Cantante y compositor

José Ignacio Lapido: «Escribir canciones consiste en describir tu mundo con lo mínimo»

El músico granadino actúa esta noche en el Teatro de la Axerquía, en la misma sesión que Leiva, con una propuesta que funde la poesía y el rock

José Ignacio Lapido: «Escribir canciones consiste en describir tu mundo con lo mínimo» abc

LUIS MIRANDA

Usted es un compositor que llena sus canciones de contenido y de reflexión. ¿Logra siempre la música contener el torrente de ideas que tienen sus letras?

—La música, el rock en mi caso, dentro de su gran libertad expresiva, tiene unas reglas estructurales que ... te obligan a utilizar determinadas métricas. Es evidente que al hacer canciones y no poemas libres te tienes que ceñir a lo que la melodía te marca, aunque lo que no te puedes permitir, si te respetas un poco a ti mismo como compositor, es que esas pretendidas reglas te coarten a la hora de expresar lo que quieres cantar. En eso consiste el oficio de escritor de canciones, en saber describir tu mundo propio con lo mínimo, siendo muy escueto.

—Algunos han dicho que el rock es una música más apropiada para el inglés, por la estructura de su idioma y sus palabras cortas. ¿Es más difícil la sintaxis del castellano y sus palabras cortas en el peculiar ritmo de este estilo?

—Ha sido más difícil para los que hemos crecido escuchando tantas y tantas bandas que cantaban en inglés, lo que ocurre es que cuando te profesionalizas debes ponerte manos a la obra para que lo que pasa por tu cabeza se pueda expresar en las canciones, y lo honesto, creo yo, es que cantes en la misma lengua en la que piensas y en la que hablas, sobre todo por los matices que se le pueden dar a cualquier creación literaria usando tu lengua natural. En cualquier caso, es cierto que por motivos silábicos y de acentuación el castellano es menos moldeable que el inglés.

—¿La guitarra eléctrica es la bandolina de los juglares modernos?

—La guitarra eléctrica es uno de los grandes inventos del siglo XX. Es enorme la cantidad de sonidos que nos han hecho la vida más agradable y que han salido de las guitarras eléctricas a lo largo de los años. Pero atención, no todo el que se cuelga una guitarra se convierte en poeta por obra y gracia de la electricidad. Digamos que son oficios complementarios pero no necesariamente coincidentes.

—Sabino Méndez me dijo una vez que era partidario de un nuevo género literario llamado letrismo, en que la literatura tenga que atenerse a las reglas de la melodía y la música. ¿Qué le parece?

—No sería nuevo. La poesía lírica en sus orígenes se escribía para ser cantada. No se concebía sin el acompa-ñamiento de una lira o una cítara. Como he dicho antes, la música te obliga en cierto modo a economizar recursos expresivos y a elegir muy bien las palabras, quizás eso sea bueno para ahorrarnos determinadas idas de olla en forma de incontinencia metafórica. También es cierto que desde Dylan, muchos cantantes y escritores de canciones han sido una gran influencia para poetas convencionales, mayor si cabe que otros poetas no musicales.

—¿Qué tiene que pasar para que los grupos y cantantes españoles con cierta calidad vuelvan a ser ídolos y llenen plazas de toros como en los años 80 y 90? ¿Estamos húerfanos de héroes o no los hemos descubierto por no mirar donde debemos?

—En España hay algunos artistas que siguen llenando plazas de toros y pabellones, pero la realidad es que la inmensa mayoría de las bandas que hacen rock en este país sobreviven a duras penas tocando en garitos y pequeñas salas. No sé realmente qué haría falta para que esa situación cambiara. El rock en España nunca ha sido asumido como un fenómeno cultural de masas como sí ha sucedido en EEUU, Inglaterra, Australia y otros países. Aquí ha funcionado por oleadas pero nunca ha calado del todo, por lo menos determinado tipo de rock con cierta actitud.

—Vivimos una época de decepciones y desilusiones. ¿Son más poéticas que la alegría, que suele parecer más vulgar?

—A mí me resulta muy difícil escribir sobre momentos digamos…alegres. Tal vez sea porque creo que la felicidad es un estado muy efímero. En cambio la tristeza puede ser eterna.

—En una época que pensamos de crisis de la industria discográfica usted publica sus obras con bastante frecuencia. ¿Cuál es el secreto?

—Hacerlo yo mismo. Cuando uno es su propio editor elige la periodicidad con la que edita sus obras. Lo que ocurre es que esa periodicidad se alarga o se acorta dependiendo de que las canciones digan de aparecer. Muchas veces se hacen de rogar.

—Quizá sea solo una impresión personal, pero sus canciones huelen a gran ciudad, al trasiego de los coches y de la gente.

—Yo no vivo en una ciudad demasiado grande, pero es cierto que mis letras son muy urbanas, el rock’n’roll es el género urbano por excelencia. La vida en las ciudades, grandes o pequeñas, tiene unas connotaciones muy parecidas: hay una forma de relacionarse o de aislarse que es común en todo el mundo y por eso el rock es un lenguaje universal.

José Ignacio Lapido: «Escribir canciones consiste en describir tu mundo con lo mínimo»

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