Ábalos reta al PSOE y se aferra a su escaño

Ferraz le da un ultimátum para que no coincida el miércoles con Sánchez en el Hemiciclo, pero el exministro sólo renuncia a presidir la comisión de Interior

Directo | Última hora del caso Koldo y del futuro político de José Luis Ábalos

¿Qué pasa ahora que Ábalos ha decidido mantener su acta de diputado en contra de lo que le pedía el PSOE?

José Luis Ábalos, la semana pasada en su escaño Jaime García

La presencia de José Luis Ábalos como miembro del grupo parlamentario socialista escuece y desconcierta cada vez más dentro del PSOE, que este lunes dio un ultimátum al diputado para que dejase su acta antes de este mediodía. Advertencia a la que el ... exministro no hizo caso durante toda la jornada, retando así a su partido.

Ábalos, según varias versiones, está enfadado, y la manera en la que el partido ha tratado de apartarle, desde la declaración de la número dos socialista y vicepresidenta primera, María Jesús Montero, el pasado viernes, cuando dijo que «yo sé lo que yo haría», pasando por las palabras de Pedro Sánchez el sábado en un acto de la Internacional Socialista, hasta la exigencia del lunes, le han dolido enormemente y han empeorado las cosas. Hasta el punto de provocar su resistencia numantina a dejar su escaño.

Una actitud que ha instalado una gran incertidumbre en Ferraz, que había tratado de establecer así un primer cortafuegos al caso de corrupción protagonizado por Koldo García, el exasesor del Ministerio de Transportes que mantenía una estrecha relación con varias personas cercanas a la dirección del partido y al que el propio Sánchez elogiaba en su libro 'Manual de Resistencia' por la manera en que custodió sus avales en las primarias socialistas de 2017. La exigencia de la cúpula socialista trata también de evitar que en la sesión de control al Gobierno del miércoles el jefe del Ejecutivo tenga que coincidir en el Hemiciclo con su antiguo número 3 en un día plagado de preguntas de la oposición, empezando por Alberto Núñez Feijóo, sobre el caso de presunto enriquecimiento con contratos de mascarillas, en lo peor de la pandemia, con el Gobierno central y varias administraciones autonómicas del PSOE.

Después de jornadas de conversaciones infructuosas, protagonizadas por diferentes interlocutores, incluido el actual secretario de Organización, Santos Cerdán -el hombre que colocó a Koldo como chófer en Ferraz, donde surgió la relación con Ábalos-, el PSOE pasó el lunes al ataque para tratar de proteger al presidente del Gobierno y aliviarle una mancha de corrupción que amenaza con hacerse más grande.

En una reunión exprés de la Ejecutiva federal sin la presencia de Sánchez, que asistía a esa hora en Barcelona al Mobile World Congress, la dirección socialista resolvía exigir a José Luis Ábalos que entregara su acta de diputado lo antes posible. «Antes de 24 horas». Tic-tac. Era Esther Peña, portavoz del partido, la encargada de poner en marcha una cuenta atrás que finalizaba poco después de las once de la mañana de este mismo martes. Un día completo en el que Ábalos tuvo tiempo de reflexionar y en el que solo hizo un movimiento público: dimitir como presidente de la comisión de Interior. Un órgano que se reúne el miércoles y para más inri con una iniciativa de ERC sobre corrupción encima de la mesa.

Se trata de una renuncia a medias, pues fuentes socialistas ya habían anunciado por la mañana que en ningún caso continuaría con esa responsabilidad, cuya designación es potestad directa del partido. Otra cosa es dejar el acta, una decisión que por mucho que lo pida la formación sólo el diputado puede tomar, pues el escaño es suyo desde el momento de su elección. Precisamente por eso, la renuncia de Ábalos únicamente a ese cargo generó más recelo en la cúpula de Ferraz, inquieta por la posibilidad de que pueda mantenerse como diputado raso, integrado en el grupo mixto junto al BNG, Coalición Canaria, UPN y Podemos. Un extremo que confían que no se haga realidad porque el exministro termine acatando la exigencia del partido antes del inicio hoy del pleno semanal, a las tres de la tarde.

Una situación embarazosa

Cualquier otra situación crearía, desde este mismo martes, una situación enormemente embarazosa para el principal partido del Gobierno y con escasos o nulos precedentes. Todo un exministro, salpicado por un escándalo de corrupción, sentado en un escaño del Congreso y, quién sabe por cuánto tiempo, en una legislatura que prácticamente acaba de dar comienzo.

«Ábalos es el mejor ejemplo de la ortodoxia del partido, del puro compromiso y del puro respeto a lo que es la historia de este partido, a su militancia y a su lucha. No tengo ninguna duda de que actuará en consecuencia por este bien mayor que es el PSOE. El resultado en las próximas horas será positivo para la organización y el propio Ábalos», sentenció la portavoz, cuya alabanza llevaba implícita una amenaza velada para el político valenciano. Peña fue firme y contundente al transmitir la resolución de la Ejecutiva, la única vía que encontró el partido para lograr la marcha del diputado después de días de conversaciones infructuosas.

En varios dirigentes socialistas cunde el estupor porque Ábalos no acceda a la exigencia de Ferraz, donde apenas hace tres años era el todopoderoso responsable de la Organización del partido. Pero en otros, y sin dejar de compartir ese diagnóstico, se extiende la idea de que el partido no ha tratado su posible salida con la suficiente delicadeza. Más aún, apuntan, tratándose de alguien que acumula tanta información en una crisis que, no en vano, salpica también a otros dirigentes del PSOE y no menores. Entre ellos, los anteriores presidentes de Baleares y Canarias, Francina Armengol y Ángel Víctor Torres -presidenta del Congreso y ministro de Política Territorial-, administraciones que aparecen en el sumario del caso entre las que contrataron con la trama corrupta.

La reacción de la Ejecutiva federal socialista comunicada por la portavoz, Esther Peña, se acompañó del anunció de una comisión de investigación sobre los contratos de mascarillas en lo peor de la pandemia. Una comisión que empezaría, anunció Peña, por el caso Koldo, pero que obviamente no se quedaría ahí. No lo citó expresamente, pero no hacía falta para entender que la intención es abordar los contratos de material sanitario de protección en otras administraciones autonómicas y municipales controladas por el Partido Popular.

De hecho, desde el estallido del caso Koldo con las detenciones que hizo el pasado miércoles la Unidad Central Operativa (UCO) de la Guardia Civil, la principal línea de defensa del PSOE y del Gobierno, por boca del propio Sánchez, ha sido apelar a otros casos, como el del hermano de la presidenta madrileña, Isabel Díaz Ayuso, archivado por las fiscalías europea y española, como también lo fue por el que se acusó al alcalde de Madrid, José Luis Martínez-Almeida. Incluso Ábalos -en esto sí alienado con Ferraz- ha sacado a colación esos casos en las entrevistas que ha concedido.

Con la legislatura aún sin coger vuelo por una ley de amnistía que sigue empantanada y con un horizonte electoral difícil, con elecciones vascas el 21 de abril y europeas en junio, y tras el batacazo en las gallegas del pasado día 18, a Sánchez le ha estallado su primera gran crisis de corrupción en el peor momento. El sábado dijo que su respuesta será «implacable», aunque sin citar expresamente a su exministro. El mismo con el que mañana podría volver a encontrarse a escasos escaños del suyo.

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