«El campo no tiene puertas, pero ahora nos sentimos protegidos»

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«Son una bendición», nos explica como primera reflexión Álvaro Cuenca, agricultor y propietario de una finca de olivar tradicional en el término municipal de Puente Genil en dirección a Aguilar de la Frontera. Es mediodía y están en plena faena en la recogida del fruto. Dispone de una cuadrilla liderada por una joven mujer.

«Ahora nos sentimos protegidos, son nuestros protectores», recalca Cuenca tras dejar atrás años en los que las sustracciones en el campo eran el pan de cada día. Siguen existiendo, desgraciadamente, «porque el campo no tiene puertas», recuerdan, pero cada vez menos y de menor cantidad. El hermano de Cuenca, también propietario de la finca, añade que esta campaña su protección es más necesaria que nunca «porque hay menos fruto y, por tanto, el valor de la aceituna, como el del aceite final, es mayor». Un hipotético robo da más negocio.

Los guardas rurales y los guardas de los cotos se han convertido en los primeros ojos de los avisos que recibe la Guardia Civil. Manuel Berraquero es uno de ellos en Puente Genil. A pesar de su labor fundamental «porque son los que mejor conocen el campo, los caminos, los vehículos habituales y los que no», explica el cabo Gallardo del Equipo Roca, Berraquero desprende admiración por lo que ha conseguido la unidad especializada de la Benemérita para frenar los hurtos en las explotaciones agrarias, en este caso, y ganaderas.

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Para Manuel, «antes los robos eran masivos, pero desde que llegaron los Equipos Roca hace diez años han conseguido que ahora sean residuales». En palabras de un trabajador con décadas de experiencia a pie del terreno, «han conseguido acabar con esta lacra; se puede decir que la han erradicado».

La colaboración y cooperación de agricultores, ganaderos, guardas rurales y trabajadores del campo con los Equipos Roca ha sido fundamental para reducir la oleada de robos de años atrás.