Borbolla sobre los dirigentes de hoy: «Hay profetas excesivamente versátiles»
El expresidente andaluz presentó sus memorias en compañía de Alfonso Guerra en un acto en el que Manuel Chaves reapareció en público por primera vez tras la sentencia del Tribunal Supremo
BORBOLLA HACE MEMORIA... CON GUERRA COMO TESTIGO
José Rodríguez de la Borbolla interviene con el catedrático Miguel Rodríguez Piñero en segundo plano
«Hoy es uno de los días más importantes de mi vida». Con estas palabras el expresidente de la Junta José Rodríguez de la Borbolla sintetizó la trascendencia íntima de la presentación ayer de su libro «Repaso de transiciones. España, Andalucía y PSOE ... 1969-1990», en el que repasa su trayectoria y reflexiona sobre la política y el paso de la dictadura franquista a la democracia. La cita reunió en el Paraninfo de la Universidad de Sevilla a numerosos dirigentes históricos del PSOE, desde Alfonso Guerra -que presentó la obra junto al presidente emérito del Tribunal Constitucional, Miguel Rodríguez-Piñero- a Manuel Chaves, en su primera aparición pública tras la sentencia del Tribunal Supremo sobre los ERE. También asistieron el actual secretario general del PSOE andaluz, Juan Espadas, o el presidente de la Diputación de Sevilla, Fernando Rodríguez Villalobos.
Borbolla comenzó su intervención citando expresamente a Manuel Chaves. Amigo desde la juventud, recordó los paseos de ambos con sus respectivas novias por Heliópolis, con las que «prácticamente ni nos cogíamos de las manos», y relató un poco conocido episodio en el que le salvó «literalmente» la vida, al retirarle de la carretera tras un accidente de tráfico segundos antes de que otro vehículo irrumpiera en el lugar del suceso arrollando a los presentes y provocando cinco muertes. El exdirigente socialista nombró asimismo alos hijos de Fernando Múgica y Manuel del Valle, presentes ambos en el acto.
El libro repasa el viaje del PSOE desde la clandestinidad hasta la hegemonía electoral en España. Un proceso en el que «hubo que estudiar muchísimo» y «desprendernos de toda la ganga marxista» que predominaba en los libros políticos de entonces. «No queríamos una vía de salida a la democracia a la italiana o a la francesa, que eran modelos liderados por el Partido Comunista», destacó Borbolla, quien evocó un viaje a Rumanía en el que descubrió la triste realidad de los países comunistas.
«Diseñamos una estrategia y nos atrevimos a hacer cosas», resumió el autor, quien reivindicó la generación de la Transición, cuyos dirigentes eran elegidos por los órganos de los partidos «y no en plebiscitos teatralizados», agregó en referencia a las primarias. Borbolla se mostró decepcionado con la clase política actual; tras citar a Claudio Magris («La política no es una iglesia mística en la que todo se sostiene, sino un trabajo cotidiano») explicó que hoy en día «hay mucha iglesia mística y muchos profetas excesivamente versátiles y poco consistentes en sus propuestas». El expresidente resumió su obra señalando que «este es el libro de un militante político. Eso es lo que he sido, lo que soy y lo que seguiré siendo».
Guerra y los acuerdos con Bildu
Había despertado expectación la intervención de Alfonso Guerra, un dirigente que mantuvo un notable enfrentamiento con Borbolla y que fue responsable directo de que no fuera candidato a la reelección en 1990, cuando fue sustituido por Manuel Chaves. El exvicepresidente del Gobierno señaló que el libro, además de unas memorias, «es un ensayo de teoría política o teoría del poder».
Guerra se atribuyó el 'fichaje' de Rodríguez de la Borbolla para el PSOE -Pepote comenzó su carrera política en el Partido Socialista del Interior (PSI) de Enrique Tierno Galván- y destacó el trabajo de ambos. «Me di cuenta de las condiciones intelectuales y políticas que podía demostrar y le fiche para hacer textos», explicó. Uno de ellos fue el editorial en el periódico 'El Socialista' que recibió el nombramiento de Adolfo Suárez en julio de 1976 como «una oportunidad para la democracia». «Todos los periódicos de España decían que Suárez venía del búnker y que su nombramiento era un error», recordó.
Guerra razonó que el fin no justifica los medios, pero los medios tampoco justifican el fin. Aprovechó esta reflexión para mostrarse crítico con el entendimiento de su partido -sin nombrarlo- con Bildu. Tras citar la inclusión de la formación radical en las instituciones, se preguntó «¿No era eso lo que queríamos? No, porque le pedíamos más cosas: que condenase el terrorismo, que ayudase a aclarar los casos sin resolver...»
Por su parte, el segundo presentador, Miguel Rodríguez-Piñero Bravo-Ferrer, presidente emérito del Tribunal Constitucional, se congratuló de ver en la sala a «viejos amigos de tiempos felices» y evocó recuerdos de la etapa en la que en la Universidad de Sevilla era el caldo cultivo de la clase política que iba a protagonizar la Transición, aludiendo a la «casi histórica» asamblea de Felipe González en los patios de la facultad de Derecho. Rodríguez Piñero calificó a Borbolla de «jurista frustrado por la política» y sostuvo que de no haberse dedicado a este ámbito hubiera sido uno de los grandes laboralistas españoles. Tuvo un recuerdo especial para Manuel Jiménez Fernández, Alfonso Carlos Comín y Plácido Fernández Viagas -«no hemos sido justos con Plácido», lamentó-, que realizaron una labor fundamental de tutelaje, y resaltó el mérito del PSOE al articular un partido que cohesionó la Andalucía occidental con la oriental y que renunció al nacionalismo: «El nacionalismo exalta la diferencia, y lo que se buscaba era lo contrario, igualarse a una España única y plural. Esa labor la hicieron en buena parte los socialistas andaluces», resaltó.
Por su parte, el rector de la Universidad de Sevilla, Miguel Angel Castro, anunció que la institución que preside otorgará el próximo 11 de noviembre el doctorado honoris causa a Rafael Escuredo, quien antecedió a Rodríguez de la Borbolla en la Presidencia de la Junta de Andalucía.
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