Familia en casa

Sabemos que si quieres disfrutar de su compañía tienes que aceptar la hégira de la familia a la casa familiar. No dirán mis lectores que no es bonito el tema. Bonito y mucho más refrescante que hablar de política.

Alguien dijo que cuando Dios pensó en crear algo bonito para los niños, creó a los abuelos. Ellos, los abuelos, dan todo lo que gusta a los nietos. Y los nietos disfrutan con los abuelos como jabatos en una charca.

En Córdoba entendemos bien ese dicho pues es tierra de buenos cochinos y buen jamón. De esto último, del jamón, también gustan disfrutar los nietos. Algún lector puede pensar que todo eso está bien, pero agobian cuando llevan mucho tiempo. ¡No! Reconozcamos que el cansancio que dan los nietos es transitorio. El disfrute que dan deja huella en el alma. Lo malo es encajarlos.

El extraño progreso del que hablan los políticos no sólo ha hecho que nuestros hijos vivan lejos, sino que han cambiado aquellas grandes casas familiares donde vivíamos de jóvenes, por unas viviendas mucho más reducidas, inadecuadas para la llegada de hijos y nietos.

Pero los abuelos no sólo multiplican los panes y peces a la hora de comer, milagro que se manifiesta en el carrito de la compra, sino que sacan hueco de donde no lo hay para que los nietos se encuentren cómodos y descansen para seguir dando guerra al día siguiente. ¡Cosas de abuelos!

La verdad es que los nietos dan alegrías y piden poco. Los políticos piden demasiado y a tenor de lo que dan, preferible es que no den nada. Por eso el tema. ¡Felices vacaciones a los lectores!