Ingresa en la cárcel de Algeciras de manera voluntaria con 15 papelinas de cocaína, hachís y 32 pastillas de trankimazin en el ano

Horas después, un recluso recibe mediante un dron 100 gramos de hachís y tres teléfonos móviles

El sindicato Acaip-UGT reclama más medios humanos y materiales ante la oleada de intervenciones de droga en esta prisión

En el polvorín de las prisiones andaluzas

Imagen de la entrada a la prisión de Botafuegos, en Algeciras sergio rodríguez

La entrada de droga en las prisiones no cesa. El sindicato Acaip-UGT denuncia los problemas de salud y seguridad que ello conlleva y reclama más medios para detectarla. En la prisión de Botafuegos, en Algeciras, Cádiz, los funcionarios lo están dando todo ... para conseguirlo pese a que los reclusos se las ingenian para 'colar' todo tipo de droga, bien para su propio consumo o para traficar con ella una vez dentro.

Las intervenciones son continuas. Una de ellas es la de un hombre que se ha presentado en esta cárcel para ingresar de forma voluntaria llevando la correspondiente orden judicial. Los funcionarios, cumpliendo con el reglamentario protocolo de ingreso detectaron que llevaba 15 papelinas de cocaína, cinco gramos de hachís y 32 pastillas de trankimazin ocultas en el interior de su cuerpo, concretamente en el ano.

Se trata de un hombre de nacionalidad española y de 53 años con antecedentes penales por la comisión de delitos contra la salud pública y que ingresaba en esta cárcel para cumplir una pena privativa de libertad de nueve meses.

Pero es que tan sólo unas horas más tarde, los funcionarios vieron un dron en el interior de la prisión que se dirigía a la ventana de una celda. Tras registrarla y cachear el recluso e intervinieron una placa de 100 gramos de hachís y tres teléfonos móviles con cables para su carga. En este caso se trata de un interno origen marroquí, multi reincidente y con una amplia trayectoria delictiva, penal y penitenciaria que cumple una condena de más de 14 años de prisión.

Unos días después y tras la celebración de una comunicación entre un interno y su familia, se le encontraron al recluso en un cacheo 218 pastillas de trankimazin ocultas en el interior del cuerpo también vía rectal, que según explicó a los funcionarios eran para traficar dentro de la prisión. El protagonista, un español con antecedentes penales y una amplia trayectoria penitenciaria, al que ya anteriormente también se le había intervenido objetos y sustancias prohibidas.

«No vamos a cansarnos de informar de los múltiples problemas que ocasionan las drogas, sustancias tóxicas y psicotrópicos en el interior de una cárcel: violencia, agresiones, peleas, coacciones, amenazas… para todos los que trabajan o residen en las prisiones, a lo que hay que sumar una de las causas más importantes por la que un preso pierde la vida, la sobredosis», denuncia el sindicato Acaip-UGT.

En este sentido, recuerda que en julio se cumplirán dos años desde que el secretario general de Instituciones Penitenciarias, Ángel Luis Ortiz, visitó la prisión de Botafuegos «y se limitó a dar evasivas y a no decir la verdad cuando se le preguntó qué tenía pensado para impedir que los drones circularan libremente por el interior de la prisión, alegando que tenían proyectos pilotos en desarrollo. A fecha de hoy los problemas crecen porque hay más vuelos nocturnos de aeronaves que nunca y no se ha hecho nada al respecto», ha señalado.

Por último, asegura que Instituciones Penitenciarias no merece un gestor «tan ineficaz y sin ideas para tanta problemática existente en las cárceles españolas» y vuelve a reclamar más recursos humanos, más medios materiales, nuevas tecnologías y más inversiones en las prisiones «porque es la única forma de que el sistema penitenciario español no entre en decadencia y se garantice la seguridad, la salud, la integridad física e incluso la vida de trabajadores y presos».

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