Perdonen las molestias

Cañerías

Las verdaderas tramas parasitarias están donde nadie mira. En cuadros con muchos trienios

El Ayuntamiento no toma medidas cautelares ante la nueva denuncia

Así son los hechos por los que el fiscal cree que hubo delito

Los expertos en corruptología saben que las verdaderas tramas parasitarias anidan en los cuadros técnicos de las instituciones públicas. Entre ese grupito de funcionarios, con más trienios que Matusalén, que se conocen las cañerías de la administración como la palma de su mano. Todo lo demás es fuego de artificio ... . Esos sujetos, anónimos y grises, no tienen, eso sí, la visibilidad de un concejal, de un diputado o, no digamos ya, de un ministro. No son, desde luego, carne de portada. Y sus nombres raramente cobran vuelo mediático ni pagan pena de telediario.

También saben los corruptólogos que el más viejo truco para zafarse de una imputación consiste en encender el ventilador y esparcir detritus a diestro y siniestro. Y a río revuelto, queridos contribuyentes, ganancia de pescadores. Ahí tienen el caso Infraestructuras. Un embrollo de tres pares de narices donde los concejales se tiran los funcionarios presuntamente corruptos a la cara y se dan de mamporros con el típico fraccionamiento de contrato para esquivar todos los controles.

El caso ya lo conocen ustedes. Los ediles de la oposición llevaron a la Fiscalía una veintena de contratos municipales supuestamente irregulares. Y, como respuesta, el señor Dorado, que tira con balín, levantó la alfombra de la Concejalía de Infraestructuras para poner luz sobre los años en que los denunciantes estaban al frente del departamento. De resultas, tenemos este entretenido intercambio de artillería en sede judicial con acusaciones cruzadas y metralla de alto calibre.

Lo del fraccionamiento de contratos para burlar la fiscalización es más viejo que la Carta de Ajuste. Se trata de un delito rutinario de esos que se repiten por toda la geografía nacional así pasen los siglos. Y ahí sigue, vivito y coleando, más fresco que una lechuga, desafiando las leyes de transparencia y los propósitos de regeneración democrática con que nos desayunamos un día sí y el otro también.

El fiscal sugiere que algunos contratos del alumbrado público, mediante la artimaña del troceamiento, habrían ido a parar milagrosamente a una misma empresa. Y los milagros, como usted bien sabe, no existen. Mucho menos en las cañerías de la administración pública, donde reina el materialismo científico en su versión más cruda.

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