Podemos, el extraño caso del partido menguante que llegó al Gobierno
Los apoyos de UP caen, ya no es el partido de los jóvenes ni de las «clases populares»
Un repaso por los datos electorales de Unidas Podemos (UP) en sus casi siete años de vida revela el rápido desgaste a nivel nacional, autonómico y local de las siglas, llegando a desaparecer en algunas Comunidades Autónomas, en poco más de una legislatura. ... Un tiempo en el que el Podemos de Pablo Iglesias tuvo que hacer frente a contradicciones que erosionaron la marca, que les penalizan entre sus votantes jóvenes y abren grietas en su suelo electoral.
Hay banderas ideológicas que dejaron de izar porque perdieron los argumentos y/o porque dejaron de funcionar. El partido contra la «casta» y el de las «clases populares» no se escucha con tanta fuerza desde la compra del chalé de Galapagar, un punto de inflexión, y el partido de los jóvenes y de la ruptura política, tampoco.
Muchos de los que, según el universo léxico creado por Podemos, habían cambiado su indignación por ilusión terminaron dándoles la espalda al notar los vicios de los viejos partidos : cambios de discurso, hiperliderazgo, luchas internas y enredos judiciales. En el barómetro de octubre del Centro de Investigaciones Sociológicas (CIS), el PSOE es el partido más sugerente para los jóvenes . El 18,6 por ciento de los votantes de 18 a 24 años prefieren al PSOE frente a un 14,4 que prefiere a UP. En la franja que va desde los 25 a 34, también el 14,8 votaría al PSOE y el 11,8, a UP.
Respecto a la preferencia de voto, el CIS sitúa a Unidas Podemos en retroceso, con una estimación del 11,7 por ciento , lo que supone estar medio punto por debajo de septiembre y uno de su resultado en las elecciones. La última encuesta de GAD3 para ABC también registra un punto y medio menos. Su historial es el de un partido que nació relámpago pero con tendencia menguante. Lo paradójico es que, en un estado malísimo, en enero, con el peor resultado electoral de su historia, alcanzó sus mayores cotas de poder configurando un Gobierno de coalición con los socialistas.
Tabla de salvación
Ahora, el plan de UP es mantenerse en Moncloa, intentando evitar por su propia supervivencia que Pedro Sánchez culmine su acercamiento a Ciudadanos. ¿Pero a costa de qué? Precisamente la creación de un Ejecutivo de coalición con el PSOE fue entendido como un disparate en una parte de las bases de Podemos y entre sus integrantes más críticos. Anticapitalistas abandonó UP al considerar que una coalición con el PSOE no encajaba con la aspiración de «construir un Gobierno alternativo para España». Además, advirtieron de que corrían el riesgo de acabar subordinados a los socialistas.
Por el momento, según los sondeos, Iglesias no ha conseguido rentabilizar su vicepresidencia y los cuatro ministerios morados (aunque también es justo decir que la gestión de la crisis sanitaria y económica influye en el deterioro de los dos partidos cogobernantes y el resto de la legislatura decidirá si su entrada en el Gobierno contribuye electoralmente o no).
Siguen los datos. En las elecciones generales de 2016, UP consiguió 71 escaños (21,34 por ciento en porcentaje de voto) y se convirtió en la tercera fuerza política del país. Sin embargo, había un dato premonitorio, la coalición de Podemos e Izquierda Unida perdía más de un millón de electores si se comparaban los resultados con las elecciones de 2015 donde fueron por separado.
En aquel momento, Podemos entendió que abrazar a IU serviría para absorber a IU , pero su electorado tuvo que digerir la confluencia con la izquierda tradicional después de que su secretario general subrayase que no concurrirían juntos. «Son unos cenizos, son incapaces de leer la situación política del país, no los quiero con nosotros». Eso lo dijo Iglesias, en 2015, en el diario «Público».
Cuatro años después, en 2019, UP perdió 29 escaños (un 7,03 por ciento menos) en las elecciones del 28-A. Con la repetición del 10-N, la pérdida fue de 36 escaños y de un 8,5 por ciento de votos menos. Antes de las nacionales, las andaluzas del 2-D de 2018 fueron como e l canario que se asfixia en la mina : la advertencia de que algo en la coalición seguía sin funcionar y podía explotar. En 2016, Podemos logró 15 escaños (14,84) e IU, 5 (6,89) en la Comunidad Autónoma. En 2018, Adelante Andalucía perdió tres diputados.
Sorpresa y decepción
Las elecciones en Cataluña aún no se han celebrado, pero hay indicadores que podrían servir para vaticinar una nueva caída. Por ejemplo, en las elecciones nacionales de 2016 la marca de Podemos fue primera fuerza en Cataluña; pero en las últimas lo fue ERC.
Este verano la tendencia continuó con la decepción de las urnas vascas y gallegas. Podemos perdió la mitad de sus escaños en el País Vasco: de 11 (14,86 por ciento) que tenía en 2016 a 6 (8,05). Luego, el golpe más duro llegó en Galicia, de ser la segunda fuerza con 14 diputados (19,07) a desaparecer del Parlamento gallego con solo el 3,94 por ciento de votos.
En estos años, el perfil más nacionalista se terminó decantando por opciones como ERC, Bildu o BNG y abandonó las tesis de Podemos. La plurinacionalidad que siempre aireó Iglesias perdió fuerza después del pacto con Sánchez, que si bien la defendió en un principio ahora la usa a conveniencia. Pero Podemos llegó a plantear un «Ministerio de la Plurinacionalidad» en 2016.
Republicanismo y veto a Ciudadanos
Para evitar convertirse en una fuerza subalterna al PSOE, los dirigentes de UP en el Gobierno intentan diferenciarse y fijar su posición ideológica. Últimamente, con un republicanismo sobreexplotado . Es una de las armas discursivas que siguen funcionando entre su potencial electorado. El «agitprop» que siempre ha empleado Podemos y ese ADN republicano es uno de los símbolos que le siguen conectando con el Podemos que llegó hace más de seis años.
Por otro lado, el veto a Ciudadanos en los Presupuestos también atiende a razones de supervivencia, además de ideológicas . El intento por trazar discursos compatibles con ERC y Bildu sirve para truncar el acercamiento del presidente del Gobierno con Inés Arrimadas . Temen que el papel de UP en el Gobierno quede desdibujado si Cs se convierte en socio estable.
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