REPORTAJE

El barrio de Santuario de Córdoba sopla cincuenta velas

ANIVERSARIO

El barrio vecino a La Fuensanta nació al calor del Parque Figueroa en 1973 y con su mismo molde ajardinado y peatonal

Junta y Ayuntamiento insisten en el apoyo técnico y en un cónclave con los vecinos para coordinar la reforma del Santuario

Arreglos en una de las calles principales del barrio de La Fuensanta ABC

Mudarse a Santuario en la Córdoba de los primeros años 70 del siglo pasado era un signo de prosperidad, de progreso personal y laboral. Quien podía permitirse pagar una cuota mensual —una letra— de 2.806 pesetas, la de la vivienda de menos ... tamaño (71 metros cuadrados), estaba comprando no sólo un piso: también un horizonte de bienestar para él y su familia en una España que saboreaba aún la bonanza económica de los años del desarrollismo y que, en nada, iba a estrenar un nuevo tiempo político. La vida estaba cambiando y esos bloques junto a La Fuensanta eran un buen sitio para empezar a disfrutar de ella.

Rafael Alba, por ejemplo. A este deliniante jubilado de 76 años le dieron las llaves de su inmueble de tres dormitorios en abril de 1973 y se casó en agosto, fecha en la que estrenó su casa, en la que han crecido sus tres hijas y donde ahora vive con su mujer y uno de sus cinco nietos.

Un niño, en uno de los paseos peatonales a comienzos de los años 70 ABC

«Entonces, este barrio llamaba mucho la atención, sobre todo para alguien como yo, que me había criado entre Santa Marina y San Agustín: la forma de los bloques y la distribución de los pisos, que era todo exterior, así como las zonas verdes...; el arquitecto, Rafael de La-Hoz, se lució, así que pagué con gusto las tres mil cien pesetas mensuales durante dieciséis años», explica este componente de la junta directiva de la Asociación Vecinal Santuario, inmersa en la celebración del cincuenta aniversario del enclave que nació al rebufo —y con el molde— del Parque Figueroa, estrenado sólo unos años antes.

Celebración oficial

El alcalde de Córdoba, José María Bellido (PP), presidió ayer en el centro cívico de La Fuensanta los actos para conmemorar la efeméride, y que se prolongarán hasta el próximo otoño. Antonio Granadino, de 81 años, fue uno de los directivos de la entidad vecinal que estuvo presente. Él dio el salto del entonces nuevo Parque Figueroa a Santuario, y en 1976, un trienio después de que llegaran los primeros propietarios.

«La Caja Provincial inició en 1968 la construcción de estos pisos, y empezó a darlos en 1973. La mayoría veníamos del casco histórico, del extrarradio, de la infravivienda», indica el hombre. «Ha sido de siempre un barrio de trabajadores, de obreros, y sigue manteniendo su buena fama, como prueba que aquí los pisos no se venden por las agendas, sino por el boca a boca: pones un cartel y al día siguiente ya te lo han comprado», tercia Rafael Alba.

Planos de los pisos durante su promoción y venta ABC

 

El origen del enclave hay que buscarlo en la ayuda que el Instituto Nacional de la Vivienda le dio a la Constructora Benéfica de la Caja de Ahorros de Córdoba: se edificaron 862 viviendas en 56 bloques a un precio asequible de entre 50 y 120 metros cuadrados en construcciones de cuatro alturas. Además de las zonas ajardinadas en forma de pasajes abiertos al tránsito ciudadano, otro de los atractivos del lugar fueron las instalaciones deportivas, como ocurrió también en el Figueroa: ahí siguen el Club Santuario y sus salas sociales.

El talón de Aquiles de Santuario fueron, con el tiempo, los ascensores. Al principio, los vecinos no los echaban en falta del todo, si bien se volvieron indispensables en cuanto fueron cumpliendo años. Las ayudas de la Junta de Andalucía y el apoyo del Ayuntamiento han hecho posible que más del 80 por ciento de los bloques cuenten con elevadores en la actualidad o que tengan los trámites muy avanzados para poder contar con ellos.

La Asociación de Vecinos nació tras la decisión de la Caja Provincial, promotora de los pisos, de subir el tipo de los préstamos

«Esto ha sido un paso fundamental para este barrio, en el que al principio no había apenas coches: quien lo tenía podía aparcar donde quisiera, siempre había mucho sitio libre», puntualiza en este sentido Alba, satisfecho sobre todo con la atención a las zonas verdes.

«Los cuidamos nosotros, son pasajes privados de uso público: los vecinos los arreglamos y el que venga que lo disfrute», se extiende para añadir que no siempre fue así, esto es, que en una primera etapa fue una empresa la que se hizo cargo de su mantenimiento.

Rafael Alba, vecino fundacional ABC

Una publicación de la Asociación Vecinal de 1998, cuando se cumplía el primer cuarto de siglo del nacimiento de Santuario, recogía de la siguiente manera cómo los jardines y su mimo han servido para cohesionar a los residentes:

«El 1 de enero de 1984 la Caja comunicó que dejaría la administración de las zonas comunes en manos de sus propietarios, como venía anunciando desde hacía dos años, en los que los jardines se habían convertido en un autentico erial». Y prosigue: «Entonces, los vecinos, organizados en su asociación, respondieron de manera ejemplar y aprobaron una cuota mensual de cada bloque para su mantenimiento y se contrató a una empresa de jardinería».

El alcalde de Córdoba, durante la celebración del aniversario ÁLVARO CARMONA

La forja de la conciencia de barrio tuvo un precedente: un contencioso con la Caja Provincial de Ahorros. Explica la citada publicación: «El préstamo que la entidad financiera hizo a los propietarios de los pisos era doble: uno personal y otro hipotecario sobre el valor del inmueble; uno de ellos era de interés fijo, y el otro, que no lo era, subió.

El barrio se conmovió, la gente se organizó y nació la Asociación de Vecinos con un objetivo directo: la defensa legal de nuestros intereses». Los titulares de los préstamos perdieron el pleito en los tribunales, «pero ganamos con la creación de nuestra organización, que más adelante resultaría esencial para la vida del barrio».

Sentimiento de pertenencia

El sentimiento de pertenencia al vecindario que cumple ahora su primer medio siglo de existencia se ha ido acrecentando al tiempo que la ciudad ha cambiado de piel, se ha ensanchado y modernizado.

La construcción, hace en torno a dos décadas y media, de los primeros bloques del El Arenal y el cierre de circunvalación de la Autovía de Andalucía —uno de los límites del enclave— han ido moldeando un barrio en el que las generaciones fundacionales resisten y en el que sigue siendo un valor añadido el espíritu de darle un lugar preeminente a los espacios abiertos, vegetales y peatonales. Allí, bajo las copas de los arboles menudos de los modestos bulevares, corre la brisa de las mañanas de primavera que apaga la llama de cincuenta felices velas.

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