Time Lapse
La Córdoba romana
Sin grises, Córdoba ha tenido que entregar su alma en el precipicio cada cierto tiempo. El AVE o Cercadilla. El Rectorado o el anfiteatro romano. El parking de Anguita o el foro
Roma y Córdoba pueden ser dos de los grandes exponentes mundiales de lo que los expertos llaman 'ciudades yacimiento'. Una continuidad temporal de milenios y civilizaciones sin interrupción y con accesibilidad tan infrecuente como inédita. A pocos metros de nuestros pies, pero ... con dos enfoques distintos. Mientras en la gran urbe transalpina todos los ojos y recursos son pocos para ese legado, en la que fuera su gran capital occidental el relato del problema arqueológico y la pugna goyesca a garrotazos entre defensores y detractores ha suscitado barreras mentales, intereses espurios y la falla del desconocimiento y el desapego. Sin grises, Córdoba ha tenido que entregar su alma en el precipicio cada cierto tiempo. El AVE o Cercadilla. El Rectorado o el anfiteatro romano. El parking de Anguita o el foro.
Los románticos del siglo XIX crearon el celofán para el esplendor omeya de cinco siglos que embelesara al mismo Franco. Pero la Córdoba romana, con siete siglos de existencia, se quedó sin comerciales y anda buscando el foco para reivindicarse en una ciudad donde la política busca adeptos en los legados de su propia historia reinterpretándola.
Desiderio Vaquerizo, Manolo Pimentel y Eugenio Sánchez- Ramade han dado vida a una obra enciclopédica y divulgativa sobre esa Córdoba capital de la Bética que emulaba a su hermana mayor en todas las vertientes. Vaquerizo la llama el 'vademecum' de la Córdoba romana y su factura editorial y contenido hacen justicia poética a la magnitud de aquella urbe de circos, teatros, anfiteatros, templos, termas, mausoleos, villas, arrabales, acueductos y palacios a la que las huestes del propio César llegaron a dejar casi sin habitantes en sus luchas fraticidas. Y a la que la parca memoria 'cordobita' asesta el golpe letal del olvido.
Es un empeño editorial y científico necesario de altos vuelos. Una llave maestra para adentrarse en la grandeza de la Córdoba que de fuera alumbran y de dentro nublan. El valor del conocimiento y la investigación puestos al libre enjuiciamiento. Y una severa llamada de atención a los próceres que cultivan jaramagos en aquella capital del mundo.
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