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Mayo Festivo

Flores nuevas de los Patios de Córdoba: la ilusión de quienes abren por primera vez

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Interior de Jesús del Calvario, 16, que participa por primera vez Valerio Merino
Luis Miranda

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Todo empieza por una sugerencia. Interior o exterior. La primera es la que nace de asomarse a los patios que los demás han presentado al concurso y de mirar no con los ojos del visitante deslumbrado, sino con los de quien busca ejemplo. ¿Cómo podría repetirlo en su casa? ¿Tendrá mucho trabajo? ¿Será muy sacrificado?

La segunda llega de algún amigo que lo sugiere. Quizá se pueda combinar con la primera, porque es raro que quien tiene una buena casa en los barrios viejos de Córdoba no haya sentido correr en alguna ocasión el gusano interior de la pregunta.

La sugerencia le llegó a Rafael Guerrero de su vecino y amigo Óscar Rubio, que desde hace años abre la puerta de su casa, Guzmanas, 7, y que no ha dejado de mejorar su patio en los últimos años, paso a paso y con mucha pasión y actividad.

Rafael Guerrero vive en Jesús del Calvario, 16, en el corazón del barrio de San Lorenzo, y lo cierto es que el patio de su casa, que había sido casa de vecinos, parecía apropiado. Rafael Guerrero se lo pensó. Sabía que un patio tiene trabajo, que es un desafío, pero Óscar le insistió en que tenía posibilidades.

El suyo es uno de los cuatro que este año participan por primera vez en el concurso de los Patios de Córdoba. Algunos se han recuperado tras una década sin participar, pero el recinto de la calle Jesús del Calvario lo hace por primera vez.

La historia de la casa es también la de la de su propia familia. Sus padres, recién casados, vivieron de alquiler, cuando era una casa de vecinos y sus habitaciones, como las de los demás, se asomaban aquel patio que incluso comunicaba con los de la calle Alvar Rodríguez.

Después, con el paso del tiempo, consiguió comprar la casa completa y en ella vive desde hace años Rafael Guerrero, con su esposa, Paqui Pérez. Es un patio de arquitectura moderna, que llama la atención por la blancura de las paredes, que en los próximos años tendrán que llenarse de macetas y colores.

Geranio chino

Rafael Guerrero señala el geranio chino, que le regaló un sacristán de San Lorenzo y que es muy clásico de la fiesta de los Patios de Córdoba, y cuenta que el patio tenía algunas plantas de suelo, como los limoneros y buganvillas. Se han completado con geranios y gitanillas.

Rafael y Paqui se confiesan contentos. En el primer día recibieron más de 760 visitas y han probado las mieles de quienes pasan, admiran y les dicen que el patio está hermoso. Ha valido la pena el trabajo del último mes y medio, el trabajo de blanquear y la lucha contra el clima que lo ha puesto tan difícil en las últimas semanas.

«Ni siquiera se tarda mucho en regar, porque tenemos una ducha de jardín que ayuda bastante. Hay que quitar las flores secas, eso sí, pero parece bastante llevadero», cuenta Rafael Guerrero. El capitel de avispero no es califal, sino de resina, pero sí atauriques que le regalaron con pinta de tener bastante interés.

Un detalle que hará las delicias de los niños son las muñecas que Paqui ha hecho a base de macetas, que forman cuerpos, caras y manos, y que ella misma ha decorado a mano. Están en la escalera y no hay visitante que no pregunte por esa graciosa creatividad.

En la calle Jesús del Calvario la dueña ha hecho muñecas combinando macetas de distintos tamaños

Los rostros felices de los dueños parecen contar que Jesús del Calvario, 16 puede tener por delante una larga historia en la fiesta de los Patios de Córdoba. La historia en el número 4 de la calle Guzmanas es la de un regreso.

Manuela Lorente participó en el concurso entre 2000 y 2015 y ahora es su nieto, Rafael Ruso, quien ha querido coger el relevo y quien convenció a la familia para abrir la casa. «Quise volver a verlo como estaba y he tenido mucha ayuda de mis tías», cuenta.

La fuente rodeada de hortensias era una seña de identidad que se ha rescatado y que recibe a los visitantes que ahora llegan y buscan detalles en las paredes y en la galería. Rafael Ruso señala las tres buganvillas, los pendientes de la reina y las muchas señales de color.

«Yo no participaba en el cuidado del patio cuando se abría, porque era muy joven, pero sí que hacía compañía a mi abuela, y recuerdo cuando se abría el patio», afirma, mientras muestra las herramientas de carpintero que pertenecieron a su abuelo, y que han enmarcado. Fue el abuelo, fallecido hace poco, quien animó al nieto a seguir con el legado.

Rafael Ruso sigue los pasos de su abuela, que cuidó el patio de Guzmanas, 4 y que ahora reabre con toda su esencia

De Rafael Ruso es el presente y el futuro, pero su abuela mira lo que sucede desde el piso de arriba, y está feliz. «¿Que por qué lo dejé? Ay, porque ya estaba mayor. Nací en 1933, así que eche cuentas», relata para hablar de cómo consiguió el chino cordobés que ahora pisan todos los que visitan su patio, y que tenían que recoger a mano, ella y su marido: «Lo hemos hecho todo nosotros».

Cuando su nieto le habló de recuperar el patio quedó encantada. No ya es que digan lo hermoso que está, sino la alegría que tiene tanta gente al saludarla: «Me gusta recibir a la gente, y cuando vienen y no estoy por aquí preguntan por mí».

Entre los patios está también este año Montero, 27, casi una novedad porque regresa después de más de veinte años. Ahora la casa está restaurada y su dueña, Rosa María Merina Moral, sigue los pasos de su madre, que lo abrió y cuidó hace décadas.

Patio del número 5 de la calle Custodio VAlerio Merino

«Muchas de las macetas son de ella y las tenía conservadas, y me hacía ilusión volver a abrir al público, y mi hija también me animaba», dice. Es un patio grande, separado en dos partes por un muro antiguo con un arco, que al aparecer hubo que conservar íntegro por su valor: «Antes estaba enlucido y con muchas capas de cal. La idea era tirarlo, pero al hacer una cata y ver que era ladrillo y piedra no se podía tirar. Estoy contenta, porque es el alma del patio».

Como todas las casas de esa zona entre San Agustín y San Lorenzo, puede tener más de 200 años y ha tenido modificaciones y habitaciones que pasaban de un vecino a otro. Sabe que hay trabajo, pero la sonrisa y la forma de hablar dicen que hay mucha más ilusión.

Entre sus especies hay un gingko biloba, como el de la calle Cruz Conde, y una fuente que construyó su marido y que ella ha decorado con un homenaje a 'La Regaora', la famosa escultura de José Manuel Belmonte.

Entre la lista de los patios está Custodio, 5, un recoleto rincón en el camino de la iglesia del Juramento al Pozanco. Recibe al visitante una fuente con la imagen de San Rafael, como si allí, tan cerca, no pudiera ser de otra forma, y en la angostura brillan el chino cordobés y la balaustrada de madera.

Entra el sol de la mañana en el recinto y se repara en las celindas, los cacharros de cobre y los botijos que, invertido, sirven como tiestos para las plantas. La forma de vida que hace posibles los Patios de Córdoba sigue floreciendo en muchos lugares.

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