Francisco Daroca: «La convivencia, y no el dinero, ha de primar en el modelo de ciudad»

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Rafael Aguilar

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-Rafael de La-Hoz Castanys asegura que su padre le enseñó a ver las cosas que no se ven a simple vista. ¿A usted también?

-Creo que él tuvo una nueva mirada, una capacidad de observación distinta, enorme. Está al tanto de todo lo que está sucediendo en su momento y sabe reinterpretarlo para el sitio donde le toca trabajar y con la escasez de medios que existían. Digamos que se encuentra en una situación socioeconómica que intenta superar un momento muy crítico y con muy pocos medios es capaz de establecer nuevas maneras de tener una arquitectura funcional, servidora para el bienestar de la persona, económica en el tiempo y en el dinero. Y en ese sentido yo creo que se aprende mucho de él. Y lo que se aprende es que no todo depende exactamente de las nuevas tecnologías, aunque él se apoyaba bastante en ellas.

-El hijo del profesional cuyo centenario se celebra ahora declaró además en una entrevista reciente con este periódico que aprendió de su padre que la arquitectura no tiene sentido si no crea entornos amables que hagan felices a los seres humanos. Usted acaba de exponer algo parecido.

-Sí, yo creo que él se fijaba mucho en el usuario último: si su cliente a lo mejor era la obra sindical del hogar, que entonces era quien hacía las viviendas sociales como organismo dependía del Ministerio, él, más que pensar en ese organismo como cliente, pensaba en quién lo iba a usar. Y en ese sentido, yo creo que sí tenía un alcance y una visión. Y lo que buscaba era que esa clase social, que todo lo más que había podido hacer era una chabola, tuviera un medio de vida digno.

-Ahí tenemos el Parque Figueroa...

-Sí, es un ejemplo, claro. Él, de todas maneras, dio una campanada cuando le encargaron cincuenta viviendas en Montilla, que llegaron a gustar tanto al Ministerio que las propuso como un modelo a seguir para toda España por su capacidad de resolución, de economía de medios, de economía de recursos y por su funcionalidad moderna: incorporaban la cocina abierta al salón, no había pasillos directamente, osea, no se gastaba inútilmente superficie. En ese sentido fue muy habilidoso.

-Si tuviera que elegir una sola obra de De La-Hoz, cuál se sería.

-¿Una? Depende de la escala. A mí me gusta mucho el edificio Castelar de Madrid. Creo que es una obra de primera línea, de lo mejor que hay en España en el siglo XX. Y digamos que empezando por la Cámara de Comercio, ése fue su arco productivo más fecundo, el que empieza la Cámara y acaba en Castelar.

-Hablemos del Casco Histórico, que es un debate eterno...

-Bueno, eterno desde que nos dio por pensar en él...

-¿Perdón?

-Sí, desde que nos dio por pensar en él. Antes no se pensaba y por lo tanto no se hablaba de él.

-Ya. Acaban de cumplirse treinta años de su declaración patrimonial de la Unesco. ¿Cómo cree que se conserva?

-Pues dignamente, desde luego, aunque con distinta acentuación, depende de qué zona. Digamos que lo que nosotros llamamos la Villa o Medina están más activas, porque son más turísticas, mueven más economía, todavía hay mucha clase media alta viviendo en ella y digamos que está más deteriorada la Axerquía. También porque la ciudad tiene muchos valores de imantación, de pesos específicos que atraen. Quiero decir que si tú no cargas en el otro lado del río, esa orilla del río se te quedará mal. Si tú no cargas en Oriente, el lado oriental de la ciudad histórica también cargará mal.

-¿Y cargar qué significa?

-Que la zona en cuestión asuma las funciones completas de una ciudad. Empezando por la residencial, que es lo primero: la vida del habitante y los equipamiento. Entonces, yo creo que la Axerquía sí necesita un poquito de atención administrativa o política.

-La despoblación no es un problema nuevo, pero los datos indican que va a más. ¿Esto cómo lo solucionamos? El Ayuntamiento acaba de anunciar una serie de viviendas de protección oficial en el Casco.

-Pues, hombre, eso es una primera medida esencial, pero desde luego, si hay una oferta de un piso nuevo con las últimas comodidades, con piscina, con jardines, con colegios cerca y con recursos a todos esos niveles, pues puede ser mucho más atractivo para una familia joven de nueva creación que el Casco Histórico, donde a lo mejor tiene más pegas para llevar al niño al colegio, para ir a la compra: todas estas cosas hay que saberlas facilitar. Por ejemplo, una dotación esencial que tenía prevista el Plan Especial de Protección al Conjunto Histórico era la construcción de aparcamientos, que se han hecho algunos, pero y donde se ha hecho ha funcionado.

-Hace unos días hablamos en el periódico con los vecinos de San Basilio, y achacaban la pérdida de población a la ferocidad de los pisos turísticos. ¿Estos alojamientos nos están haciendo más daño de lo que nos benefician?

-Sí, no sé decirlo de una manera clara. Digamos que genéricamente las cosas muchas veces funcionan mal por cantidad, no por cualidad. Entonces, el que pudiéramos convivir con algunos pisos turísticos podría ser aceptable, pero lo que pasa es que si se incrementa de una manera excesiva el movimiento turístico es muy molesto para el habitante, que tiene un devenir diario, cotidiano, distinto a lo que implica todo el tema turístico. En ese sentido sí habría que legislar un poquito más.

-¿Cómo se encuentra el equilibrio? ¿Cómo se consigue un turismo sostenible?

-Al final acabamos en temas económicos. Hombre, yo no sé si habría que ponerle una tasa, ¿no? Estamos prestando una ciudad maravillosa a todo el mundo que la quiera gozar: si te cobran por ir a ver un espectáculo, pues no sé por qué no te van a cobrar por ver una ciudad como ésta, ¿no? Lo que me parece más fundamental es no expulsar al habitante.

-¿Qué espera del nuevo Plan General de Ordenación Municipal (PGOM)?

-Bueno, yo creo que está en buenas manos y que puede dar unas directrices genéricas de comportamiento, no de normativa, porque la normativa va a cambiar. El modelo de ciudad lo tenemos que saber decidir entre todos, no por los intereses parciales de un sector, en fin, aquí me voy a... Por ejemplo, que los constructores quieren más plantas... Habrá que plantearse que por qué, ¿porque da más dinero? Un momento, que los dineros se pueden también mover y repartirse de otro modo. Debe primar el interés por la convivencia, no por el dinero.