Crónica negra
Cien horas viviendo a Álvaro Prieto
La muerte accidental de Álvaro Prieto sumió a toda España en unas desesperantes jornadas de búsqueda y preguntas sin respuesta definitiva. Quería volver a casa, a toda costa
El informe forense definitivo, la última pieza del caso Álvaro Prieto
Álvaro Prieto en la última imagen captada en Sevilla antes de su llegada a la estación de Santa Justa
Desde que Álvaro Prieto abandona la estación de Santa Justa de Sevilla aquel fatídico 12 de octubre hasta que su cuerpo es hallado de manera inesperada por un cámara de TVE en una bahía de trenes averiados pasaron cien horas en las ... que su rostro, su historia y su desaparición se coló en nuestras casas como si aquel robusto juvenil del Córdoba CF fuese de nuestra propia familia. Su desgraciada muerte, electrocutado al intentar subir a unos vagones parados, pero conectados a las líneas eléctricas -justo el tren que sufrió un accidente meses antes en Alcolea-, conmocionó a todo un país que aún sigue preguntándose qué se le pasó por la cabeza.
Esa pregunta no tendrá nunca respuesta. La impetuosa necesidad de subir a aquel tren que perdió a las 7.35 horas y los posteriores intentos por acceder a las plataformas y andenes de Santa Justa con el mismo propósito sólo pueden testimoniar que en su mente sólo había un objetivo: regresar a Córdoba. El efecto de su desaparición dejó a muchos jóvenes como él y a muchas personas que ni lo conocían sumidos en una profunda desesperación. Unos rezaron, otros quisieron ayudar a encontrarlo y los hubo que sólo querían arropar a sus padres y a su hermana en ese trance. Los intensos momentos que se vivieron en la iglesia de San Juan de Todos los Santos (La Trinidad) el día de su funeral responden a lo que aquellas cien horas dejaron en el interior de decenas de miles de almas.
Álvaro, un universitario de primer año de ingeniería al que todos destacaban como jovial, disciplinado y muy deportista (amante del fútbol desde muy pequeño), tenía un objetivo muy claro: debutar con el primer equipo del Córdoba CF en El Arcángel. Militaba en el juvenil, era un portento físico y encaraba una temporada muy importante. El miércoles 11 de octubre decide viajar a Sevilla a pasar una noche de fiesta con unos amigos cordobeses que estudian en la capital hispalense. Sacó billete de vuelta temprano, como muchos jóvenes hacen gracias a los múltiples enlaces entre ambas ciudades y la gratuidad de ciertos trayectos.
Junto a su amigo inseparable Álvaro, remató la noche en una discoteca de Sevilla Este, y casi como a Cenicienta, el tiempo apremiaba sus instantes de felicidad. Llegó a la estación pero el media distancia se había marchado. Bajó a los andenes de cercanías y cruzó las vías para colarse en un AVE que esperaba salida más tarde para Barcelona, con parada en Córdoba. Fue desalojado del mismo y de la zona de acceso a los convoyes. ADIF y Renfe contarán después en un informe que el joven intentó coger otro en la zona de atención al cliente y taquillas. Primero se comprobó que tenía el billete de vuelta, luego se le ofreció un cargador para su móvil que se quedó sin batería -no encajaba- y en el mostrador no pudo comprar otro ticket de vuelta pues el dinero que poseía era insuficiente y la tarjeta estaba activada en el teléfono.
Una sucesión de fatalidades envuelta en varias preguntas: ¿Auxiliaron de manera apropiada a Álvaro? ¿Por qué no emplear un teléfono fijo para hacer una llamada a casa? ¿Por qué siguió empecinado en acceder a las vías del tren y no buscar ayuda fuera de la estación a sus propios amigos, a la Policía,...? Personal de Renfe contó entonces que hubo dos amagos más de entrar al recinto desde las calles aledañas o la propia zona logística de la estación. Todas fallidas. Siguió caminando por Kansas City con la misma idea entre ceja y ceja. Una testigo aseguró haberlo visto caminar hacia las 10.00 horas por las inmediaciones del puente de la carretera de Carmona, por donde lograría, a través de una valla rota, introducirse en las vías de un nodo ferroviario en alerta 4 antiterrorista por esos días. Y fue a parar al tren en el que perdió la vida al trepar por las gomas de enganche de los vagones. El accidental y trágico final que aún mantiene una investigación judicial abierta.
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