Las quinielas del nuevo equipo de gobierno de Susana Díaz como presidenta de la Junta

La principal cuestión a resolver es hasta dónde llevará Susana Díaz la renovación en el nuevo gabinete. Se da por hecho que prescindirá de todos los consejeros que puedan estar contaminados por los casos de corrupción, lo que incluye desde luego a la titular de Hacienda, Carmen Martínez Aguayo —quien admitió que recibió los informes del Interventor pero no los notificó a Griñán— y Antonio Ávila, consejero de Economía, Innovación, Ciencia y Empleo —un departamento vinculado con el caso Invercaria—. Se trata, en cualquier caso de dos consejeros muy directamente vinculados con Griñán y de perfil marcadamente tecnócrata, lo que a priori les aleja del estilo de gobierno que se prevé con Susana Díaz, con mucha más carga política e ideológica.

¿Y los demás? Se sabe que no seguirá su rival en las (no) primarias , Luis Planas, quien tiene intención de dar un paso atrás en su carrera política, aunque fuentes socialistas le sitúan como candidato a la Alcaldía de Córdoba. También continuarán en sus cargos los tres miembros del Gobierno de IU. Respecto al resto de los integrantes se especula con la continuidad de los titulares de Salud, María Jesús Montero, y Justicia, Emilio de Llera, y de un reforzamiento de la figura de Luciano Alonso, actual consejero de Cultura y Deportes y quien podría ocupar una cartera con mayor peso político. Menos proclive a permanecer en el Ejecutivo parece Mar Moreno, quien ha mantenido diferencias con la nueva presidenta. Tampoco parece clara la continuidad del portavoz del Gobierno, Miguel Angel Vázquez, muy cercano a Griñán.

Como suele ocurrir en estas tesituras, la lista de candidatos para ocupar consejerías daría ya para varios gobiernos. En medios socialistas se especula con que Susana Díaz, educada en las cocinas del partido, apueste por volver al sistema de cuotas territoriales que, gestionado con habilidad por Luis Pizarro, garantizó la paz interna a Manuel Chaves durante dos décadas. De esta manera, la nueva presidenta integraría definitivamente a las direcciones de Jaén y Cádiz, las dos provincias en las que se hicieron fuertes los críticos tras el congreso extraordinario en el que Griñán se hizo con el poder orgánico. En este sentido, los rumores apuntan a un regreso a la primera línea de la ex consejera de Bienestar Social Micaela Navarro, bien en el Gobierno o en otro cargo de relevancia pública.

También se da por muy probale que Susana Díaz incluya en el Ejecutivo a alguien de su generación, con lo que reforzaría la percepción de ese cambio generacional que Griñán ha argumentado para justificar su marcha. Circulan los nombres de Verónica Pérez, actual secretaria de Política Institucional del PSOE andaluz —un cargo al que llegó impulsada por la propia Díaz— y Sonia Ferrer, actual delegada de la Junta en Almería —también designada por la actual consejera de Presidencia—.

Junto a los jóvenes, es probable que Díaz opte por incluir algún dirigente veterano, y las miradas se dirigen a Fernando Rodríguez Villalobos, presidente de la Diputación de Sevilla y clave en el triunfo de Susana Díaz en el congreso provincial. La sorpresa podría ser el retorno al Gobierno andaluz de Juan Espadas, poco entusiasmado con su actual cargo en el Ayuntamiento de Sevilla y a quien se podría recompensar por ceder su plaza en el Senado a Griñán . La salida de Espadas dejaría la dirección del grupo municipal en manos de Alberto Moriña, una persona de la máxima confianza de la nueva presidenta.