las manos], sin saber lo que te va a entrar, si va a ser tirable o no va a ser tirable, y cuando te entra pegarle un tiro… Eso es maravilloso. Vamos, a lo mejor hay gente que dice que es un disparate, que es matar animales. La caza no es matar. Los animales no sufren, más lo hacen en un matadero, pienso yo.
-¿Cuál es el trofeo más preciado que tiene?
-El del único venado que he matado yo aquí. Tengo cuernos de venados que son únicos.
-¿La caza es una cosa de ricos?
-No, qué va. Usted párese a mirar las licencias de caza que hay en España y hay millones de personas humildes que son cazadoras. Es increíble la afición que hay.

-Ahora parece que las administraciones se están tomando cierto interés por la caza. La Junta de Andalucía, por ejemplo, acaba de aprobar, el Plan sobre el sector que estará activo por diez años.
-Esto es desastre. Los problemas que les ponen a los pobres rehaleros... Es una vergüenza. La de papeleos y cosas. Las de esto y las de aquello. Ya no se pueden llevar trabucos, con lo bonito que era un trabuco en una montería. Hacía «booooom...». Era precioso. La que se formaba. Pues ya nada. Ha cambiado todo tanto...
-La ley de bienestar animal.
-Bueno, eso ya es para morirte. No toque ese tema que vamos, que vamos.
-Las regulaciones de los perros de caza...
-Y los perros de no caza, que ahora para tener uno en tu casa tienes que ser ingeniero industrial más o menos. Nada más que hacen poner problemas. Lo que hagan de bueno la verdad es que no lo veo. Es un horror. Soy como soy. Yo, mire, es que tengo mi bandera con el escudo antiguo, no con el nuevo. Usted a lo mejor será socialista y dirá que mira ésta. Llevo el escudo de mi época, bueno pero es que viene de más atrás, porque lo pusieron los Reyes Católicos, que no fue Franco, vamos. Hay cosas que llevo muy mal. Otro ejemplo: a ver a quién le hago daño yo si voy con mis varillas por la finca y se me vienen arriba porque he encontrado agua, y cuando llevas un metro empieza a salir agua, y a salir y a salir. Eso está prohibido también.
-Qué piensa de las críticas de los animalistas a la caza.
-Mire. La gente habla desde los despachos, sentada. Y no tienen ni idea. Cómo van a ser lo mismo que yo, que estoy aquí siete días a la semana, las veinticuatro horas, y sí que sé. Sé lo que le pasa a cada animal, y sé lo que le conviene a cada uno, y que no me cuenten cuentos chinos. Yo estoy aquí echándole de comer el año entero, porque me gusta tenerlos cerca y disfrutarlos.
-¿Aprende usted de los animales?
-Son maravillosos, quitando a las bichas y a las ratas. Que ahora no puedes matar a un rata, eso es otra. Yo tengo videos dándole una perita de San Juan a un venado, no me diga que eso no es bonito. Los animales son más nobles que los humanos, y los perros ya ni te cuento. Un perro no te falla nunca, aunque es verdad que yo no tengo más que a hembras, cuatro, que a machos aquí no quiero ni uno. Un perro no te guardará rencor nunca.
-Igual que las personas.
-Igualito.
-Lourdes, ¿qué dice ese azulejo que está al lado del maniquí con el trabuco, el coleto y la caracola?
-'Vive aguto y oliva lo diguto'. Ésa es mi filosofía de vida. Al lado hay un trofeo de un venado que mató mi padre en el año 1952, con la cruz de San Huberto [patrón de los cazadores], y una Inmaculada. A mi edad me digo que no quiero ni una cuerdecita que me aprite: mire, había una piscina aquí en la entrada a la casa, donde yo hice la cocina, y la quité, porque el agua estaba sucia siempre. Y aquí en la puerta me pasó otra cosa: una noche oí un tiro, acababa el venado de descorrear, y llamé al guarda y estuvimos toda la noche buscándolo, y cuando amaneció vimos que estaba en la puerta; había venido aquí a morirse el animalito.
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