Doble castigo a un aceite pujante

Pero este nuevo castigo de Trump, que ya se produjo en 2019 cuando gravó con un 25% de arancel la entrada de aceite de oliva español, duplica el daño de la artrítica burocracia comunitaria que, en brazos de la supuestas prácticas saludables y ecológicas, acaba torturando a un sector aplastado por la inflación normativa y las exigencias (sobrecostes) que no llegan a terceros impostores.

Es por ello que el aceite cordobés, si nadie lo remedia a partir del 2 de abril, cuando ha dicho el presidente estadounidense que entrará en vigor su pena fiscal, se verá subyugado por un doble castigo. Un doble arancel norteamericano y 'bruseliano' haciendo más cuesta arriba aún el camino provechoso que todos los operadores de esta actividad clave se afanan en allanar.

Grandes y pequeños, cooperativas de cualquier pueblo y pequeñas almazaras familiares o aventureras tienen cada vez más claro cuál es la senda. Véase la acertada iniciativa de la Diputación de Córdoba de abrir el escaparate de Las Tendillas para enseñar y promocionar las maravillas que se están consiguiendo en Baena, Cabra, Priego, Montilla, Adamuz, Montoro, Luque,... y un sinfín de localidades que siguen viviendo del olivar. Nuestro 'aove' llega a las mejores cocinas de este país y conquista los paladares más selectos y a la vez los más ignorantes que se ven atrapados en el cielo de sus bocas por toda una cultura milenaria que atraviesa su cuerpo en cada bocado.

Ni este Gobierno, que sólo se faja para saciar el voraz interés propio de su presidente, ni la Unión Europea, más pendiente ahora de lo que tenía que haber hecho hace décadas, deben admitir que otra vez la vara fustigue al aceite.