Aziz, el niño sin límites

«En el desierto estaba arrinconado, me acostumbré a no moverme de un rincón de la jaima; es la forma en que se trata allí a niños como yo. Mi escasa movilidad sólo me permitía arrastrarme», recuerda sin echar la vista atrás, sólo pensando en superarse pero sin querer impresionar a nadie, matiza. Aziz llegó a España en el año 1997, en tal mal estado que los médicos llegaron a decirle que si hubiera llegado unas semanas más tarde no estaría vivo. «Me quedé para poder operarme y hacerme pruebas médica, y comencé a estudiar en Jaén. Mis padres, Paco y Mari Carmen, me dieron una segunda oportunidad de vivir», reconoce agradecido.

Este joven no cesa en su empeño por superarse día tras día. Hace cuatro años empezó a nadar. Era el 2010, cuando fue a la piscina para aprender. «Me entusiasmó y estaba con un club jienense donde me enseñaron la técnica pero no había actividades deportivas para gente con discapacidad y aquí en Córdoba sí que las había», relata. Decidió hacer la maleta, dejar a su familia y unirse al Club Fidias Córdoba Natación Integral, donde compite gente con y sin discapacidad.

Desde 2011 vive en Córdoba con una pequeña pensión. Comparte piso a sus 28 años y ha sido varias veces campeón de España y segundo puesto. «Me faltó un segundo para la mínima de Europa. Me propongo ir al Mundial. crol y mariposa», afirma con un entusiasmo en sus palabras.

Pero su día a día es un reto constante. De hecho, el pasado año pasó las pruebas de acceso y comenzó un ciclo formativo de FP en el IES López Neyra titulado «Guía de actividades medioambientales», que básicamente supone guiar a grupos que desean ir a la montaña haciendo senderismo, ciclismo o rutas a caballo.

Su tutor, Francisco Muñoz, recuerda que en una de las primeras prácticas que hicieron en el camino a Trassierra, una travesía que dura de 20 kilómetros, todos miraban a Mohamed, pensando que con su muleta y su prótesis no podría terminar la ruta. Pero la sorpresa fue que cuando llegó a la cima, y pidió la palabra, todos pensaban que iba a decir que abandonaba, que eso no era lo suyo, pero lo que exclamó fue que qué paisaje más impresionante se veía desde ahí arriba. Ninguno de sus compañeros se atrevió a quejarse más de si una prueba era dura. «Nos dio a todos una lección. Es un superviviente que se supera cada día, una persona excepcional y muy sensible, con una capacidad de adaptación sobrenatural», afirma tajante su tutor.

Este mismo profesor medioambiental recuerda anécdotas como que Aziz, para no molestar ni incomodar, estuvo sin beber agua una ruta entera por la Sierra porque había olvidado la botella y no quiso pedirle a nadie. «Le tuve que regañar y decirle que no volviera a hacer eso», esa es su forma de ser. Mohamed reconoce que este ciclo formativo le está cambiando mucho, «jamás habría pensado superarme a mí mismo de este modo en la Sierra. Lo que más me gusta es el senderismo y los caballos».

De hecho, se le puede ver en el Club Hípico de Córdoba llevando las riendas de un caballo, conduciéndolo a las cuadras o colocándole una montura. No tiene límites. «Las limitaciones son las que nos ponemos nosotros mismos, y yo no me pongo», asegura Aziz. El gerente del Club Hípico, Carlos Sendino, ha comprobado cómo en sus prácticas semanales este joven empadronado en Córdoba ha superado todas las pruebas como uno más del ciclo de formación sin que ninguna le echara para atrás. «Es un ejemplo para todos», reconoce Sendino en declaraciones a ABC.

El joven magrebí da las gracias por esta segunda oportunidad en la vida, sobre todo, a su padre Pepe, que siempre creyó en él, y a su madre Mari Carmen, por haberlo tenido en cuenta para todo, dándole desde los 11 años ánimos y fuerzas para que no tenga límites. «La gente que me rodea me dan su apoyo y la verdad que todos me ayudan a seguir superándome. Muchos se sorprenden de cómo lo puedo hacer todo. No quiero impresionar a nadie, pero en la vida todo se puede. Tú eres el que tienes que poner tus metas», explica este campeón nacional de natación para discapacitados.

En el agua, a Aziz no hay quien lo pare. Su entrenadora superior de natación, Esperanza Jaqueti, asegura que su alumno está siempre motivado. El año pasado se fijó en él la Selección Española de Natación y este año lo va a convocar la selección en marzo. «Es un nadador joven en natación adaptada, acaba de empezar. Lleva dos años con nosotros entrenando y tiene muchas posibilidades».

«Lo bueno que tiene Aziz —prosigue Jaqueti— es que es muy constante y tiene mucha ilusión. Un nadador es bueno cuando tiene una cabeza que le ayuda. Quiere trabajar. Aziz no sabe andar sino correr prácticamente con sus muletas», añade su entrenadora, profesora de la Universidad de Córdoba, que le recomienda encarecidamente que no abandone los estudios aunque su escalada en el mundo del deporte y la alta competición no tengan fin.