ENTREVISTA
Juan Ojeda: «Que España dependa ahora de un fugado no se entiende en Europa»
El exsecretario general de los populares de Andalucía reflexiona sobre la situación política en un contexto de incertidumbre
José Manuel Cuenca Toribio: «Los tiempos de esperanza ya quedaron atrás»
El periodista y expolítico, en el balcón de su despacho de la calle Sevilla
La política ha sido una parte importante en la vida de Juan Ojeda (Córdoba, 1948), exparlamentario europeo y andaluz, exsecretario general de los populares andaluces y exdirector del Colegio de España de París. En su despacho de la calle Sevilla, rodeado ... de una gran biblioteca repleta de libros de historia y literatura, el periodista y político, ya jubilado de su labor pública, reflexiona sobre el momento que vive España en un instante de alto ruido y polémica. Ojeda, que inició su carrera en el CDS y se define como hombre moderado, habla con rapidez y reconoce que echa más de menos el periodismo que la política. «En la política sufrí muchos momentos duros, vi incluso amigos morir asesinados por ETA», recuerda antes de lanzarse a analizar una actualidad que sigue con atención.
—Difícil no empezar por lo más actual, por la reunión de Díaz y Puigdemont en Bruselas y su solicitud de una ley de amnistía. ¿Hacia dónde va España?
—El escenario es insólito. Ver en el Parlamento Europeo, que es el centro de la política europea, a un fugado de la Justicia española no sólo legitimado sino convertido en el principal negociador para resolver la situación de España es algo sin precedentes. Esa es el papel que le ha dado el Gobierno y su vicepresidenta, Yolanda Díaz, que ha ido allí a legitimar a Puigdemont. Lo que ahora preocupa es saber hasta dónde están dispuestos a llegar para conseguir la investidura de Pedro Sánchez. Y está claro que en Europa la situación actual de España no se entiende, y conozco cómo funciona eso pues he sido parlamentario europeo. Que la Presidencia de España dependa de un prófugo es un desprestigio enorme para la política digan lo que digan Pedro Sánchez o Yolanda Díaz. Al que le viene esto bien es a Puigdemont, que se fugó en el maletero de un coche y al que ahora han convertido en una estrella. Él está encantado y de ahí que en la reunión con la vicepresidenta se le vea tan sonriente. Parece que no se conocían personalmente, pero por el alto grado de complicidad que se observa en las imágenes me hace sospechar que sí habían mantenido charlas telefónicas anteriores. Ambos han degradado el Parlamento Europeo.
—Sorprende que las negociaciones de Sánchez y Díaz se sobrepongan al intento de investidura de Alberto Núñez Feijóo. ¿Piensan en el PP que existe alguna opción real de llegar a La Moncloa?
—Ahora mismo estamos a la espera. Pero el mismo Feijóo reconocía hace unos días que las posibilidades de conseguirla son mínimas. Faltan cuatro votos y si faltan, aunque solo sean cuatro, pues no habrá investidura, ya que con Junts no se puede hablar nada. En Junts quien decide todo es Puigdemont y lo que priman no son intereses ni siquiera de Cataluña, sino personales. Él sigue hablando como representante de todos los catalanes, con actitudes claramente totalitarias que en su partido se las están aguantando. La antigua Convergencia era un partido catalanista pero hasta cierto punto razonable más allá de los temas de Pujol y el 3%, pero esto no tiene nada que ver. Una vez que pase el intento de investidura de Feijóo es cuando comenzarán las verdaderas negociaciones entre Puigdemont y Pedro Sánchez. Mi impresión es que lo va a tener muy difícil, porque la exigencia de Junts para empezar a negociar es que se den los primeros pasos parlamentarios para una ley de amnistía. Que eso es inconstitucional no es que lo diga el PP, sino que lo han dicho miembros del PSOE como Felipe González, Tomás Gómez, Carmen Calvo o Grande Marlaska. Sinceramente, creo que es imposible.
Ojeda, durante la conversación con ABC
—Usted dice que con Junts no hay nada que hablar, pero no fue eso lo que Núñez Feijóo explicó de inicio y que provocó tensiones internas en su partido.
—Fue un fallo estratégico dejar caer que Junts puede ser un interlocutor más. Eso ha causado descontento en sectores del partido. Núñez Feijóo ha dejado claro esta semana que no se va a hablar con ellos y con eso debe quedar zanjado este asunto. En el PP ahora mismo son conscientes de que la investidura es muy difícil y según yo lo veo lo que tienen que hacer es prepararse para lo que va a venir después. Observo dos posibles escenarios: o que Sánchez consiga ser presidente cediendo todo lo que haya que ceder o que vayamos a una repetición de elecciones, que creo que es ahora mismo lo más probable viendo las exigencias de Puigdemont. En el caso de que Sánchez logre la investidura será un Gobierno muy complicado. El PP tiene mayoría parlamentaria en el Congreso y mayoría absoluta en el Senado, que es importante en la tramitación de leyes. La mayoría de las autonomías, de las diputaciones y de los ayuntamientos de grandes ciudades son también populares. Sería una legislatura muy complicada para Pedro Sánchez, aunque también está claro que a Sánchez esas complicaciones le importan poco. Es un político con suerte personal, aunque eso no significa que sea una suerte para su partido, al que le está causando un deterioro importante.
—Una gran coalición de las dos formaciones mayoritarias parece imposible en España, donde lo que prima es una polarización creciente. ¿A qué se debe?
—Yo creo que ha faltado diálogo entre PP y PSOE y sigue faltando, pues la reunión de Sánchez y Feijóo fue una mera foto. Antes esto no era así y siempre había conversaciones, aunque muchas veces los periodistas no supiesen de ellas hasta pasado el tiempo. Por ejemplo, yo tenía una buena amistad con Alfredo Pérez Rubalcaba y en mi etapa en París coincidimos en una de las conferencias que organizábamos en el Colegio de España y me dijo que quería cenar conmigo. Esto fue antes de las elecciones generales de 2015. Me propuso que entre PSOE y PP intentásemos un acuerdo previo a las elecciones. No era algo en el sentido de la gran coalición alemana, que eso es algo que en España hoy es imposible, sino de unos acuerdos generales como respetar que gobierne la lista más votada y alcanzar acuerdos en asuntos como Cataluña y el País Vasco, la política exterior o la presupuestaria. Yo lo intenté y no encontré respuesta positiva en mi partido y a él le paso lo mismo, pues me dijo que no le habían hecho ni caso. Así que lo dejamos. Han faltado ese tipo de acuerdos que habrían evitado una situación como la actual. Además, en el PSOE ahora mismo no hay nadie como Pérez Rubalcaba. Se han roto mucho las relaciones personales. En mis tiempos, más allá de que nos peleásemos en el Parlamento, había buenas amistades entre políticos de distinto signo. Tampoco era habitual el insulto y no era como ahora que a todo el mundo se le etiqueta de forma despectiva como facha o comunista. Ver al otro como el malo es un peligro importante para la estabilidad y para la concordia política, que al final es lo que hace falta en un país.
—Pasemos de lo nacional a lo andaluz. ¿Imaginó alguna vez que el PP podría llegar a tener una mayoría absoluta como la que hoy disfruta Juanma Moreno?
—En la primera legislatura de Juanma Moreno se gobernó con el acuerdo de gobierno con Cs y apoyos puntuales de VOX. Pese a que no era fácil, se hizo bien y Juanma consiguió lo más importante: quitar el miedo social que existía en Andalucía a que gobernase la centroderecha. En mi época, en las encuestas siempre nos encontrábamos el mismo problema: que los andaluces percibían al PP muy a la derecha mientras que la población se situaba mayoritariamente en el centro izquierda, casi en el mismo lugar al que situaban al PSOE. Pesaba el recuerdo del franquismo, del señoritismo, de las grandes diferencias entre clases sociales. El gran logro inicial ha sido quitar el miedo que existía y que cultivaban los partidos de izquierdas sobre una supuesta eliminación de la sanidad o la educación públicas. Juanma ofrece la imagen de un político centrista, dialogante, sin enfrentamientos personales ni violencia verbal. Ahora le beneficiará también el gran éxito de las municipales. Sólo nos basta mirar lo que ha ocurrido en la provincia de Córdoba, con el PP gobernando en municipios como Puente Genil o Palma del Río, en los que hasta ahora era impensable. Nosotros llegamos a gobernar las ocho capitales y cinco diputaciones, pero el Partido Popular nunca tenido en Andalucía lo que tiene hoy.
—Vox perjudica al PP porque le puede restar voto pero también le permite centrar su posición en el tablero. ¿Le ha beneficiado eso en Andalucía?
—Siempre he pensado que al PP le vendría bien que existiese un partido más a la derecha. En nuestro partido antes había de todo, pero yo, que vengo del CDS de Adolfo Suárez, he defendido siempre que nuestra posición debe de ser el centro.
—Para concluir, me gustaría hablar de Córdoba. Mayoría absoluta y segundo mandato consecutivo bajo Alcaldía del PP, algo que nunca se logró antes. ¿Qué análisis hace de Bellido y de su equipo?
—José María Bellido es un político centrado y moderado, con un perfil muy similar al de Juanma Moreno. Ahora, con la mayoría absoluta, tiene una oportunidad de gobernar sin los problemas del anterior mandato. El alcalde ha conseguido una cosa muy importante que es la Base Lógística del Ejército de Tierra, que supone el comienzo para que aprovechemos un factor de desarrollo importante que tiene Córdoba como es su situación geográfica. Todo tiene que pasar por aquí. Si conseguimos revitalizar el aeropuerto podemos ser el mejor nudo de comunicaciones español al Sur de Madrid. De ahí tiene que venir un despertar empresarial, que creo que ya ha comenzado, y un desarrollo industrial, que es uno de nuestros grandes déficits. Otra cuestión importante es que hoy se habla en Córdoba de lo importante, de lo que le interesa al ciudadano, y no de problemas artificiales.
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