Pretérito Imperfecto
La Colada: un ridículo culebrón
Van a tardar lo mismo en autorizar este enlace para la obra de la Junta que lo que le llevó al Gobierno hacerlo de manera provisional. Eso, ridículo
Dos años se han cumplido esta semana de aquel decreto de la Consejería de Salud que prohibía el consumo doméstico de agua procedente del embalse de La Colada. Dos años en los que el agua sigue sin poder usarse como tal y ... solamente las generosas lluvias de los dos últimos marzos han permitido que los vecinos del norte de Córdoba no sigan tirando de garrafas y agua embotellada para poder vivir día a día. El Gobierno ejecutó una solución provisional que, a la postre, sirvió de poco debido a los niveles fuera de la legalidad del carbono orgánico total. Una inversión que tendrán que pagar todos los habitantes de los Pedroches y el Guadiato, pues lo que hizo el Ejecutivo de Sánchez fue adelantar unos trabajos que se cobrará. Una actuación que llevaba desde 2009 durmiendo el Sueño de los Justos, paralizada por el gobierno socialista de Chaves entonces y que había retomado el PP desde 2018. La sequía atroz la prendió. Pero, a fin de cuentas, una obra inútil, puesto que el Norte bebe ahora mismo de Sierra Boyera y las diferentes borrascas que lo han llenado dos veces.
Es el perfecto resumen del grado de surrealismo al que llega la política en claro perjuicio del ciudadano y del que ha de ser servido y administrado con sus impuestos. En este eterno compás de espera irrumpe el culebrón de la Confederación Hidrográfica del Guadalquivir y su sospechosa demora en la autorización del enlace definitivo de ambos embalses (La Colada y Sierra Boyera). Diez meses lleva tramitando el órgano de cuenca la solicitud de la Diputación para explotar las aguas de La Colada, las que tendrían que ir por esta conexión que la Junta de Andalucía tiene adjudicada desde hace seis meses y que también tiene que visar. Un proyecto al que el ente estatal, convertido en comisario político y no de aguas, precisamente, le tiene echado el freno de mano con una maraña burocrática y de exigencias que nunca aparecieron en su propia tramitación legal. Ya lo dijo su mandamás, Samuel Moraleda: «Es innecesaria». Y está haciendo todo lo posible para que así sea.
Si el marco hidrológico fuera otro, y si los vecinos del Norte de Córdoba llevaran un segundo año con garrafas y agua embotellada, no sé si el ente que dirige Moraleda y las consignas del gabinete de la señora ministra de Transición Ecológica perseverarían en este ridículo dique político a una obra necesaria a todas luces. Porque termina lo que el PSOE abandonó hace más de 15 años y porque viene a mejorar la provisionalidad de una actuación estatal infrautilizada -y averiada en su momento-. Alcaldes de todo signo, empresarios y vecinos de la zona no dan crédito al episodio burlesco de La Colada. Van a tardar lo mismo en autorizar este enlace que lo que les llevó hacerlo de manera provisional. Eso, ridículo.
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