Empatía

Hace años, en vísperas de unas elecciones municipales y junto a un grupo reducido de ciudadanos fui invitado por el entonces alcalde de Córdoba para opinar sobre lo hecho o dejado de hacer en la legislatura. Cuando se me permitió hablar dije que, según mi opinión, había tenido poca empatía para con los ciudadanos, cosa que lo distanciaba de sus representados. Me extrañó que preguntara por el significado de empatía. Cuando lo aclaramos se excusó diciendo que por razones políticas había estado mucho tiempo fuera de Córdoba cumpliendo como diputado autonómico. En las elecciones celebradas pocos días después perdió gran porcentaje de los votos recibidos anteriormente, perdiendo la alcaldía. Digo esto porque los políticos en general, salvo raras excepciones, actúan ajenos a los sentimientos de aquellos a los que se deben. Las mentiras, las medias verdades o los comportamientos ante hechos como la reciente DANA, demuestran lo que digo. Por eso me permito pedir a nuestros representantes municipales mayor empatía con todos y cada uno de los ciudadanos. Y lo pido por dos razones. La primera porque es la autoridad política más cercana. En segundo lugar, porque como pueblo soberano que somos, necesitamos sentir decencia en la política para no perder toda esperanza en esta democracia.

El poder de la empatía es un regalo a los humanos. Los políticos nos hacen pensar que se consideran divinos y no están obligados a darse sino a recibir. Eso ha abierto un peligroso foso que separa a los políticos de la sociedad. Por eso ruego a las autoridades locales que establezcan un puente que acerque los políticos al Pueblo.