Las «perlas» del ex líder de UGT Andalucía que se quedó mudo ante el juez

Sin embargo, no siempre actuó con tanta prudencia. Desde que salieron a la luz los primeros casos de supuesto desvío de fondos públicos por parte del sindicato, el que fuera mano derecha y delfín de Manuel Pastrana al frente de la federación regional no ha dudado en ocasiones en utilizar un tono faltón para eludir su responsabilidad y cargar contra los medios de comunicación que destapaban los manejos contables de su sindicato. Abrumado por la sucesión de irregularidades sin aclarar, Fernández se vio forzado a presentar su dimisión hace casi un año. A pesar de su fugaz mandato (apenas duró seis meses), éste ha sido fecundo en frases dignas de exculpir en mármol. ABC recopila las más importantes:

«Si exigir tener empleo, derechos laborales, sociales y libertad para actuar es ser radical, seámoslo todos. Si se trata de que la derecha nos vea como radicales porque exigimos lo mínimo, invito al sindicato a ser radical». Con esta expresiva declaración de intenciones, Fernández asumió el cargo de secretario general en un congreso celebrado en Sevilla el 11 de mayo de 2013. Nada parecía hacer presagiar entonces que iba a tener que abandonarlo por la puerta de atrás tras pedírselo el secretario general de UGT, Cándido Méndez. La radicalidad dio paso a la incapacidad para explicar las supuestas facturas falsas.

Francisco Fernández consideró intrascendente a supuesta manipulación de las facturas que presentaba ante la Junta de Andalucía para hacer pasar como gastos de los programas de formación o de negociación colectiva recibos de comidas o actividades propias del sindicato. Lo explicó así: «Cualquiera que trabaje en una organización pública o privada sabe que estos cambios de conceptos son habituales, normales e inocuos en España y en el mundo entero. Ajustar el concepto de una factura no es falsearla».

El predecesor de Carmen Castilla, que tardó 44 días en dar explicaciones sobre las facturas manipuladas desde que anunció la apertura de una investigación interna, alimentó la teoría de que las revelaciones formaban parte de una conspiración de los medios de comunicación. «Todo esto forma parte de una campaña de la derecha mediática contra nuestra organización y lamentamos que el PP haya entrado en este juego, si no es que son ellos mismos quienes la dirigen en la sombra». No aclaró por qué se pagó una cena con barra libre en la Feria de Abril de 2010 con ayudas para sufragar los procesos de negociación colectiva en las empresas ni tampoco por qué cargó al mismo programa una mariscada de 2.047 euros, pero aun así no dudó en desafiar a los periodistas a irse a los tribunales para denunciarlo.

El goteo de denuncias periodísticas no cesaba. El 30 de octubre de 2013, Francisco Fernández escuchó las primeras peticiones de dimisión procedentes de sus propios compañeros de filas en una caldeada asamblea con delegados ugetistas celebrada en Sevilla. Le reprocharon que «en la calle queda que somos unos sinvergüenzas y chupópteros». En aquella tensa sesión a puerta cerrada, el entonces dirigente de UGT hizo un llamamiento a los suyos para enrocarse hasta que escampara la tormenta: «¿Qué queréis, nos hacemos el haraquiri por dos facturas que hicimos mal?».

El ánimo de colaboración con la justicia de Fernández quedó retratado con esta otra sentencia que soltó en la citada asamblea. «No le vamos a hacer el trabajo a la dichosa jueza», aseguró, dejando claro que era nula su intención de remitirle el informe sobre la investigación interna auspiciada por el sindicato en agosto de 2013 para aclarar las irregularidades. Su sustituta, Carmen Castilla, acordó cerrarla en falso poco después de llegar a la Secretaría General de UGT Andalucía. En aquel momento, la juez instructora de la macrocausa de los ERE, por la que Fernández también está imputado, era la encargada de investigar las facturas falsas del sindicato. Luego el caso recayó en el juez Juan Jesús García Vélez.

Fernández negó la financiación ilegal del sindicato por mediar en la gestión de las ayudas irregulares para los ERE. «Lo que ha hecho este sindicato es su trabajo y ha cobrado el dinero que tenía que cobrar. Porque no se ha dado un servicio única y exclusivamente a los afiliados, sino al conjunto de los trabajadores», sentenció. Aprovechando la clausura del VIII Congreso Regional de la Federación de Servicios Públicos, la más potente del sindicato, el exdirigente ugetista volvió a cuestionar a Alaya: «Eso no es financiación ilegal, aunque lo diga la propia juez».

Sin aceptar ni una sola pregunta de los periodistas y sin bajarse del pedestal. Así se despidió del cargo el 29 de noviembre de 2013 Francisco Fernández Sevilla, el líder más breve de UGT Andalucía. «Me voy con la espina clavada a pesar del esfuerzo de que el sindicato no haya sido capaz de defender a los trabajadores del atropello permanente que tienen respecto a los derechos laborales y sociales», afirmó después de permanecer durante dos horas reunido con su comisión ejecutiva para presentar su dimisión. Su sacrificio la había pedido el mismísimo Cándido Méndez, preocupado de que las llamas del escándalo llegaran a su despacho. Sin embargo, Fernández no dudó en mostrar su «orgullo» por el trabajo realizado. «Se ha hecho un buen trabajo», proclamó.