cultura
Joyería y orfebrería: una eclosión muy cordobesa a lo largo del Siglo de Oro
La fama de la que hoy goza este sector se forjó a finales del XV y especialmente en el XVI y XVII Sus artesanos tenían gran prestigio en la ciudad y superaba al de los grandes pintores y escultores del periodo
La Sociedad de Plateros de Córdoba fue de las primeras de España en dar cobertura médica a sus socios
Félix Ruiz Cardador
Córdoba
El vínculo de Córdoba con la joyería y la platería, que estas semanas se analiza en la Diputación con la exposición 'Todo lo que brilla', no es algo reciente, sino una tradición que se extiende por los siglos y se hunde en los ... orígenes de la ciudad.
Referencias hay incluso de un liberto griego dedicado a estas artes en la Córdoba romana y al que aludía por su oficio una inscripción del siglo II o importantes tesoros y tesorillos de diversas épocas encontrados en la capital y en la provincia. Entre otros, la diadema de Montilla y la de la Cueva de los Murciélagos, ambas del Bronce, o los tesoros del Marrubial y los Almadenes, aparecidos ambos en el primer tercio del siglo XX y que se componían de diferentes piezas como brazaletes, torques o complementos de vestimenta iberos y romanos.
La tradición seguiría y tendría un brillo importante en el periodo musulmán, aunque apenas hayan quedado testimonios de ello, para luego decaer tras la Reconquista. Finalmente, sería en los últimos compases del siglo XV y ya de forma intensa en el XVI y XVII, en pleno Siglo de Oro, cuando florecería este sector artesano en todo su esplendor, dividido en distintos oficios como los de los plateros, los joyeros y los esmaltadores. Adquiriría entonces fama en todo el país e incluso en el mercado internacional, asociando ya para siempre el nombre de Córdoba a los finos trabajos de sus plateros y joyeros.
Las joyas de la platería y la huella de los orfebres de Córdoba lucen en el Palacio de la Merced
Luis MirandaLa exposición 'Todo lo que brilla' recorre milenios de grandes piezas y también de cómo trabajaron y se organizaron los profesionales
La doctora Josefa Leva, especialista en los oficios cordobeses del siglo XV y XVI, es quien ha estudiado esta historia con precisión en su artículo 'Una elite en el mundo artesanal de los siglos XV y XVI. Plateros, joyeros y esmaltadores'. Allí explica que «la orfebrería era un arte considerado mayor y plateros y orfebres fueron más admirados que pintores y escultores».
El comentario no es baladí, pues es un periodo en que Córdoba generó en esas disciplinas artistas de la talla de Antonio del Castillo o Juan de Mesa, por citar sólo dos autores que hoy son símbolos de la pintura y escultura cordobesas.
La investigadora revela que los miembros de esos tres oficios se concentraban en la collación de Santa María, en calles como Cardenal González (antigua calle de los Plateros) o en la actual calle San Fernando.
El legado de la Catedral
Muy vinculados con la Iglesia y la aristocracia, que al cabo eran su clientela por el alto valor de sus producciones, producían todo tipo de piezas como brazaletes, sortijas, collares, sartas cadenas y complementos del vestuario, así como trabajos por encargo para iglesia y especialmente para las procesiones del Corpus, que son el principal vestigio de aquellos días que queda hoy para disfrute de los amantes de este arte.
Trabajaban con zafiros, diamantes, rubíes, azabache, ámbar o coral y estaban sometidos a severas normativas para evitar engaños y malas prácticas. Como gremio, ser platero o joyero no era sólo una forma de ganarse el sustento, sino también una manera corporativa de vivir, algo muy característico del periodo, en la que sus miembros se protegían a través de la Cofradía de San Eloy y pasaban los negocios de padres a hijos.
La Custodia de Arfe, así es la joya que contiene al Corpus Christi en Córdoba
Julia García HiguerasLa obra en plata y oro, concebida por Enrique de Arfe, se estrenó en el año 1518
Si la biografía de los artistas plásticos o de los literatos del Siglo de Oro es hoy conocida, no ocurre lo mismo con los plateros y joyeros, mucho menos estudiados y divulgados. Hay nombres sin embargo que han quedado en la historia de la ciudad, alguno de ellos incluso en el callejero, y también piezas singulares que los evocan.
Quizá el legado más importante, como ocurre casi siempre en este periodo, es lo que ha quedado en la Catedral. Emblemática es la Custodia Procesional del Corpus Christi de Enrique de Arfe, un artista de origen germano al que el Cabildo le encargó esta pieza en 1514.
Su modelo, con forma de torre y enorme riqueza iconográfica propia del tránsito del Gótico al Renacimiento, sería una fuente de inspiración para los plateros cordobeses de los siguientes siglos. También en la Catedral, ocupando lugar destacado entre sus obras maestras, se guardan los Portapaces del Marqués de Pomares, realizados a finales del XVI por el maestro platero Rodrigo de León, y la Cruz de Mardones, realizada en 1625 por el cordobés Pedro Sánchez de Luque cuando el obispo de tal apellido ocupaba la silla de Osio.
Las obras maestras de la platería cordobesa que han quedado se extienden igualmente por la provincia, ya que los encargos del Obispado tenían como destinatarias distintas parroquias. Destacan la custodia del Corpus de la Iglesia de la Asunción de Cabra, otra obra esencial del maestro cordobés Sánchez de Luque, el mejor de los creadores que siguieron el modelo de Arfe, o la de Santaella, que firmó otro de los grandes plateros cordobeses del Siglo de Oro, Antonio de Alcántara.
Taller en calle La Alhóndiga
Con taller en la calleja de La Alhóndiga, recibió ese encargo del obispo Antonio de Valdés y se convirtió en un especialista en este tipo de piezas religiosas, aunque también acometió otros proyectos civiles como las mazas del Ayuntamiento de Bujalance.
Otros casos destacados son el de Martín Sánchez de la Cruz, que en las primeras décadas del XVII trasladó su taller durante varios años desde la Platería cordobesa hasta Lucena para trabajar al servicio del Duque de Cardona, o del platero y latonero Pedro de Bares, ligado a Sánchez de la Cruz y al que una calle recuerda hoy en la zona cordobesa de Levante.
Los nombres de todos ellos, y especialmente las obras que se conservan, quedan como testimonio de un periodo brillante, en el que los plateros cordobeses tenían tal fama que cuando acreditaban su origen se les abrían puertas e influencias allá por donde viajasen. Ahí floreció un oficio artístico cuyo legado permanece aún hoy como una de las marcas más célebres e identificativas de Córdoba.
Esta funcionalidad es sólo para suscriptores
Suscribete
Esta funcionalidad es sólo para registrados
Iniciar sesiónEsta funcionalidad es sólo para suscriptores
Suscribete