Torra busca refugio en el Ampurdán
«Quim Torra, siempre con su cara de niño desaliñado y triste, ha ganado todas las partidas que ha jugado, y las ha ganado contra los suyos, condenándoles a un siniestro destino»
Quim Torra, presidente de la Generalidad, junto a Laura Borràs, portavoz de JpCAT
Quim Torra rompe con la tradición de los últimos presidentes de la Generalitat, que siempre quisieron parecer más inteligentes de lo que eran, a pesar de que algunos, como Jordi Pujol, en alguna medida lo fueron . Torra eligió, desde hace muchos años, la ... estrategia contraria, en el trabajo y en la vida. Siendo directivo de una compañía de seguros suiza y editor de A Contravent, la editorial que fundó y donde yo publiqué, en catalán, el dietario de mi luna de miel.
Su mezcla de modestia y de saber dar el codazo en el momento exacto, sin más ruido del estrictamente necesario pero sin fútiles concesiones sentimentales, no le convierten exactamente en desleal –tal vez sea el único sustituto de Europa que haya guardado una total fidelidad a quien le puso en el cargo– pero hacen de él un hombre escurridizo , y cuando más crees que es un chiste, te das cuenta de que el chiste eres tú, y él se queda mirando desde el límite del abismo cómo los demás se despeñan, los demás que saltaron convencidos de que Quim también lo haría.
Cuando llegó a la Presidencia parecía un don nadie y en cierto modo lo era –sobre todo en el mundo de la política– pero enseguida le cogió gusto al cargo, y siempre bajo su apariencia de payés errante, empezó a urdir un plan para durar y ya le ha dicho a Puigdemont que quiere repetir como candidato . Si los fugados, a los que llamó cobardes cuando más o menos aceptaron que Puigdemont convocara elecciones aquel fatídico 25 de octubre, empiezan a sufrir tensiones de tesorería porque cada vez reciben menos dinero de tanto patriota a la baja. Torra compró, antes del verano, una gran mesa de comedor hecha a medida en una tienda de Gracia, en Barcelona. Era tan grande que no entraba por la escalera y los operarios tuvieron que contratar una grúa. Además de por lo aparatoso de la ascensión, los vecinos conocieron la operación por el escándalo de la señora Torra, cuando los de la grúa quisieron cobrarle el gasto y ella no quiso pagar, considerando que era la tienda quien tenía que asumirlo, al estar incluido el envío.
Estos son los problemas reales de los Torra, mientras los que hicieron caso de sus arengas se pudren en el extranjero o en la cárcel. Él vive de las ganancias de la ficción mientras que los que le hacen caso pagan el precio de la realidad . También estos días, la familia Torra busca una segunda residencia en el Ampurdán. Han visitado unos cuantos chalets pero ninguno les parece suficiente. El último lo rechazaron por tener el jardín demasiado pequeño, y eso que incluye una piscina y una extensión de árboles y césped que, en los alegres días que me mecieron, pensé que serían ideales para mi familia.
Mientras en Lledoners especulan con una condena de muchos años, Torra especula en el Ampurdán con su nuevo chalet y con los años que va a permanecer en el cargo para poder pagarlo. Ir de menos listo, de payés distraído, de pobre hombre sin rumbo cierto tiene sus ventajas, sobre todo en Cataluña, donde tan mal vistos están los caracteres fuertes y determinados.
Todo lo contrario, Puigdemont se ahoga lentamente en las aguas turbias de su nunca demostrada superioridad política y moral, ésa de la que tanto presume. Los que van últimamente a visitarle lo encuentran mal afeitado, descuidado, vestido de cualquier manera, como si no esperara salir de casa y hubiera perdido la compostura de la vida social . No tiene doméstica fija, y cuando se ofrece para preparar él mismo el café y abre la puerta de la cocina, el visitante asiste al deprimente espectáculo de los muchos platos sucios y amontonados en el fregadero. Por su parte, Toni Comín se niega a cualquier trabajo que le ofrecen –ni siquiera acepta dar clases– porque aún cree que es el «conseller legítim» (de Salud) y considera que trabajar de cualquier otra cosa es rebajar la dignidad institucional de la Generalitat. Comín aceptó las elecciones que quería convocar Puigdemont, ante los irredentos aspavientos de Torra. Pero finalmente también saltó, no sólo al vacío sino a la total desconexión de la realidad, mientras Torra le observaba en su caída, se convertía en presidente y nombraba a Alba Vergés consejera de Salud, legítima y total.
Ésta es la verdadera respuesta de Torra a la sentencia del Supremo: su mesa hecha a medida, la segunda residencia en el Ampurdán, y su cargo de largo recorrido , seguro de que ni Puigdemont ni Junqueras podrán volver a la política según la sentencia del juez Marchena. En público llamará a desobedecerla pero en casa brindará por ella : en la casa del Ampurdán, mientras con la ruina de sus amigos va pagando la hipoteca. «No hay mal que por bien no venga», y Torra ha sabido con cinismo y sigilo administrar el provecho de los que por hacerle caso se precipitaron a la nada.
Siempre con su cara de mindundi desaliñado y triste, ha ganado todas las partidas que ha jugado, y las ha ganado contra los suyos, condenándoles a un siniestro destino. Cada vez que excita las bajas pasiones de la turba independentista, la gente calcula los días que quedan para «l’alliberament de Catalunya» , cuando lo que él en realidad calcula son los metros que quiere que tenga su nueva piscina.
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