El relato aparece recogido por Marcial Hernández-Sánchez en el segundo volumen de su libro «Historias y leyendas de Córdoba». Cuenta que don Diego, hijo de un noble cordobés a quien la Justicia perseguía por varios crímenes, ingresó voluntariamente en el convento de los franciscanos que por aquel entonces se encontraba camino del molino de Lope García.
A pesar de empeñarse en seguir una vida de rectitud y celibato, «seguía en extremo enamorado de amigas y francachelas», por lo que llevaba una existencia desordenada, salía de noche y a escondidas», recoge el libro dejando atrás el hábito de novicio.
Ayuda a cambio de obediencia
Una noche de invierno en la que don Diego estaba fuera del convento se desató una fuerte tormenta y quedó atrapado junto a las tapias de la huerta de la Cruz, a orillas del arroyo Pedroche. La lluvia formó un lago que no había forma de pasar.
Entonces se le apareció un hortelano que prometió ayudarle «si me prometes obediencia para siempre». El novicio aceptó y, al sonido de un cuerno de carnero que el campesino hizo sonar, aparecieron más de tres mil obreros que construyeron un puente sobre el arroyo.
Las gentes de entonces contaban que, del susto, el fraile enfermó, muriendo a los pocos años, «y dicen que al expirar estaba el demonio a su lado».
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