Barrio de Levante en calma

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En el barrio de Levante, un nombre para recitar. Dos hombres han muerto asesinados esta semana pasada, con pocos días de diferencia. El primero, de una paliza de ingratitud, y el segundo, de dos puñaladas rivales.

Parece que en ambos crímenes tuvo protagonismo el corazón. El corazón bondadoso de un hombre que acogió en su casa a los miserables que lo mataron, en el primer crimen. Y en el segundo, el corazón repartido de una mujer, puesto a hervir con alcohol y drogas. Beber, beber y no pensar en nada. Vivir, vivir, que se ha puesto al rojo vivo en el barrio cordobés de Levante, donde aquella buena gente merece tener sus calles y sus casas sosegadas. Ninguno de los dos muertos tenía edad para morir, si es que alguien tiene edad para la muerte. «Nadie hay tan viejo que no crea poder vivir todavía un año», me consuela Cicerón, en 'De senectute'.

Unos años después, Séneca se mostraba muy económico con la esperanza. «Nadie es tan viejo que no pueda esperar vivir un día más», le escribió a Lucilio en la carta 12. Por haber nacido en Córdoba, Séneca necesitaba menos tiempo que Cicerón para ser feliz. El caso es seguir viviendo, para estar todavía a tiempo. Eso es lo que les han quitado a los muertos de Levante, el tiempo. Y en justa correspondencia, es lo que el Derecho debería quitar a sus asesinos, mucho tiempo de libertad, divino tesoro. ¿Qué clase de corazón hay que tener para ser capaz de tanta maldad? Un corazón de hombre, con eso basta. De hombre que no ha sido logrado, el corazón de una mala persona. Una mala persona no tiene nada que ver con una bestia salvaje. Es mucho más dañina.

Córdoba nos desconcierta. Parece un paraíso, pero se está llenando de serpientes. Era una mañana y abril empezaba cuando este periódico encogió el corazón de los cordobeses contando que en 2023 batimos nuestra plusmarca de delitos. Por encima de las otras provincias andaluzas, más virtuosas, y alcanzando el cuarto lugar nacional en la escala del asco ciudadano. Robos, violaciones, secuestros, asesinatos, estafas informáticas, la mala gente que va apestando la tierra tiene en Córdoba dónde elegir. Y encima, faltan guardias civiles y policías nacionales, y el Gobierno de España no es de fiar. Pues sí que empieza bien la primavera. Estamos perdiendo la esperanza, además de la bolsa y la vida. La Ley del Talión, a la que todo convoca, supondría la vuelta a la selva. Aunque es probable que ya estemos en la selva. Un Falcon de lujo hortera la sobrevuela con desprecio. A pesar de todo, vendrán tiempos mejores, y cantaremos con alegría al barrio de Levante en calma. Un verso en el gran poema de Córdoba.