Desde mi rincón
Joyas de Córdoba
La avenida Vallellano vuelve a lucir en su acera las originarias baldosas, cuyo diseño nace de Antonio Gaudí
¿De verdad nos importa Córdoba?
¿Libres o siervos?
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Iniciar sesiónEl escritor uruguayo Eduardo Galeano dijo que «mucha gente pequeña en lugares pequeños, haciendo cosas pequeñas, puede cambiar el mundo». ¡Comparto esa opinión! En la actualidad me veo obligado a llevar mi pensamiento a personas sencillas que hacen cosas sencillas para no amargarme ... la existencia. Aquellas otras que por estar en política se creen importantes y actúan pensando lo que en el futuro se dirá de ellas, esas no merecerán nuestro recuerdo, ni en la actualidad producen otra cosa que no sea angustia, tristeza y en muchos momentos asco, a quienes nos vemos obligados a soportar sus actuaciones y sus impertinencias. Por eso dirijo la mirada a esas pequeñas cosas que nos hacen felices y de las que como ciudadano de Córdoba me siento orgulloso.
Hace unos días ABC Córdoba nos informó que la avenida Vallellano volvía a lucir en su acera las originarias baldosas que nuestro recordado arquitecto José Rebollo Dicenta eligió para que lucieran en esa maravillosa entrada a Córdoba, allá por los años 50. Lozas cuyo diseño nace del prestigioso arquitecto español de Reus Antoni Gaudí para cubrir el suelo de famosa Casa Milá–La Pedrera en Barcelona, edificio declarado Patrimonio Mundial de la Unesco. Ya dirán mis lectores si no es para sentirnos orgullosos los ciudadanos de Córdoba.
Lo que corresponde ahora a nuestros representantes políticos es vender esa joya nuestra como lo que en verdad es, ¡una joya! Que nadie diga que mientras otros saben vender bellotas al precio de joyas, en Córdoba, por no valorar lo que tenemos, vendemos las joyas al precio de las bellotas.
Para que eso no sea así, nada es más necesario que en la acera de esa avenida figure en altura una placa explicando la historia de ese paseo que da la bienvenida a la ciudad de Córdoba y también la de las maravillosos baldosas que pisan quienes la lean.
En alguna columna he manifestado la tristeza que me produce el abandono de los maravillosos bancos de azulejos de Talavera que se encuentran en los Jardines de la Agricultura, conocidos popularmente como Los Patos. Asientos que servían de descanso para quienes acudían a la hoy desaparecida pequeña Biblioteca Séneca. Bancos, cuya réplica se encuentra en museos, que enmarcaban una acogedora placita.
Hoy esa pequeña biblioteca se ha transformado en la Biblioteca Pública del Estado, también llamada Grupo Cántico. Y me llegan rumores de que el responsable de Infraestructuras de nuestro Ayuntamiento y su valioso equipo se han puesto manos a la obra para que no pase mucho tiempo en que podamos ver en esos jardines otra placa explicando el origen y el valor de unos bancos que, con réplicas en museos repito, ya quisieran para sí otras ciudades.
Hemos hablado de dos pequeñas cosas nuestras. Pero dos auténticas y envidiables joyas que deben lucir en el maravilloso cuerpo de Córdoba.
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